Opinión

Roosvelt no utilizó todo ese dinero para repartirlo como subsidios a la sociedad. Los esfuerzos fueron para sanear el aparato productivo de las empresas
La última vez que fui a ver a la psiquiatra esta me hizo subirme la camiseta para mostrarle qué era eso de lo que me avergonzaba tanto. Fue dos semanas antes de que se decretara el estado de alarma
Entonces ocurre. El momento del milagro. Al buscar esa piedra, de reojo, te encuentras ahí. El reflejo en el agua calmada de tu cara, de tu espejo externo
El Gobierno no ha tenido previsión. No como yo, que llevaba desde diciembre avisando. Seguro que Fernando Simón se inventa los datos y los datos no son datos. La culpa es del 8M.
Si la cifra de fallecidos oficiales se hubiera concentrado en cualquiera de los pueblos de nuestra provincia, todos, excepto tres, hubieran quedado vacíos
Ya son varios casos los que atenazados por el miedo a la pandemia, no quieren tener por vecino a un médico o enfermero y les piden que se vayan fuera de sus hogares. Un destierro para aquellos que llaman héroes con la boca pequeña.
Me irritan sus discusiones y peleas de patio de colegio. Sus ansias de buscar un culpable que no existe mientras se suman puntos a una trágica curva que no termina.
Todo ocurrió de repente y nadie os dijo cómo seguir adelante. Porque en ninguna de las infinitas reformas de una ley educativa que dictaron desde la barrera y que jamás tuvo en cuenta vuestros criterios, se recogía tal imprevisto.
La memoria es como el tiempo, se nos va sin darnos cuentas. Y sigo emocionándome cada noche al comprobar el agradecimiento de toda la sociedad hacia un colectivo que se está jugando la vida.
En tiempos de confinamiento, la ventana es un alivio. Todavía me emociono cada día, a las 20.00 horas, cuando cientos de onubenses salen a sus balcones a aplaudir a los sanitarios y a tanta gente que se lo merece en estos tiempos de dificultad.