viernes. 19.04.2024
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Luis de Vega, el onubense que cruza fronteras para contar historias en imágenes

Desde Libia, Irak o Guinea Bissau hasta El Rocío. Más de una treintena de países y un mismo objetivo: su vocación periodística de mostrar realidades capaces de llegar al alma a través de fotografías
Luis de Vega, el onubense que cruza fronteras para contar historias en imágenes


Su nombre volvía a resonar con fuerza hace unos días tras la reciente publicación de su libro 'Rocieros. Peregrinos del siglo XXI’. Un trabajo en el que el periodista y reportero gráfico Luis de Vega (Huelva, 1971) ha recopilado "más de cien fotografías realizadas a lo largo de la última década mientras acompañaba a los peregrinos por los diferentes caminos que llevan a El Rocío, así como la procesión del Lunes de Pentecostés y el traslado de la Virgen a Almonte".

Sin embargo, esta no es la primera publicación que Luis de Vega realiza recopilando fotos rocieras. Ya en 2003 participó en un libro editado por la Fundación El Monte, cuyo prólogo estuvo a cargo del mismísimo Carlos Herrera.

En diariodehuelva.es hemos hablado con el periodista y fotógrafo onubense para que nos cuente más sobre los inicios de una carrera que, años después, lo llevaría a  recorrer una treintena de países con una cámara de fotos en la mano.

En sus más de dos décadas de trabajo ha cubierto guerras, hambrunas, terremotos, golpes de estado, movimientos migratorios y acontecimientos de todo tipo. Ha estado con reyes, presidentes, papas y estrellas del deporte, la literatura, el cine o la música. Pero de todo ello se queda, dice, "con el hombre de la calle".

"Cuando yo empiezo a mediados de los años 90 a hacer fotos de la Romería de El Rocío ya llevaba varios años viviendo fuera de Huelva (este año se han cumplido 30 desde que me fui a estudiar Periodismo a Salamanca). Aquel reportaje fue, no sólo una forma de ahondar en el mundo de la fotografía sino también una forma de volver a casa, a Huelva. Y, claro, El Rocío también es un tema accesible y barato, que no requiere de grandes preparativos, ni de una producción importante con el que un joven reportero puede empezar a ganar tablas en el oficio", comparte el periodista.

"A mí me sirvió de muchísimo porque yo mismo montaba los carretes en blanco y negro en mi casa y después los revelaba en mi propia habitación del piso de estudiantes que compartía en Madrid. También fue útil conocer y ver trabajar sobre el terreno a compañeros como Tino Soriano, con el que mantengo la amistad desde hace 25 años"

De esta forma, Luis de Vega asegura que el libro 'Rocieros. Peregrinos del siglo XXI' que acaba de presentar "hereda aquella forma de fotoperiodismo que aprendió en los años 90 por los caminos rocieros, pero esta vez son fotos ya hechas con cámara digital y todas en color".

Aunque la vocación de periodista lo ha acompañado siempre, al onubense el amor por el oficio no le viene heredado, de manera directa, por sus padres: "en mi familia había algunos antecedentes de periodistas como mi abuelo Jacinto o mi tío Aurelio, pero soy hijo de un doctor en Traumatología y, seguramente, que me fuera por ahí de reportero no era lo primero en lo que hubiera pensado mi padre. Pero sé que acabó estando orgulloso de lo que yo hacía", confiesa emocionado.

En cuanto a la cámara de fotos, fue durante sus años de Facultad en Salamanca cuando empezó a plantearse el hecho de poder acompañar sus reportajes y noticias con sus propias fotos.

"Es verdad que por entonces esta no era una materia en la que se ahondara mucho y era raro que un plumilla llevara cámara, por eso tuve que empezar a aprender con fotógrafos que, en general no eran fotoperiodistas, en la Asociación Fotográfica de Salamanca. Fueron ellos los que me dieron el primer empujón".

"Cuando llegué al diario ABC hubo un subdirector que me dijo que no podía hacer las prácticas en la sección de los fotógrafos porque alguien con una carrera y un máster en Periodismo ha de escribir y los fotógrafos llevan cámara porque no saben coger un boli. Pasé más de 20 años en ese periódico y, aunque mi contrato era de redactor, casi siempre compaginé ambas tareas, la de redactor y la de fotógrafo. Hoy en día, en el diario El País, aunque oficialmente soy redactor, sigo con frecuencia acompañando los textos con mis fotos", recoge.

Sus trabajos más destacados

Para de Vega, "existen trabajos que llaman más la atención que otros, como cuando cubres acontecimientos en países lejanos, estás en conflictos armados o tu cobertura de algún asunto tiene una especial repercusión en los medios". Sin embargo, el periodista recuerda, especialmente, algunos momentos que han marcado un antes y un después en su trayectoria como reportero:

"Recuerdo la primera vez que escuché disparos de cerca. Yo no había hecho la mili y me estremecí. Fue en Palestina hace dos décadas. La Intifada fue una escuela para mí y para muchos otros periodistas".

