Las dos vertientes geográficas de la política de fichajes del Recreativo
Fichar un jugador de fútbol es una cuestión de consenso. En la mayoría de los clubes, intervienen un director deportivo, un secretario técnico, el entrenador y el presidente y/o propietario. Todos juntos forman la comisión deportiva y aunque se trata de un proceso de decisión colectiva, al final siempre hay quien tiene una última palabra. Y suele ser quien pone el dinero. Así se funciona, por ejemplo, en el Recreativo.
El sistema funciona, pero provoca cierto desconcierto en el aficionado -que no para de preguntarse quién ficha en su club-, y deja entrever las preferencias particulares de cada uno de los integrantes de la comisión deportiva. Y así viene sucediendo en el Recre desde la llegada de Eurosamop. El ex-albiazul Ángel López fue el más acertado al explicar que existían "la dirección deportiva de Huelva" y "la dirección deportiva de Madrid".
Este verano sucede igual. De hecho, existen dos vertientes geográficas en la política de fichajes del Decano. Por seguir con la explicación de López, 'la dirección deportiva de Huelva' prefiere fichar a jugadores que compiten o han competido recientemente en el Grupo IV. La idea es que conozcan las peculiaridades de los estadios, del clima y de los rivales más cercanos. El interés por Carri, Pedro López o Sergio Rodríguez iría en esta línea.
'La dirección deportiva de Madrid', por el contrario, prefiere abarcar la Segunda División B en su totalidad. Y por su situación geográfica, conocimientos y contactos, suele centrar su atención en los futbolistas más destacados de los Grupos I, II y III. Los casos de Berto Cayarga, Pablo Andrade, Ríos Reina, Óscar Sielva, Enzo Lombardo y Ñoño son suficientemente significativos.
Aunque pueda parecer así, no deben verse estas diferencias de criterio como una lucha interna, pues también existen operaciones de consenso. Sin ir más lejos, el retorno de Caye Quintana fue bendecido por todas las partes. Y la disparidad de opiniones enriquece una política de fichajes que, de otro modo, sería monocolor. Aunque al final, el éxito o el fracaso de la comisión deportiva depende de que la pelotita entre o no en la portería rival.
