Manolo Correa o la soledad dentro de su soledad
En este recorrido que estamos haciendo para conocer cómo transcurre el confinamiento de algunas personas relevantes dentro de nuestra sociedad, hoy hemos estado en contacto con Manolo Correa.

En este recorrido que estamos haciendo para conocer cómo transcurre el confinamiento de algunas personas relevantes dentro de nuestra sociedad, hoy hemos estado en contacto con Manolo Correa.
A Manolo lo conocí en Isla Cristina hace casi 50 años, junto con su siempre inseparable mujer Amparo Beltrán, que nos dejara desgraciadamente hace unos años.
Los carnavales son nuestro nexo de unión. Desde entonces, nuestra amistad ha ido creciendo y puedo decir que es un auténtico lujo tener a Manolo como amigo. Persona amable, cordial, culto, siempre dispuesto a colaborar con quien se lo pida... De fácil conversación, por lo que estar con él de cháchara es una gozada.
Como no podía ser de otra manera lo he llamado algunos días para charlar con él. Ahora le he pedido que me haga una valoración de todo lo que está pasando y empieza así:
"Este confinamiento obligado por la pandemia que nos azota a muchos nos va a recomponer la cabeza, cuando volvamos a la vida cotidiana (por desgracia no a todos). Cosas que antes ya no pensabas, han comenzado a tomar valor en tu vida. Hoy me ha ocurrido algo que me ha hecho retroceder en el tiempo (nunca mejor dicho).
Resulta que a mi reloj de pulsera se le ha agotado la pila, entonces fui al cajón donde tengo varios relojes y todos estaban en igualdad de condiciones, pero he ahí que uno de ellos era muy antiguo, me fijé y era de darle cuerda, creo que la última vez que utilizado sería allá por 1975. Lo cogí, puse en hora y le di cuerda, hoy vuelve a ser dueño de mi muñeca izquierda".

¿Cómo es un día tuyo en este encierro?
"Hablando de horarios, he cambiado los míos al estar encerrado, ya que me levanto más tarde, desayuno, almuerzo y ceno todo con tres horas por encima de mi horario normal, el reloj ya no manda, así esta siendo todo. Tengo un cuartito de desahogo donde guardo todos mis "cachivaches", lo he ordenado y ahora me sobra sitio, es increíble. He encontrado libros, discos, CD's y apuntes, que creía haber perdido, todos sobre Flamenco, Rocío, Huelva, Semana Santa, Romerias o Sevillanas entre otros. También me he dedicado a componer para los amigos, que cumplían años, en este intervalo de tiempo, se las he grabado y enviado como felicitación. He tenido tiempo para leer libros que solo había comprado, para repasar temas a medio componer y acabar con ellos de una vez. Amén de usar bastante tiempo en mi pecado capital "la cocina". Tengo que reconocer que soy un desastre culinario, pero hay que comer todos los días, para ello cuento con el auxilio de mis hijas y algunos magnánimos vecinos, que conocen mis malas artes de cocinero. Llevo bien la conservación de la casa y el lavado de la ropa, lo del planchado no tanto, pero como estoy solo si hay arrugas no se ven. El teléfono ocupa mucho lugar, pues los amigos y amigas con los que antes me encontraba por la calle y bastaba con un "hola que hay", ahora el único medio de comunicación y acercamiento es el teléfono, más todas las tonterías que nos enviamos".
¿Que esperas de esta situación?
Espero que más pronto que tarde nos den el alta, aunque los mayores como yo dicen que estamos a la cola de la salida, por lo tanto seremos los últimos a salir al recreo (castigados por la edad). Espero que los mayores, en este tiempo, hallamos vuelto a darle valor a las cosas que antes para nosotros tenían y que los jóvenes hayan aprendido que no todos es tan fácil en la vida como hasta ahora se lo habíamos puesto en algunas cosas.

Manolo, ¿quieres añadir algo más?
"Espero y deseo la alegría de vernos por la calle, para encontrarnos y recibir los abrazos y los besos perdidos, que muchos lo veían como algo "pesado" y que ahora lo echamos en falta. Bueno pues abrazos y besos por doquier, para todo aquel que los quiera recibir y gracias por los vuestros".
A mí me resta comentar que Manolo Correa, en estos últimos meses, ha estado luchando para la confección de un monumento a su hija Amparo Correa, que tan jovencita se nos fue y que tendrá su ubicación en la rotonda de la estación de Renfe, donde se recuerde a su primogénita, persona que tanto luchó por las raíces de esta tierra y fundamentalmente por el fandango.
La llegada de este virus ha parado en seco las actividades que tenía previsto junto a su compañero de fatigas Manolo Catalán, pero obviamente, esperando y deseando que cuando se retorne a la sociedad se pueda seguir adelante y Amparo tenga su reconocimiento popular con este monumento.
También he de añadir que Manolo en estos días y a petición mía le ha puesto música a unas sevillanas dedicadas a la Virgen del Robledo, patrona de mi Constantina natal, que compuso nuestro inolvidable Eduardo Fernández Jurado, las últimas que escribió y que han quedado preciosas.
Tú bien sabes lo que significaban estás sevillanas para mí. !Muchas gracias Compadre!
Amigo Manolo, un abrazote fuerte, cuídate, y eso sí, aprende a cocinar.
