martes. 14.05.2024
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César Corpa: "Hay que conseguir que el valor añadido de lo que Huelva produce se quede en nuestra tierra"

Se asoma hoy a nuestras páginas César Corpa Martínez, al que he conocido hace poquitas fechas y me alegro de ello, pues es una persona interesante y con la que es una auténtica gozada compartir una charla
César Corpa: "Hay que conseguir que el valor añadido de lo que Huelva produce se quede en nuestra tierra"

Se asoma hoy a nuestras páginas César Corpa Martínez, al que he conocido hace poquitas fechas y me alegro de ello, pues es una persona interesante y con la que es una auténtica gozada compartir una charla, esperando poder seguir haciéndolo y disfrutar de momentos como el de hoy. 

Nuestro protagonista, si bien ha dedicado su vida profesionalmente a la educación, también ha tenido tiempo para destacar en muchos aspectos de lo que habitualmente llamamos cultura. Fundó y dirigió durante años el Grupo “LA GARROCHA”, que vino a traer aires de renovación al mundo del teatro aficionado en Huelva allá por los años 70, presentó programas de música en Radio Juventud y sobre todo de cine en Radio Nacional, impartió cursos de fotografía y realizó algunas exposiciones con premios a nivel nacional, participó en el Plan de Dinamización Cultural que puso en marcha el Ayuntamiento en los Colegios de Huelva, donde promovió cursos sobre el lenguaje cinematográfico con rodaje de varias películas en Súper-8 por parte de los alumnos asistentes. Y ha tenido una dedicación casi profesional al mundo de la pintura con más de cincuenta exposiciones dentro y fuera de España y con obra en instituciones y colecciones particulares. Ahora, ya jubilado, reparte su tiempo entre la pintura y el teatro, sin duda sus dos grandes pasiones.

Y me cuenta mi amigo y paisano Bernardo Navarro, que lo conoce bien, que jugaba al fútbol extraordinariamente. 

Dejando patente su amabilidad, cuando me pongo en contacto con César para realizar esta entrevista, acepta del "tirón", y este es el resultado de un ratito de lo más interesante:

P.- ¿Qué opinión tienes de la situación que estamos viviendo?

R. - Sin duda es problemática. Se nos están juntando demasiadas complicaciones y casi sin haber terminado de salir de la pandemia surge la invasión de Ucrania por parte de Rusia con todas las implicaciones que eso supone: escasez y encarecimiento de la energía y de los cereales, vuelta a la política de bloques y mayor gasto en armas en detrimento del gasto social. Si a todo eso se le suman los problemas derivados del cambio climático con estas olas de calor y las inundaciones y gotas frías que nos anuncian para el próximo otoño cuesta trabajo ser optimista. Por otra parte, si nos vamos a Asia, el conflicto China-Taiwan comienza a dar la cara y puede también afectarnos de manera directa paralizando las fábricas de medio mundo al dejarlas desabastecidas de microchips y demás componentes electrónicos indispensables en los procesos de producción. Y el problema del agua, que puede ser terrible si no tomamos conciencia de su gravedad y no empezamos a considerarlo prioritario. Y la subida del precio de los alimentos. Y la inflación que nos hace más pobres. Y la dificultad casi endémica de nuestros políticos para entenderse y ser capaces de pensar y actuar juntos ahora que vienen mal dadas. Todo eso en un país que cada año aumenta en su desigualdad social, aumenta el número de ricos, aumenta el de pobres y se reduce el papel y la importancia de las clases medias, que son las que dan cohesión a la sociedad. Los gobiernos, el central y el autonómico, deberían atajar este problema con una política fiscal adecuada cuanto antes, pero más bien nos llevan por el camino contrario, al menos este que tenemos más cerca.

Por poner una nota de optimismo entre tanta negatividad señalar y destacar que haya funcionado la reforma laboral y que cada vez hay más compatriotas trabajando con un contrato indefinido, que la economía española sigue creciendo y que siempre hemos sido un país que se crece ante las dificultades.

P.- ¿Cómo crees que ha cambiado la vida después de dos años de pandemia y sobre todo en el mundo de la enseñanza y la cultura?