Pero, a pesar de la intensidad de las guerras, Luis se sigue emocionando  cuando echa la vista atrás y su memoria lo lleva a la crudeza de las migraciones:

"Más allá de las guerras, cuyas heridas suelen seguir abiertas cuando los reporteros regresamos a casa y que llaman mucho la atención a los lectores, yo he pensado mucho acerca de la condición humana cubriendo las rutas de la emigración. Después de conocer muchos de los sitios de donde salen, sé que yo sería uno de ellos si estuviera en su misma situación. Pero no debemos olvidar nunca que un periodista tiene historias a la vuelta de la esquina, en el rellano de su escalera, en la parada del autobús…".

El onubense, sin embargo, ve igual de necesario contar una guerra mundial como el cierre de un teatro de Madrid: "yo ahora mismo soy redactor de la sección de 'Madrid' de El País, cubro historias cercanas, noticias que suceden muy cerca, pero que no dejan de ser necesarias de contar como el cierre de un teatro, asesinatos, la historia de un emigrante que nunca quiso montarse en la patera y que leía a Calderón de la Barca y Cervantes en Senegal…", explica.

¿Cuál ha sido la experiencia profesional más gratificante?

"Lo más gratificante es haber conocido a seres humanos de una categoría increíble, personas que me han abierto las puertas en los momentos más dolorosos y duros de su vida, personas que me han dado lecciones impresionante de generosidad, de afán de superación y de optimismo frente a las peores adversidades. Apareces como reportero en una guerra, un terremoto o una crisis por hambre o sequía y siempre hay alguien dispuesto a contar su historia. Muchas veces me he preguntado ¿Qué haría yo en una situación así? ¿Respondería a las preguntas de un reportero al que no conozco con el cuerpo de mi hijo muerto al lado o con mi casa recién destruida?".

Por ello, a lo largo de su recorrido profesional, Luis de Vega ha aprendido "a saborear cada momento bueno de nuestra vida primero porque no sabemos cuándo nos encontraremos con el punto final y porque, por muy mal que estemos, es probable que haya alguien que esté peor que nosotros. Me gusta que, sin entrar en detalles escabrosos, mis hijos se den cuenta de que viven mejor que muchos otros niños de su edad, que vean fotos de otros países en los que ha estado su padre, de otras realidades…"

"Puede sonar esto a demagógico y lacrimógeno, pero creo que es bueno que sepan que la felicidad no se mide solo con el nivel de batería del teléfono o la tablet".

¿Con qué lado de la comunicación te quedas?

"Hablar de comunicación no es exactamente hablar de periodismo. Yo me quedo con el contacto directo con la realidad. Por muchas redes sociales y tecnología de la que dispongamos, no podemos estar lejos de aquello que vamos a contar. La proximidad ha de seguir siendo uno de los pilares esenciales del periodismo.

Y en ese contacto con las personas, Luis habla de aquellos que más le han llegado al corazón durante su trayectoria profesional:

"Ahora que acabo de publicar mi segundo libro de El Rocío, he de recordar a algunas personas que he conocido a lo largo de todos estos años en los caminos. Hay una familia de Dos Hermanas, los Martín Barbero, con el padre, José Manuel “El Bimbo”, y la madre, Antonia “La Rispa”, a la cabeza que son un pozo sin fondo de generosidad y humildad. Personas de las que hay que aprender cada día. Los conozco hace más de veinte años, he visto crecer a sus hijas, nacer y crecer a sus nietos… Experiencias como esta dan mucho más valor a mi trabajo como reportero", comparte.

Miles de momentos que también hoy el periodista pone sobre la mesa rememorando curiosas anécdotas de su paso como corresponsal por lugares como Senegal:

"Como anécdota puedo contaros que siendo yo corresponsal del diario ABC en el norte de África un día me robaron la cartera con todo el dinero y toda la documentación menos el pasaporte en el norte de Senegal, en la ciudad de San Luis. Seguí trabajando sobre el terreno algunas semanas gracias a que un colega de la competencia, del diario El País, compartió su dinero conmigo. Hoy soy yo el que trabaja en El País. Esos detalles no se olvidan nunca".

De esa experiencia sobre el terreno como fotorreportero y periodista surgió hace algunos años la idea de fotografiar bodas. Es el proyecto "Estar sin Estar", que realiza actualmente el periodista.

Sobre el lanzamiento de un nuevo trabajo con Huelva como protagonista, Luis asegura que, de momento, tendrá que esperar:

"La verdad es que ahora mismo no tengo nada de eso en mente. El otro día me preguntaban en la ruda de prensa del libro “Rocieros” si habrá segunda parte. Yo creo que no, sinceramente. No al menos algo como lo que acabo de publicar, que ha llevado una década y he podido hacer con mucho tiempo y mucha libertad", afirma.

Desde Libia, Irak o Guinea Bissau hasta El Rocío o la magia de una boda. Más de una treintena de países y un mismo objetivo: la vocación periodística de mostrar realidades capaces de llegar al alma a través de fotografías.

El onubense Luis de Vega, claro ejemplo de que en Huelva no sólo hay talento, sino grandes personas capaces de cambiar el mundo a través de principios que, más allá de una profesión, dejan huella en las sociedades.