viernes. 26.04.2024
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Antonio de Padua Díaz: "Creo en la vacuna como barrera eficaz contra esta temible enfermedad"

Antonio de Padua Díaz, un onubense de Huelva capital, licenciado en historia, arqueólogo y periodista. Entre otros trabajos dirigió excavaciones en la Cartuja de Santa María de las Cuevas, Sevilla, y el Castillo de Santa Olalla del Cala.
Antonio de Padua Díaz: "Creo en la vacuna como barrera eficaz contra esta temible enfermedad"

Traemos hoy a nuestra serie de entrevistas diaria en tiempo de pandemia a un antiguo compañero de trabajo, con el que siempre me he llevado muy bien, y aunque hace tiempo que no coincidimos, en muchas ocasiones se me vienen a la mente frases o situaciones de él que se han quedado grabadas y aunque no se las he dicho nunca, cualquier día cuando coincidamos se las contaré, pero cada vez que voy a El Portil, al llegar a remontar la cuesta que da acceso al Cruce, se me viene a la mente. Me estoy refiriendo a Antonio de Padua Díaz, un onubense de Huelva capital, licenciado en historia, arqueólogo y periodista.

Entre otros trabajos dirigió excavaciones en la Cartuja de Santa María de las Cuevas, Sevilla, y el Castillo de Santa Olalla del Cala.

En el diario Huelva Información ejerció como corrector y redactor. Columnista semanal de los periódicos El Mundo edición Huelva, Odiel Información y, puntualmente, Huelva24, también coordinó un programa de debate político en el canal audiovisual Teleonuba. Ha sido redactor y director de El Sembrador Radio y Televisión. Así mismo, dirigió los mensuales Viva Palos y Viva Gibraleón.

Tiene publicados varios libros de poesía y prosa poética. Amante de la naturaleza y defensor del medio ambiente, aboga por el endurecimiento de las penas contra los maltratadores de animales, tanto domésticos como silvestres, la conservación de los cabezos de la capital y poder volver a bañarse en la Ría de Huelva, logros que serían posibles con dirigentes más valientes y honestos.

Una vez que ya conocen un poquito más al invitado de hoy nos ponemos manos a la obra y comenzamos a charlar para conocer sus opiniones.

P. - ¿Qué opinión tienes de la situación que estamos viviendo?

R. - La situación es insólita para toda la Humanidad actual, no solo para una parte de los habitantes del planeta; pero no es excepcional. A lo largo de la Historia han existido pandemias que asolaron continentes enteros; por ejemplo, la peste negra de 1348 o la gripe a principios del pasado siglo XX.

Ahora bien, lo que sucede ahora, al menos desde mi punto de vista, es que el hombre, el homo sapiens que pensaba que podía transformar y deformar su antojo y provecho en todo momento la naturaleza, se ha dado de bruces con una realidad que le supera. Si a ello le añadimos que la ciudadanía en general vive en la cultura del hedonismo, de no querer ver la enfermedad y la muerte -como si no existieran-, solamente el lado divertido de la vida sin querer afrontar problemas, y la falta de inversión en ciencia en España, el shock ha sido y es tremendo, sumiéndonos primero en el bloqueo, después en la desesperanza y finalmente en el escepticismo.

P. - ¿Cómo crees que cambiará la vida después de la pandemia, sobre todo en el mundo de los medios de comunicación?

R. - Bueno, los cambios los estamos observando casi desde que comenzó la pandemia: crisis económica y social, cierre de empresas y Ertes, desempleo de miles de trabajadores, colas del hambre. Ruina, en definitiva, como acarrea toda gran crisis sanitaria.

También hay cambios como el teletrabajo, las consultas médicas telemáticas o telefónicas y las citas previas que antes no eran necesarias para un montón de cosas que se van quedar, coartando la libertad de los ciudadanos y la posibilidad de acceso a recursos de las diferentes administraciones públicas, con el consiguiente hastío hacia la clase política y el funcionariado, y una mayor incapacidad para relacionarnos más allá de nuestros entornos cotidianos.

