Manuel Parrales: "Para nuestros espléndidos parajes naturales el Polo Químico es su mayor enemigo"

Me ha dado mucha alegría coincidir después de algunos años de haberle pedido la pista, con Manuel Parrales Gil, con el que he tenido muy buena relación desde que nos conocimos hace más de 30 años y es que nuestro protagonista de hoy es de esas personas entrañables que se pueden cruzar en tu vida, aparte de solidario, trabajador, cordial, risueño, generoso, con alto sentido de la amistad, optimista, servicial, sencillo, fiable y todos los adjetivos que puedan adornar lo buena gente que es.
Manuel nace en Rociana del Condado en 1954 y en la actualidad vive en Moguer, una vez que se ha jubilado.
Comenzó a trabajar en 1968, a los 14 años y desde entonces hasta su jubilación, en 2019. Con una vida laboral, ininterrumpida, de 51 años, que se dice muy pronto. A lo largo de los cuales trabajó en muy diversos oficios desde botones y dependiente de comercio, vendedor de libros, pescadería, carpintería metálica, camarero, fotógrafo… y a partir de 1991 entró a formar parte del Patronato del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, hasta su finalización en 1992. En 1993 fue contratado por la Diputación Provincial de Huelva para el proyecto del Muelle de las Carabelas, nombrándole director poco antes de su inauguración, que fue el 15 de marzo de 1994. Poco tiempo después fue nombrado gerente de La Unidad de
Gestión de La Rábida, que, además del Muelle de las Carabelas, incluía El Foro Iberoamericano, el Parque Botánico José Celestino Mutis, La Casita de Zenobia y Los Jardines del Monasterio.
La fotografía y los viajes son una parte fundamental en su vida. Como fotógrafo freelancer, ha trabajado para el Ayuntamiento de Huelva y otros muchos de la provincia, para la Diputación y la Universidad de Huelva, así como para incontables periódicos y revistas locales y nacionales, agencias de publicidad y numerosas editoriales. Durante muchos años realizó exposiciones en Huelva y provincia, así como en Sevilla, Madrid, Barcelona, La Isla de la Gomera y en Argentina, donde tiene una exposición permanente en un museo de La Rioja, al noroeste del país.
Como viajero conoce bastantes países; varios de Europa, Estados Unidos y especialmente de América del Sur, donde formó parte de diversas expediciones para realizar documentales, y dado el carácter aventurero de los expedicionarios, batió algunos records mundiales en la Cordillera Andina.
En definitiva, todo un personaje que bien merece la pena conocer, y si además te brinda su amistad, pues miel sobre hojuelas.
Cuando lo llamo para proponerle esta entrevista, le hace mucha ilusión el que podamos recobrar nuestro contacto, y después de ponernos al día de nuestras respectivas vidas, como no podía ser de otra manera, acepta la entrevista y empezamos así:
P. - ¿Qué opinión tienes de la situación que estamos viviendo?
R. - Toda mi vida he sido una persona muy optimista, pero desgraciadamente esa actitud ha ido cambiando en los últimos tiempos. Sobran razones para ello. La guerra de Ucrania, como todas las guerras, es una crueldad, vil e intolerable, y cada día me pregunto ¿cómo es posible que ni la ONU, ni la Unión Europea, ni los Estados Unidos…ni nadie en el mundo, haga nada para evitar semejante masacre? Por lo tanto, mi opinión es que vivimos en un mundo que día a día está más deshumanizado, donde los gobernantes no cumplen con su principal obligación: proteger y mejorar la vida de los ciudadanos.
Tengo una amiga ucraniana, una bellísima persona, educada y amable. Cada vez que la veo, que es a menudo, se me encoje el corazón, sus hermosos
ojos azules reflejan el horror que está pasando por su familia y su país. Su nombre es Osana.
P. - Está claro que no te esperabas una guerra en Europa en pleno siglo 21, ¿no?
R. - No. Y no voy a extenderme en esta pregunta, solo quiero decir que en la vieja Europa, con todos sus siglos de civilización, de cultura, de progreso…, se vislumbra ya su fecha de caducidad. La historia de la humanidad lo demuestra.