R. - La pandemia nos ha hecho mucho daño a todos, en todos los aspectos. En la enseñanza y en el mundo laboral los efectos han sido catastróficos, hasta el punto de que hemos tenido que reinventarnos y asumir otras formas de relación laboral. Por poner una nota positiva, en lo que respecta a la enseñanza a distancia y al teletrabajo se han dado pasos de gigante de cara al futuro, lo cual está muy bien. Parecía que en la sanidad también íbamos a tomar conciencia de su valor e importancia, pero ahí, una vez pasado lo más duro de la pandemia, hemos vuelto a las andadas permitiendo que se siga deteriorando un sistema de salud que en algún momento fue modélico y un referente a nivel mundial. 

En cuanto a la cultura creo que el impacto también ha sido muy grande, sobre todo en aquellas profesiones que trabajan de cara al público, músicos y actores especialmente. Y no solo los músicos y los actores sino todos los profesionales cuyo trabajo tiene que ver con la música o con el teatro, que son muchísimos. El mundo del cine también lo ha pasado mal, sobre todo el sector de la exhibición con las salas cerradas y películas que no se han podido estrenar. Los pintores, escritores y, en general, aquellos que construyen su obra en soledad, quizá se han visto menos afectados, pero todos, sin excepción, lo han pasado muy mal y a muchos les está costando mucho trabajo remontar a la situación anterior a la pandemia.

P.- ¿Has pasado miedo en algún momento?

R. - Personalmente no. He tenido la suerte de que la mayoría de mis amigos y personas cercanas han pasado el COVID sin mayores problemas. Eso sí, me ha afectado mucho el no poder reunirme con muchos de ellos, físicamente me refiero. Disfruto mucho con las comidas en grupo en casa de cualquiera de los amigos y con la charla alrededor de una copa de vino y eso, lamentablemente, no ha podido ser.

P.- ¿Cómo valoras la labor de los políticos en general ante la pandemia?

R. - Valoro positivamente a los que se han puesto al lado de la gente que peor lo estaba pasando. 

Hay quienes han pasado la pandemia en un chalet con jardín y piscina, pero ha habido muchísima gente que la ha pasado hacinada en un piso pequeño y sin terraza ni balcón y a esos me refiero. 

Valoro a los Gobiernos que han tenido la sensibilidad de arbitrar medidas que hicieran más llevadera la situación a los más desprotegidos, a los sectores de población más vulnerables, también a esos Alcaldes que llevaban la compra en los pueblos a los que vivían solos y no podían salir. Ha habido mucha gente con puestos de responsabilidad que han demostrado su categoría humana en esta crisis. Por el contrario, mi censura más terrible para los que dejaron morir a cientos de ancianos en residencias públicas en la más absoluta soledad y sin derivarlos a ningún hospital. Hay imágenes y relatos de esos días, los más crudos de la pandemia, que nunca los podré olvidar. Mi censura también para -políticos o no- los que aprovecharon para hacer negocios no del todo limpios. Ese espectáculo bochornoso de los que se enriquecen a costa de la miseria de los demás es algo que, desde mis convicciones, me cuesta mucho trabajo entender.

De todas formas y dejando aparte lo anterior pienso que, en general, la labor de los políticos que tenían la obligación de gobernar no ha sido mala. Ahora, con vacunas y saliendo de la pandemia, es fácil criticar las actitudes y las decisiones que se tomaron, pero en aquellos momentos había muy pocas certezas incluso entre los propios médicos, se sabía muy poco de la enfermedad y de cómo enfrentarnos a ella y se dieron muchos palos de ciego aquí y en el resto del mundo. En esta crisis del COVID, como en cualquier otra crisis, se ha echado de menos eso que te decía antes de remar todos a una y en la misma dirección.

P.- ¿Qué proyectos tienes para el futuro y qué haces ahora?