En lo que hace referencia a los medios de comunicación ya lo vemos también: invitados telemáticos en televisión, consolidación definitiva de la digitalización de la prensa escrita, mucha realidad virtual y cada vez mayores trabas para poder ejercer una prensa libre. Esto último es lo que más debería preocuparnos como sociedad democrática y libre, como Estado de Derecho según la Constitución de 1978. Sobre todo desde que China se erija en líder mundial a todos los niveles si Biden no consigue cohesionar nuevamente a la sociedad estadounidense (ya lo es en el ámbito del comercio internacional gracias a las consecuencias desastrosas para Estados Unidos y Europa del coronavirus generado en ese país del Lejano Oriente). Si China se impone por desgaste americano tendremos un imperio económico neoliberal gobernado por una dictadura comunista en la que puedes tener mucho dinero pero ninguna libertad.

P. - ¿Has pasado miedo en algún momento?

R. - No soy nada valiente, la verdad, pero miedo no he pasado ni lo siento en estos momentos. Respeto sí, lógicamente, ante la Covid-19 y preocupación por la situación de nuestro país en particular, claro, pero miedo no.

P.-¿Qué proyectos tienes para el futuro?

R.-Ver a mi hija feliz, a mis perros contentos y poder jubilarme dentro de no más de cuatro o cinco años. Dedicarme a ser dueño de mi tiempo para leer, hacer deporte, escuchar música, pasear junto al mar o dejarlo pasar tirado en el sofá. Es decir, hacer lo que me dé la gana en todo momento.

P. - ¿Qué es lo que has echado de menos en estos 11 meses que llevamos  pandémicos?

R. - Supongo que lo que la inmensa mayoría de compatriotas: poder abrazar, besar, tocar y oler con absoluta libertad y confianza. Poder ver con tranquilidad a tus seres queridos, a familiares y amigos, las relaciones sociales. Apreciar una sonrisa en el otro sin el triste telón de una mascarilla. El ser humano es feliz a través de los sentidos y la pandemia nos ha segado, como una guadaña, el tacto, y a los contagiados también en ocasiones el gusto y el olfato.

P. -¿Cómo ves la situación en Huelva?

R. - Salvar la Navidad, que determinaron políticos de uno y otro signo, significó hundir la Sanidad, al menos desde mi punto de vista. No hay más que ver los datos de contagios, enfermos y muertes. Esto también ha sucedido en Huelva.

Es cristalino, transparente, que sin confinamientos severos prolongados, con ayudas directas a los principales sectores afectados por el mismo - como son los casos de la hostelería y el comercio no esencial- y una aceleración en el ritmo de vacunación, hasta que no se inmunice, vía contagio o vacuna, la inmensa mayoría de la población no saldremos adelante con rumbo, entonces ya sí, fijo hacia la recuperación. Lo demás son paños calientes, pan para hoy y hambre para dentro de un rato.

P. - ¿Qué es lo que más te ha disgustado de estos meses?

R. - La imbecilidad de aquellos que niegan la pandemia. La irresponsabilidad de la gente que se cree invulnerable al contagio y la enfermedad. A todos ellos les recomendaría que visitaran algún hospital y piensen en las personas que quieren. También la hipocresía del personal aplaudiendo en los balcones durante el confinamiento y después, levantado éste, no respetando las normas más básica de prevención.

P. - ¿A qué crees que se debe la falta de responsabilidad y protección en una parte de la sociedad que no acata las recomendaciones sanitarias?

R. - En primer lugar a que en este mundo existe la idiotez; estamos a diario encontrándonos con algún tonto (o tonta). Y por mucho que razones con el memo siempre te replicará con algún argumento del tipo ‘el virus no existe’ o ‘a mí no va a pasar nada’. Contra estas ‘argumentaciones de peso’ no puedes hacer nada, francamente, o al menos a mí no me apetece dedicarle un solo minuto al tonto.