P. - ¿Cómo crees que cambiará la vida después de la pandemia?
R. - Creo que ya ha cambiado, ahora el mundo empieza a entender mucho mejor el concepto de la globalización. La interconexión entre todas las personas que vivimos en este planeta ha quedado patente con el Covid-19.
Y lo mismo ocurre con la economía, el mercado, la comunicación… con todo. Lo estamos viendo y padeciendo ahora mismo con la guerra de Ucrania. Dicho esto, los humanos tenemos muy mala memoria para lo que nos interesa, pues más pronto que tarde, olvidaremos las crisis, las pandemias y las guerras y volveremos a preocuparnos sólo de nosotros mismos. El egoísmo vencerá a la empatía. Como siempre.
P. - ¿Has pasado miedo en algún momento?
R. - Por mí no. Siempre he considerado al miedo como enemigo de la libertad. Y por supuesto que a veces he sentido la emoción del miedo, pero siempre conseguí superarlo, no se puede vivir con miedos. Pero sí lo siento por los demás, no solo por las personas que amo, mis hijos, mi familia, mis amigos, sino también por muchas otras que no conozco; en estos momentos por el de los ucranianos, sobre todo el de los niños que, como ocurre siempre, son los más perjudicados en las malditas guerras. Algo que me indigna profundamente.
P. - ¿Qué proyectos tienes para el futuro y qué haces ahora?
R. - Tengo 68 años, por lo tanto mi futuro es el día siguiente. Aunque espero vivir muchos siguientes días.
Proyectos tengo incontables. Cuidar, educar tratar de hacer feliz a mi hijo pequeño, Denzel, que tiene siete añitos, compartir los años que me quedan por vivir con las personas que quiero, viajar de nuevo a Latinoamérica, publicar dos novelas y varios relatos que tengo escritos… en fin, Vivir.
¿Me preguntas también qué hago ahora? Pues, más o menos he respondido; dedico el mayor tiempo a mi hijo y a construirle juguetes artesanales, además a cocinar todos los días, a mi colección de plantas epífitas, a leer y escribir, ver películas y fútbol.
P. - ¿Qué recuerdos guardas especialmente de tu vida en El Muelle de las Carabelas?
R. - ¡Uf! Incontables. Fueron casi 20 años los que estuve dirigiendo el espacio.
Jamás olvidaré la relación de trabajo, amistad y cariño con el equipo de personas que trabajan allí, gente extraordinaria y generosa. Nada hubiera sido igual sin ellas. Además…casi todo. El tremendo esfuerzo, la ilusión de ver a miles de personas de todas las edades y especialmente de niños,
disfrutar de un Museo único, de las actividades que pusimos en marcha, de la inmensa satisfacción por las innumerables muestras de gratitud de
los visitantes. En suma, feliz y orgulloso por haber tenido la suerte de dirigir un espacio público tan singular y emblemático como El Muelle de
las Carabelas, una experiencia, en todos los sentidos, fascinante. Que también tuvo, obviamente, difíciles y penosos momentos.
P. - ¿Cuál es el atractivo del Muelle para ser de los más visitados de nuestra provincia?
R. - Tengo que decir en primer lugar que no solo es el más visitado de la provincia, sino el segundo de Andalucía, al menos lo fue en mi época, desconozco el número de visitantes actuales. ¿El atractivo? Muchos. Para mí, especialmente el poder de atracción de las Naves, el de subir a bordo, de tocarlas, de oler sus bodegas, de oír el crujido de su tablazón al pisarla, de sentirlas, de dar rienda suelta a la imaginación y evocar un viaje único e
irrepetible. También la magnífica ambientación, déjame decir, realizada por la empresa Volumen, Huelva, de Juan Manuel Seisdedos, como todos
los demás espacios del Muelle, pues son sin duda alguna, otros de atractivos: el Barrio medieval, la Isla del Encuentro, la Exposición del Siglo XV y el Audiovisual que recrea el Viaje del descubrimiento...
