sábado. 20.04.2024
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Maternidad, bonito aprendizaje

Maternidad, bonito aprendizaje

Primer domingo de mayo, día de las madres. Este año las circunstancias son especiales, atípicas totalmente. No hay besos ni abrazos, pocas flores y mucha distancia, demasiada, más de la que debería haber entre dos corazones que estuvieron en el mismo cuerpo, que compartieron la misma sangre.

Felicidades a todas las madres, felicidades porque el camino es difícil, porque no hay señalización, a veces vamos a ciegas, lo que ocurre es que el cariño es un buen GPS y siempre te va acercando al camino más adecuado, pero de vez en cuando hay que “actualizarlo”.

Una madre tiene la misión más difícil del mundo, que es dejar caminar por la vida, mostrando a sus hijos lo que les hará felices, enseñándoles a navegar en buena dirección, y a buena velocidad. Una madre te anticipa dónde está la piedra con la que pueden tropezar, e incluso a veces tropieza ella misma por sus hijos. Pero antes o después, una madre sabe que si no aprendes a evitarlo, tendrás que tropezar por ti mismo.

Hoy quería hablaros de uno de los problemas más comunes que nos encontramos en consulta, que nacen del amor más profundo, pero que impide que los hijos se desarrollen como personas libres, responsables y autónomos, que puedan poner en marcha sus propias capacidades y hacerse fuertes: la sobreprotección.

Y sorprendidas me preguntan:

¿Pero cómo va a ser malo que yo no quiera que le pase nada malo a mi hijo/a?

Lo primero que yo les digo a esas madres es que la intención está llena de amor, y que ese amor es incuestionable, pero que quizás esta manera de transmitirles ese amor a sus hijos puede conllevarles ciertos problemas en el futuro.

Ninguna de las familias llega a consulta porque dicen tener un problema de sobreprotección. Generalmente la sobreprotección conlleva a dos tipos de problemas (a groso modo) que son los que nos llegan: hijos que no asumen las responsabilidades de sus actos ni aprenden de sus errores, e hijos con muchos problemas de seguridad en sí mismos.

Dentro de los que no asumen responsabilidades nos encontramos a personas que, problema tras problema, siguen cometiendo los mismos errores, sin importarles mucho quien sufra, incluso sean ellos mismos los que sufren. Buscan el disfrute inmediato, se vuelven egoístas y no ven más allá de lo que les interesa. Esta circunstancia está muy relacionada con los problemas de adicciones, el consumo a pesar de los problemas que trae consigo en las primeras fases, hasta que se ve envuelto en la pérdida de control. Muchas veces detrás de ese comportamiento de problemas, de falta de responsabilidad, de inmadurez, falta de compromiso, etc., nos encontramos a unos padres que tratan de paliar las consecuencias negativas de los actos que comete su hijo, tratan de “salvarlo”, pero mientras lo salvan se hunden ellos, buscando el alivio entran en una espiral cada vez más profunda en la que su hijo se pierde sin remedio.

Y se va perdiendo la familia al completo, porque solo cuando el hijo soporta las consecuencias de sus actos puede aprender de ellos, si lo sufre, no querrá sufrirlo en el futuro, y eso hará que cambie, pero si son sus padres los que lo sufren por él… poco le importará que pase de nuevo. Para él el disfrute y que lo arreglen otros.

El otro tipo de problemática que trae la sobreprotección es la inseguridad. La falta de confianza en uno mismo tiene un amplio abanico de manifestaciones. Vemos a jóvenes incapaces de afrontar solos situaciones que supongan retos importantes, les cuesta despegar, dudan de todo y de todos, siempre a la retaguardia, se atreven si alguien les acompañan, no se ven en este mundo de manera independiente. Esto le trae problemas a la hora de relacionarse con los demás, dificultades a la hora de tomar decisiones y cualquier cosa que implique escucharse a sí mismo.

La autoestima se queda pequeñita en medio de una tormenta en la que la persona quiere hacer pero no tiene fe en sí mismo, porque siempre lo hicieron por él. Los hijos sobreprotegidos que son inseguros son como un pájaro que se mantiene en la rama del árbol bloqueado por el miedo a que la rama se rompa, y todo porque confía más en la rama que en sus propias alas, ¿sabéis por qué? Porque nunca voló con ellas.

La sobreprotección también se da por parte de los padres, pero tengo que decir, en honor a la verdad, que en mi experiencia, la mayoría de los casos son las madres las que son más protectoras, quizás por una cuestión relacionada con que las mujeres son algo más emocionales.

Creo que no está lo suficientemente estudiado, pero seguro que el abrazo de una madre hace que algo cambie en nuestros niveles de neurotrasmisores, nuestras hormonas y todo eso lleve a cambiar nuestra calma en un instante.

Porque no hay huracán que no apacigüe el olor de una madre.

Porque ella es ella, y siempre será.

“Quiero regalarte una sonrisa

que colme de luz tu corazón,

quiero regalarte un abrazo

y con él, todo mi amor.

Quiero que me mires a los ojos

Y que en ellos también te mires tú;

mamá, eres para mi tan importante

que el mundo a veces…

somos tú y yo.

Tus brazos siempre se abrían cuando quería un abrazo.

Tu corazón comprendía cuando necesitaba a una amiga.

Tus ojos tiernos se endurecían cuando me hacía falta una lección.

Tus fuerzas y tu amor me guiaron y me dieron alas para volar.

Mi madre encuentra la felicidad cuando yo la encuentro.

Cuando yo vivo algo hermoso, lo vive a través de mi experiencia.

Mi madre reza por mí, incluso cuando yo sólo rezo por mí mismo.

Mi madre me daría el mundo entro si fuese capaz. Gracias mamá”.

(Anónimo).

Este es Tu Espacio de Psicología, si quieres que hablemos de algún tema que te preocupe o del que quieras saber más contacta conmigo a través de mi email.

Ana Bella Vázquez Gento, Psicóloga de ciMa Atención Psicológica Huelva.

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