Después también es cierto que la ciudadanía entra, como decía al principio de esta entrevista, en la desesperanza y el escepticismo al ver que por pasan los meses y que la situación no mejora de manera notable y más o menos rápida. Fíjate en los datos de la tercera ola, terribles. Se pasa de la paciencia y cumplir las normas a la frustración y la irritabilidad, y de ésta a la desobediencia, al ‘me da igual, paso, yo voy a vivir mi vida’. Finalmente, en lo que respecta a los jóvenes que montan fiestas o se van de botellón, no los disculpo, claro que no. ¿Pero sabe qué pasa? Que las hormonas están revueltas, los conceptos del yo no definidos, llevar la contraria está en ellos sistemáticamente y, además, la juventud se cree eterna. ¿Quién de nosotros con 20 años pensaba en la enfermedad y la

muerte? Ninguno.

P. - ¿Qué te parece la actuación de los políticos en general ante esta pandemia?

R. - Mira José Luis, a todos los gobiernos del mundo les pilló a contrapié este maldito virus. No es fácil luchar con acierto desde el minuto uno ante un nuevo virus expandiéndose rápidamente de manera tan letal. Ahora bien, echo en falta lo de casi siempre en esta España nuestra, más aún en situaciones como ésta que nos asola: unión de todos los dirigentes políticos nacionales ante esta tremenda catástrofe sanitaria, desde ese mismo minuto uno precisamente. Dejar a un lado las críticas y la soberbia, cambiarlas por la colaboración y el consenso en estos tiempos de emergencia nacional, aparcar diferencias por el bien común de la nación y sus habitantes.

P. - ¿Te gustaría ser de los primeros en vacunarte?

R. - Sí, me gustaría, pero hay que saber esperar a que te toque, no seamos como algunos caraduras que se han saltado la fila. Pero sí quiero ser vacunado; creo en la vacuna como barrera eficaz contra esta temible enfermedad.

P. - ¿Cómo valoras el papel de los medios de comunicación en estos meses pandémicos?

R. - La prensa en general deber ejercer su imprescindible labor con total libertad e independencia. En todos los países democráticos existen medios a un lado y otro del espectro político que defienden sus respectivas posiciones. Creo que desde sus opuestas trincheras informativas realizan una labor impagable para el conjunto de la sociedad, seas de izquierda o derecha.

Desde mi punto de vista lo que debería hacer el ciudadano es no quedarse sólo en un lado, sino leer también lo que publica el ‘enemigo’ y después sacar sus propias conclusiones individuales. Así se fomentaría algo muy necesario para que las sociedades avancen en dirección correcta: la capacidad de análisis y crítica; algo, por cierto, que parece no fomentar ningún gobierno en España desde hace lustros.

P. - ¿Y el de las redes sociales?

Las redes sociales, por lo general y con honrosas excepciones, sirven para el postureo, para colmar la fatua vanidad del individuo o individua que de ellas hace uso. A ello hay que añadir la locura por la inmediatez; la paciencia ha desaparecido, todo ha de ser en el momento y ser visto por los demás al instante de suceder o mientras acontece. Un auténtico disparate que no sirve para crecer como persona, sino para convertir al individuo en idiota feliz por un ratito.

Añadir que, para colmo, hay quienes a través de las redes sociales están haciendo un daño terrible a los incautos con la difusión de falsedades y mentiras sobre el coronavirus, incluidos algunos líderes mundiales que provocan vergüenza ajena, indignación y rabia.

P. -¿Quieres decir algo para finalizar esta entrevista?

Sí, por favor, siquiera brevemente. Ojalá se preocuparan los gobernantes de todo el mundo en hacer desaparecer para siempre una pandemia que lleva décadas causando muchas más muertes que la Covid-19: el hambre y la sed de millones de personas que viven en la miseria en numerosas partes del planeta. Esto sí que tiene solución y no se aborda y radica completamente.

Mirar para otra parte y no exigir a quienes presiden naciones y gobiernos su desaparición debería avergonzarnos como seres humanos y civilización.

Antonio, me ha encantado echar este ratito de charla contigo. Espero que tus proyectos de hacer lo que te dé la gana se cumplan y que ya nos veremos físicamente y si es posible más pronto que tarde. Un abrazote.