R. - Yo estoy jubilado, como ya sabes, así que mi futuro es éste, el ahora del que trato de disfrutar llenándolo de aquello que me gusta. Sigo con mis aficiones, pero sin prisas ni agobios, y cambiando de una a otra según se tercia. Sigo pintando lo que me gusta y cuando me apetece, pero sin la meta ni el objetivo de una próxima exposición, disfrutando de la pintura. Si en algún momento reúno suficiente obra igual decido exponerla, pero ahora mismo es algo que ni me lo planteo. Por otra parte me gusta mucho el teatro y veo todo lo que viene a Huelva, sin descartar alguna que otra escapada a Madrid si hay algún montaje que me interese mucho. Ahora en verano soy asiduo al Festival de Niebla y al de Moguer y trato de asistir al Teatro del Mar si traen algo a Punta. Y escribo teatro, que es algo que no hacía antes habitualmente. Tengo una obra ya terminada sobre la represión a los docentes al término de la guerra civil. Y otra también acabada, histórica, sobre la Toledo de Alfonso VI, la de las tres culturas y las tres religiones tratando de convivir en paz, cuando el infante Sancho, que llevaba en sus venas sangre visigoda de su padre y sangre Omeya de Zaida, su madre, pudo haberse convertido en sucesor de Alfonso y rey de León y Castilla. 

Fundamentalmente es una obra sobre la intolerancia llevada a cabo por los de Cluny y el Papa en la parte cristiana y por los almorávides en las taifas andalusíes. Me parecía que era un tema interesante y de actualidad este de la intolerancia entre culturas y religiones y me fui al siglo XII, que es un recurso que se utiliza con mucha frecuencia. Ahora estoy recabando información sobre el problema ético que plantean los avances en ingeniería genética. Me interesó mucho cuando leí SAPIENS de Harari y según voy descubriendo lo que puede ser el futuro me parece un tema absolutamente apasionante. Y luego me encanta pasear por la ciudad, por la playa o por la marisma, disfruto viendo a Arguiñano y tratando luego de emularlo en la cocina, me gusta el bricolaje, me gusta mucho ver deporte en televisión, fútbol especialmente, sobre todo si juega el Madrid. No me aburro, como puedes ver.

P.- ¿Qué recuerdos guardas especialmente de tu etapa en los medios de comunicación?

R. - Me ha gustado mucho la radio desde siempre, como oyente, pero es cierto que hubo una época en que intervine de una manera más activa. Fue cuando Radio Nacional de España en Huelva tenía programación propia y mi amigo Enrique García Izquierdo preparaba un programa tipo magazine con varias secciones. Enrique era el conductor, el que dirigía el espacio, y Gustavo Castillo 

y yo éramos los colaboradores. Yo me ocupaba fundamentalmente del cine y fue a raíz de esa experiencia cuando empecé otro programa, éste de música -música muy relajante- y poesía en Radio Juventud. Grababa los programas los fines de semana y luego se emitían de madrugada, un poco en el estilo del loco de la colina, salvando las distancias. Más tarde tuve un espacio sobre cine en Radio Nacional de Huelva que duró varios años, pero el recuerdo que tengo es que fue muy frustrante; el programa me permitía hablar de cine en general y hacer la crítica de lo que se exhibía en Huelva, pero las películas más interesantes raramente venían aquí, lo que a mí mismo me generaba importantes lagunas para estar al día en lo que a cine se refiere, de ahí la frustración que te comento.

Era difícil o casi imposible hablar de los grandes directores o movimientos cinematográficos cuando había películas fundamentales que no había tenido ocasión de ver. Finalmente lo dejé.

P.- ¿Cuáles han sido tus momentos más gratificantes en el mundo de la cultura?

R.- Son muchos los momentos gratificantes que he tenido a lo largo de los años en lo que a la cultura se refiere. Recuerdo ahora mismo los inicios del grupo de teatro “LA GARROCHA” y el entusiasmo que poníamos para suplir la falta de medios en cualquiera de los montajes que hicimos. 

La ilusión que generaba todo aquello. La Semana de Teatro que organizamos en Junio del 72 en la Casa de Cultura de Huelva sin apenas escenario, ni luces, ni decorados y con seis obras en días consecutivos que, a día de hoy, me parece algo increíble. Representamos “Los viejos no deben enamorarse” de Castelao, “Encuentro con la poesía de Lorca”, “El mendigo o el perro muerto de Bertold Brecht, “El rabo” de José Ruibal, “Oratorio” de Jiménez Romero y “El retablillo de don Cristóbal” de Lorca. Y todo ello hecho por un grupo aficionado compuesto por alumnos del Colegio Menor y varias amigas que se sumaron a la aventura de hacer teatro. Dentro de un par de meses va a salir un libro que recoge la trayectoria de “LA GARROCHA” y que ha preparado un profesor de la Universidad de Granada. 