P. - ¿Cuáles son tus mejores y peores recuerdos profesionales?
R. - Bueno, si me centro en mi último trabajo en La Rábida, y digo La Rábida, porque a los dos años de la apertura del Muelle se creó La Unidad de Gestión de la Rábida, puesto que la Diputación Provincial es propietaria de varios espacios más, como son; El Foro Iberoaméricano, el Parque Botánico José Celestino Mutis –el 25% pertenece a Palos de la Frontera-, la Casita de Zenobia, los Jardines del Monasterio y naturalmente el Muelle de las Carabelas y como los espacios dependían de varias áreas distintas se decidió aglutinarlos todos en el Área de Cultura y me nombraron Director de la mencionada Unidad de Gestión. Resultó un complicado y a la vez apasionante reto, y el trabajo se multiplicó. Así como el número de personas a mi cargo y las actividades, pero mereció la pena, pues supuso un gran impulso para el Paraje de La Rábida en todos los ámbitos: cultural, turístico, económico y, sobre todo para la imagen de La Diputación y de Huelva.
Con el notable incremento de visitantes quedó patente la necesidad de ampliar la plantilla, pero ese era un escollo difícil de sortear. Fue sin duda uno de los peores problemas que recuerdo. Eso y tener que soportar la necedad de ciertas personas que formaron parte de los diversos equipos de gobierno de la Diputación Provincial de Huelva en tantos años.
P. - ¿Qué significa para ti Huelva?
R. - El significado que tiene Huelva para mí ha ido cambiando con el paso de los años. Yo tenía 13 años cuando nos trasladamos a vivir a Huelva, desde Rociana, donde nací, y entonces significaba dejar mi pueblo, mis amigos, mi colegio y todo cuanto yo conocía y amaba. A partir de entonces mi vida cambió por completo. Comencé a trabajar a los pocos meses, y fue realmente duro, al principio, después fui cogiéndole el “tranquillo”, a la vez que fui haciendo amigos. En esos años de juventud fui feliz en Huelva, como en todos los siguientes, ya era mi ciudad, mi hábitat natural. En Huelva me casé y nacieron cuatro de mis hijos, por lo tanto, Huelva para mí significa una parte importantísima de mi vida, donde viví hasta 1997.
P. - ¿Por qué crees que Huelva no despega de una vez?
R. - En mi opinión, principalmente por tres razones. No me cabe duda del esfuerzo que las instituciones públicas han hecho en las últimas décadas para mejorar las infraestructuras y la promoción exterior, pero a todas luces ha sido insuficiente. Por otro lado, creo que no sería justo culpar
únicamente a las instituciones, los empresarios relacionados con el sector del turismo, el ocio y la cultura, también tienen una gran responsabilidad en el asunto, todos tenemos la responsabilidad de colaborar y por desgracia no lo hacemos. Pondré un solo ejemplo: disfrutamos de unas playas y un entorno natural extraordinarios, y es lamentable ver las basuras e inmundicias que se dejan esparcidas por todas partes. Esto tiene que erradicarse de una vez por todas, porque es incívico y vergonzoso. Y por último, tenemos el Polo químico…qué decir que no se haya dicho ya.
El turismo es cada día más exigente, más ecológico y, por mi propia experiencia en La Rábida, la visión de las fábricas produce un rechazo muy negativo en los visitantes nacionales e internacionales, hasta el punto de que muchos no vuelven jamás. Para nuestros espléndidos parajes naturales el Polo Químico es su mayor enemigo.
P. - ¿Cuáles son los mayores atractivos de Huelva y provincia?
R. - De Huelva la cordialidad de sus habitantes, su clima, sus fiestas tradicionales y, sin duda, sus pescados y mariscos y su gastronomía en general. De la provincia, para mí, casi todo resulta atractivo.
