domingo. 05.05.2024
El tiempo

Galaroza contó con una hermandad de Hijas de María a finales del XIX

El libro de actas de la entidad refleja sus componentes y actividades.
Galaroza contó con una hermandad de Hijas de María a finales del XIX

La localidad de Galaroza llegó a contar con numerosas hermandades a lo largo de su historia. En su libro ‘Historias de Galaroza’, Emilio Rodríguez Beneyto recoge un total de quince, desde 1653 hasta principios del siglo XIX. No se menciona en este trabajo a la congregación de las Hijas de María porque su creación llegó a finales del XIX, concretamente en 1898, según el libro de actas al que ha tenido acceso la Asociación Cultural Lieva, que ha recogido algunos datos de esta hermandad cachonera.

En un sencillo libro compuesto por 23 actas, los textos van dando cuenta de su constitución, de los cambios en su junta directiva y algunas de sus actividades, finalizando los datos en 1912. El libro de actas comienza con las siglas A.MD.G., Ad Maiorem Dei Gloriam, o ‘A mayor gloria de Dios’, frase atribuida a los jesuitas.

La primera acta refleja el momento de su nacimiento, el 11 de agosto de 1898. En ese momento, se reunieron las Hijas de María Inmaculada y se leyó el oficio que autorizaba al cura para erigir canónicamente la congregación de las Hijas de María. Su primera presidenta fue María Concepción Muñiz, siendo Sebastiana Arteaga y Alcaide, su vicepresidenta, junto a otras nueve mujeres que ocuparon cargos entre los que se encontraban la secretaría, la tesorería, camareras o celadoras.

La duración del mandato sería de un año y el acta está firmada por José María Mateos, el cura del momento, que hacía las veces de director, aunque preside las reuniones que se realizaban en la sacristía de la parroquia.

La segunda convocatoria tiene lugar el 2 de octubre de 1898, y en ella se fijan los ejercicios propios de la congregación, que tendrán lugar el tercer domingo de cada mes, con comunión general de todas las asociadas y ejercicios piadosos por la noche en honor a la Inmaculada. Se decide también poner mesas en las puertas de la parroquia para reunir fondos destinados a los actos de la entidad y se regula esta actividad.

El 15 de enero de 1899 se incorporan a la junta directiva dos hermanas enfermeras para visitar a las asociadas enfermas y para que conozcan sus necesidades. Las primeras fueron Dolores Ponce y Cayetana Castilla. Se establecen también reglas para las socias que fallezcan, como el acompañamiento cuando reciban los últimos Sacramentos o la presencia del estandarte de la hermandad en la “casa mortuoria”. El 12 de agosto se renueva la directiva, accediendo a la presidencia María Antonia Muñiz y Santos, y se incorpora el cargo de Instructora en la persona de Estrella Romero y González.

A través de las actas se puede conocer la identidad de los curas que hubo en Galaroza durante ese período histórico, ya que firman en calidad de director, presidente o director espiritual de la Hermandad. En 1900 aparece Pedro Carrellán, un año después Manuel de Cáceres, Amador Marroco en 1905, y a finales de ese mismo año ya firma Francisco Jiménez. Finalmente, en 1912 el cura era Rafael Díaz.

El 23 de febrero de 1902 se toma la decisión de realizar rifas para recaudar fondos destinados a los actos del Mes de María, cita principal de la entidad al cabo del año, como demuestra el acta de 26 de abril de 1903, en que se dice que se organizarán “cultos a la Virgen Santísima, su titular y patrona, como en años anteriores”. Hay que recordar que la Virgen del Carmen no se nombra patrona de Galaroza hasta 1969, siendo la Inmaculada entonces la titular de la parroquia y patrona del pueblo. Tan importante es el mes de mayo y esas actividades en honor a la virgen, que se nombran adornistas, algunas permanentes que se incorporan a la directiva, y otras auxiliares para ese mes en concreto.

Los aspectos económicos se llevaban con pulcritud, presentándose cuentas, tratándose asuntos de cuotas o anotando ingresos y gastos en el libro de asientos.

En 8 de abril de 1904 se decide contribuir al Año Jubilar de la Inmaculada y convocar a los cachoneros para que participen en la Peregrinación Mariana a Roma, llevando el estandarte de la entidad.

En 1905 se introduce el cargo de bibliotecaria, aunque probablemente tuviera otras funciones a las que conocemos en la actualidad, ya que en el inventario que se realiza en 1912 sólo aparecen dos libros en el patrimonio de la entidad. En ese año se configura una numerosa directiva, con 25 miembros.

Las renovaciones de la dirección se hacían con regularidad, habitualmente cada año, pero desde 1905 a 1909 hay una ausencia de actas y, por tanto, de nuevos cargos. Al año siguiente, el 5 de abril, la presidenta Sacramento Muñiz es nombrada Bibliotecaria Mayor, siendo sustituida por Concepción Alcayde, para lo cual se hizo una “botación”, según recoge el acta, lo cual indica que los asuntos se decidían democráticamente, al menos en este aspecto.

El último escrito que se encuentra en el libro de actas se firma el 22 de septiembre de 1912, y, además de renovar los cargos vacantes, se introduce un inventario de los bienes de la entidad. En el catálogo se incluyen, sobre todo, elementos ornamentales y de decoración, habiéndose regalado la mayoría de ellos por parte de las socias o de mujeres cachoneras.

Este libro constituye un importante elemento para la historia de Galaroza durante finales del siglo XIX y principios del XX, incluyendo nombres de personas comprometidas con su religiosidad que conformaron la sociedad cachonera de la época.