He disfrutado mucho también con la pintura, otro tipo de disfrute en la soledad del estudio jugando con las formas, los colores y las texturas. Y hablo de disfrute cuando a veces es un sufrimiento, te desesperas si no sale nada, pero cuando insistes y el cuadro empieza a fluir y tener sentido se viven momentos de una especial intensidad. O revelando y manipulando las fotografías en el cuarto oscuro. O escribiendo ahora, el día que me pongo con el teatro y consigo que esa determinada escena que vengo imaginando desde hace días quede redonda al llevarla al papel. Y seguramente hay otros muchos momentos más, y enormemente gratificantes, viendo cine, escuchando música o leyendo. Me considero afortunado de haber sabido disfrutar y de seguir haciéndolo con eso tan etéreo que llamamos cultura. 

P.- Estuviste en el embrión del grupo Jarcha. ¿Qué significó para ti y qué recuerdos guardas?

R. - JARCHA surge en el Colegio Menor “Santa María de la Rábida”, en la calle Marchena Colombo, junto a lo que entonces se llamaba La Morana. Conseguimos crear un gran ambiente cultural en el Colegio y aquello fue el mejor caldo de cultivo para que surgieran propuestas interesantes. Cuando yo llegué, en el 70, ya existía la Revista Oral TRIBUNA y un periódico colegial que se editaba a multicopista y en el que hacían sus primeros pinitos poetas o dibujantes que luego destacaron a nivel nacional, pero muy pronto se puso en marcha un Grupo de Teatro y más tarde un Cine-Club y un Coro mixto con las chicas del Colegio Menor femenino. Mi hermano Ángel se incorporó como Educador al año siguiente y me propuso crear un Grupo Folk, que era algo que se llevaba mucho en aquellos años. Así surgió, como una actividad más del Colegio. Estaba Ángel, varios alumnos del Colegio, Maribel, Lola, Antonio Angel, Cris… Eran muy creativos, sonaban muy bien y poco a poco fueron incorporando temas del folklore de Huelva y le pusieron música a textos de Brecht o de Nicolás Guillén que yo les facilitaba. Llegó un momento que necesitaban un nombre y les sugerí este 

de JARCHA y lo aceptaron, me cabe esta satisfacción. Luego empezaron a volar por su cuenta, pero sus raíces estaban ahí, en aquel Colegio.

P.- Sin embargo y a pesar de tanta actividad cultural tu profesión ha sido la enseñanza.

R. - Es cierto, aunque a mí me gusta más el término educar o formar que el de enseñar. Fui Educador en los Colegios Menores de Cuenca y de Oviedo y más tarde Preceptor del Colegio de Huelva. Posteriormente pedí mi plaza de maestro y me destinaron al Colegio que había en la Barriada “José Antonio”, el Colegio que más tarde se llamó -y se llama- “Juvenal de Vega”. Y allí estuve hasta mi jubilación, primero como profesor y más tarde como Director e impartiendo algunas clases.

P.- ¿Qué opinas de la situación de la educación en España?

Que es manifiestamente mejorable. El informe PISA sobre competencias educativas no nos deja en buen lugar y habitualmente nos sitúa por debajo de nuestros socios europeos y eso no es 

bueno de cara al futuro, sobre todo de cara a la inserción laboral de nuestros jóvenes en un mundo cada vez más interconectado. ¿Qué es lo que falla?, pues seguramente muchas cosas. 

Si nos fijamos en el sistema educativo de Finlandia, al que se viene considerando desde hace años el modelo a imitar, allí, por ejemplo, para financiar la educación se dedican más de dos puntos del PIB con respecto a lo que se destina en España, y eso utilizando datos del 2018, que se empezó a recuperar, porque llevábamos diez años en los que la financiación estaba bajando. Dos puntos del PIB son muchos millones de euros que podrían servir para mejorar aquellos aspectos que dependen del dinero. Por centrarnos en otro tema capital, todos los informes destacan en Finlandia la excelencia del profesorado en cuanto a preparación, motivación y consideración social, hasta el punto de que muchos de los mejores expedientes universitarios acaban dedicándose a la educación. 

