viernes. 19.04.2024
El tiempo

La reconquista

Prácticamente desde el principio del confinamiento he podido comprobar que ocurría un empeoramiento casi generalizado de los pacientes con los que hablaba. Es una cuestión lógica, ya que este confinamiento está poniendo a prueba día tras días nuestra estabilidad y nuestro equilibrio. Imaginemos cómo un huracán de estas dimensiones puede estar afectando a aquellas personas que, por las circunstancias que sea, estaban luchando para recuperar su estabilidad psicológica, aprendiendo a hacer frente a determinados problemas como por ejemplo la ansiedad, problemas con su autoestima, de relaciones sociales, de autoexigencia o de tristeza por nombrar algunos. Esta crisis del confinamiento te derriba aún cuando estábamos relativamente bien, imagina lo mucho que te hunde cuando luchabas por mantenerte a flote.

Por eso hoy quería escribir acordándome de ellos, de aquellas personas que están confinadas en sus casas con sus familias (o solas) pero también tienen a sus propios fantasmas entre las cuatro paredes. Lo difícil que está siendo un día tras otro hacerles frente a los propios miedos sin las distracciones que tan buenas compañeras de supervivencia eran. Antes no estaban, no llevabas escudos, ibas “a pecho descubierto” contra tu pesadilla, la que dejabas en casa (en parte) cuando ibas al trabajo, la que desaparecía cuando te tomabas algo con tus amigos entre risas o la que no existía cuando abrazabas a tu madre. Ahora esa pesadilla está sentada en tu sofá, acompañándote casi todo el día.

Para otros la guerra empieza ahora. Hay personas que tienen problemas a la hora de enfrentarse al mundo, relacionarse con gente, afrontar situaciones en la calle o estar con mucha gente. Esas personas ahora se sienten seguras en casa, te dicen que están muy bien, que no echan de menos nada de fuera, están en calma, pero en realidad es una falsa calma, porque la vida no es, y no debe ser, estar en casa sin salir, relacionarnos y sin afrontar situaciones que nos desestabilizan, así que para estas personas después de la “fase 4 de desescalada” vendrá su “fase de reconquista” de los pasos que poco a poco estaban consiguiendo y que este maldito virus les ha robado. El ser humano no está hecho para estar en casa, de hecho, por eso lo estamos pasando tan mal, porque somos seres sociales y no estamos socializando.

Ya estamos en la primera fase de la desescalada, hemos ido recuperando libertades poco a poco. El primer día de paseos fue bastante impresionante ver la cantidad de personas que habían salido a pasear y a hacer deporte. Realmente me dio la impresión de una auténtica reconquista, con ansias de libertad, ansias de disfrutar lugares, y muchas caras sonrientes. Poniendo un poco más de atención pude observar a mucha gente que miraba al cielo, cerraba los ojos y cogían aire, en un gesto como queriendo llenar su cuerpo de aire libre, sintiendo que el sol acariciaba y el espacio era infinito.

Ocurrieron muchas cosas que llamaban la atención. Una de ellas era que la orden era “pasear con las personas convivientes”, y por eso pudimos ver a muchos jóvenes paseando con sus padres. Tengo que reconocer que me gustó muchísimo la estampa, ya que no es muy común ver a chicos y chicas de entre 15 a 25 años en actitud cómplice con sus padres, compartiendo conversación, sonrisas y camino con las personas que más los quieren, y a veces tan ausentes los sienten con tanta independencia y tanta tecnología. Evidentemente esta complicidad se ha forjado también en el confinamiento dentro de casa, ya que nos hemos dedicado tiempo “sin remedio”.

Otra cosa que llamaba también la atención es comprobar cómo la naturaleza tiene su camino, que nosotros alteramos con nuestra presencia, un ejemplo de esto es la “hierbecilla” que ha crecido durante el confinamiento entre los adoquines de nuestro Paseo de la Ría, que se extendía como una alfombra hecha con hilos de ausencia de nuestros pasos.

Siempre estuvieron ahí, las calles, el cielo, el sol, el aire… las oportunidades de hacerlo por nosotros, siempre pudimos salir a pasear simplemente por el disfrute del paseo, sin tener que llegar a un destino concreto. Y otra vez solo lo valoramos cuando lo perdimos.

Pero estoy segura de que muchas de las personas que salieron ese primer día volvían a casa pensando: ¿Y esto por qué no lo hacíamos antes? Quizás ahora que nos han impuesto un horario pueda convertirse en una sana rutina. Y si la reconquista de nuestra libertad nos llena de nuevos hábitos, bienvenidos sean.

Y de pronto te ves caminando, disfrutando de una actividad que siempre has podido hacer, pero para la que casi nunca tienes tiempo, te ves compartiéndolo con la familia, con tus hijos, con tu perro, dedicándote tiempo a ti, a ellos, cuidándote y complaciéndote.

Debe guiarnos la prudencia más que los impulsos, porque el virus sigue activo. Pero disfrútalo, disfrútate.

Dijimos que volveríamos, y estamos volviendo. Y en este volver, no dejes de volver a ti. Que de este tiempo nos quede eso.

Este es Tu Espacio de Psicología, si quieres que hablemos de algún tema que te preocupe o del que quieras saber más contacta conmigo a través de mi email.

Ana Bella Vázquez Gento, Psicóloga de ciMa Atención Psicológica Huelva.

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