R. - ¿Qué recuerdos guardas de tu niñez y qué soñabas ser de mayor?
R. - De mi madre, además de los rasgos faciales, heredé su memoria. Digo esto, porque guardo, como un tesoro, todo lo vivido en mi niñez. Nací y viví hasta los 13 años en Rociana -1954-1967, y no, no eran tiempos buenos, más bien todo lo contrario, pero no voy a extenderme en eso, porque a pesar de ello, fueron los años más felices de mi vida. Los recuerdo con nitidez y siempre he creído que para los niños, no hay nada mejor que criarse en un pueblo. Vivir en permanente contacto con la naturaleza, con los animales domésticos y los salvajes, jugar sin temores en la calle, en el campo, empaparse de la sabiduría de las personas mayores, sentirse seguro con todo tu entorno. Hay un dicho africano que deja bien claro lo que trato de explicar: “la educación y protección de los niños es responsabilidad de toda la tribu”. Pero a la hora de evocar aquellos años, lo primero que viene a mi mente son los amigos. Jamás se olvidan, al menos en mi caso. Amigos con los que aún, y han pasado muchísimos años, mantengo relaciones con muchos de ellos. Gracias a eso, los recuerdos permanecen intactos. ¿Me preguntas qué soñaba ser de mayor? Nunca pensé en ello, la vida se encargó de llevarme por aquí y por allá y me permitió cumplir muchos de mis sueños. No me quejo.
P. - ¿Quiénes han sido tus referentes en la vida personal y profesionalmente?
R. - En lo personal mi padre. Una persona extraordinaria en todos los sentidos.
Se pasó media vida trabajando en el campo y la otra media en la pescadería, en Huelva. Mi hermana Marisa y yo le enseñamos a leer y a escribir cuando ya tenía más de 40 años, antes no tuvo la más mínima oportunidad de aprender y, sin embargo, me enseñó todas las cosas que son realmente importantes en la vida. TODAS. Y me las enseñó de la mejor forma posible; dándome ejemplo de cómo había que manejarse en la vida y cuáles eran los valores y principios que jamás debíamos olvidar.
Lo recuerdo cada día de mi vida. Profesionalmente tengo a varias personas como referente, pero voy a mencionar solo una: Iñaki Gabilondo. Y ahí lo dejo.
P. - ¿Cuáles son tus aficiones y a qué dedicas tu tiempo libre?
R. - Más que mis aficiones yo diría mis pasiones, porque siempre me ha apasionado todo lo que realmente me gusta. El cine, la lectura y la fotografía desde que era un niño, y te contaré el por qué de cada una de ellas.
Mi abuela materna, Mamá Oña, me llevaba al cine todos los días, desde que yo tenía 5 años. Me apasionó desde la primera película que vi; Fumanchú. Por su parte, mi tío Juan, hermano de mi madre, siempre me regalaba libros de aventuras. Y me pasó lo mismo que con el cine, y otro de mis tíos, Juanín, un gran futbolista profesional, a la vuelta de jugar su primer partido en Tenerife, me trajo una cámara fotográfica. Yo tenía 7 años y desde entonces no he parado de hacer fotografías. También amo las plantas y en la actualidad le dedico el tiempo libre que me deja mi hijo pequeño. Que no es demasiado. Sigo leyendo y escribiendo todo lo que puedo y saliendo por ahí a pasear con la familia.
P. - ¿Con qué personaje te gustaría tomarte un café y qué le preguntarías?
R. - Hay muchas personas a las que admiro y por lo tanto podría decirte varias, pero me vas a permitir que cambie el enunciado de la pregunta y ponga: “Con qué personaje te hubiera gustado…”, sin ninguna duda con Gabriel García Márquez, pero desgraciadamente ya ha fallecido. Qué le preguntaría? Un millón de cosas.
Manuel, amigo, ha sido todo un lujazo y un honor que hayas visitado esta sección de entrevista y tal y como hemos hablado fuera de micrófono, nos debemos una cervecita o un buen café, de manera que no vamos a demorarlo, estamos en contacto e iremos con un buen amigo nuestro que también tiene ganas de ese encuentro.
Un abrazote grande.