No es el caso de España, desgraciadamente. Por otra parte la sociedad finlandesa es muy igualitaria, 

todo lo contrario de nuestro país, que destaca por la desigualdad social y que va en aumento. Y es muy importante este aspecto porque ellos han establecido que la equidad debe ser uno de los pilares básicos de su sistema educativo de forma que la enseñanza sea universal, pública y gratuita. 

Y destaco lo de pública porque aquí se producen también muchas diferencias. La enseñanza privada en Finlandia supone un 3% del total, nada comparable a lo nuestro, que somos el cuarto país de Europa con más colegios concertados, lo que dificulta esa equidad que tanto valoran en Finlandia. 

Con mucha frecuencia y sobre todo en los núcleos urbanos donde hay gran cantidad de colegios concertados y privados, los alumnos más necesitados de apoyo, bien por su extracción social, su falta de interés y motivación o sus capacidades intelectuales, terminan en la enseñanza pública, que poco a poco termina degradándose si no se le pone remedio a esta situación. Por seguir aportando datos, en Europa el 81% de los estudiantes acuden a centros públicos y en España es de sólo el 68%.

Y no vale el argumento de que la enseñanza pública y la concertada son iguales al estar ambas financiadas por el Estado. Todos los que hemos estado dedicados a la enseñanza hemos visto cómo la concertada o la privada hacen algún tipo de selección en su alumnado con el beneplácito de las autoridades educativas de uno y otro signo. Otro dato es que el número de alumnos por profesor, la ratio, es más bajo que en España, lo que permite una educación más individualizada. En cuanto 

a la forma de enseñar, en Finlandia, y en la mayoría de países que pudiéramos tomar como modelo, se trabaja habitualmente en un aprendizaje por proyectos, que implica una metodología más activa y colaborativa y que tiene el valor añadido de que es interdisciplinar, incidiendo en la resolución de 

problemas cercanos al alumno, lo que aumenta la motivación, y en el que el papel del profesor consiste fundamentalmente en guiarlo mientras este investiga y construye su propio conocimiento.

Hace años, en mi etapa como Director del Colegio Público “Juvenal de Vega” varias compañeras implantaron en su Ciclo el aprendizaje por proyectos y los resultados fueron magníficos. Me consta que son muchos los Colegios en los que grupos de maestros trabajan con esta metodología, pero de ahí a que se generalice en todo el sistema educativo hay un abismo.

P.- ¿Qué crees necesita Huelva para despegar de una vez?

R. - Avanzar todos a una y en la misma dirección. Hace un par de meses, cuando la salida de la Hermandad de Huelva hacia el Rocío, se publicaron en las redes sociales unas imágenes que me impactaron porque eran el mejor ejemplo de esto que te digo: un río de gente, una multitud, que ocupaba toda la calle, que caminaba incontenible y a la que no se le veía el final. Ya ocurrió cuando Huelva reclamó su Universidad. Un pueblo, una ciudad puesta en pie y caminando decidida hacia su  futuro. Lo contrario de la apatía que a veces se detecta.

Huelva es muy rica y muy diversa. La agricultura, la pesca, la minería, la industria, la ganadería, el potencial turístico, el puerto, los espacios naturales, el clima y las horas de sol al año creo que ya son unas palancas de cambio y desarrollo de un enorme potencial. Sólo con esto que acabamos de enumerar Huelva debería tener garantizado su desarrollo, su riqueza y el trabajo para todos. Y ahora ha surgido una nueva oportunidad de despegar, ahora podemos convertirnos en 

líderes en la producción de hidrógeno verde, que está llamado a ser la energía del futuro más cercano si las inversiones que se han realizado cumplen con las expectativas. Y por otra parte está 

el Proyecto CEUS, que nos posiciona en el sector aeroespacial más puntero. Uno contempla estos proyectos -que ya están en marcha- y se siente optimista de cara al futuro de Huelva, de nuestros jóvenes si se forman adecuadamente y saben coger este tren. ¿Qué falta? Que sepamos hacer bien las cosas, que nos creamos que somos capaces de ir hacia adelante.

Lástima que tengamos sin resolver, como una espada de Damocles, las balsas de fosfoyesos como herencia indeseada de un modelo de desarrollo equivocado. Es urgente mejorar 

sustancialmente las comunicaciones con Extremadura, con Portugal y con el resto de Andalucía. Y tratar de solucionar el problema del agua, cada vez más acuciante. Tenemos la Universidad, pero creo que nos faltan empresarios con visión de futuro y capaces de conseguir que el valor añadido de lo que Huelva produce se quede en nuestra tierra.

P.- ¿Qué significa para ti Huelva?

R.- Huelva es el lugar que he elegido para vivir. Llegué en el año 70 del siglo pasado y aquí sigo por voluntad propia. Aquí están mis hijos, mis nietos y mis amigos, la gente a la que quiero.

Llevo cincuenta y dos años aportando mi grano de arena y luchando por esta ciudad y me siento con derecho a llamarme onubense aunque haya nacido en Cuenca y la continúe llevando muy dentro. 

Por otra parte amo a esta tierra, que me sigue pareciendo un paraíso, aunque haya que mejorarlo día a día poniendo cada uno lo mejor de sí.

P.- ¿Qué recuerdos guardas de tu niñez?

R. - Tengo muchos recuerdos de mi pueblo, de la escuela en la que aprendí a leer, de tener una familia muy grande y sentirme muy querido, de mis amigos de entonces, de haber sabido desde 

siempre cómo crece un tomate y de haber tenido gallinas en casa. De haber sido un niño de pueblo, con lo que ello comporta de contacto y comprensión de la naturaleza.

P.- ¿Quiénes han sido tus referentes en la vida personal y profesionalmente?

R. - Ha habido muchas personas a las que he admirado y de las que he tratado de aprender, pero por citar a alguien quiero tener un recuerdo para D. Alberto del Pozo, profesor de Filosofía y 

Director de la Normal de Cuenca. Sus clases, en las que había continuas referencias a la antropologíay a la historia de las religiones me siguen pareciendo inolvidables. Y ya que cito a un profesor, otro recuerdo a D. Emilio Alarcos Llorach, en la Universidad de Oviedo, que me inculcó el gusto por la corrección en el lenguaje. Con frecuencia y de manera inconsciente me sorprendo analizando sintácticamente lo que oigo por ahí. Se lo debo al profesor Alarcos.

P.- ¿Con qué personaje te gustaría compartir una cena, por qué y qué le preguntarías?

R. - Uff, hay tantos… Jesús de Nazaret sería una muy buena compañía, y Teresa de Jesús me parece un personaje fascinante, como mujer y como poeta, pero igual desciendo de las alturas y 

elegiría a Ulises para que me contara en primera persona y en una o varias cenas su viaje de regreso a Ítaca. Con un buen vino griego que le soltara la lengua sería una magnífica experiencia. Y no le preguntaría nada, le dejaría hablar.

P.- ¿Qué es lo que valoras y detestas del ser humano?

R. - Valoro la honestidad, la autenticidad, el vivir y actuar de acuerdo con lo que se es y se piensa. 

Valoro al que no hace trampas, ni en el juego ni en la vida. Valoro al que sabe cumplir con su trabajo y lo realiza de la mejor forma posible. Valoro al que sabe tender una mano al que viene detrás y sin pedir nada a cambio. Y no me gusta la gente que ensucia la ciudad con papeles, bolsas de plástico, ruidos o residuos del tipo que sean. O con su presencia, que es lo peor, con actitudes incívicas y faltas de respeto al resto de conciudadanos. Tampoco me gusta la gente que grita. Si esas personas cambiaran de actitud nuestro entorno sería más vivible y la convivencia más fácil y gratificante.

César, ha sido todo un lujazo compartir este ratito de charla contigo, y me sorprende que no hayamos coincidido antes, sobretodo, habiendo tenido grandes amigos comunes, como Enrique García Izquierdo y Gustavo Adolfo Castillo Rey, e incluso tu hermano Angel quien ponía la nota musical a los programas que yo hacía desde Matalascañas en el hotel Flamero con Santiago