LENANÁ. Desde San Pedro hasta La Giralda llena el cielo de elegancia

A finales de los setenta, cuando la década de los ochentas se abría como un solecillo invernal, viví como estudiante de Derecho mi último curso de la licenciatura, en la calle Chicarrerros, justo en frente a la espalda del Ayuntamiento, en plena Plaza de San Francisco. Por aquellos entonces esta zona formada por la plaza citada y la de El Salvador, entre otras, con calles con solera como Álvarez Quinteros, Francos, La Cuesta del Rosario y un largo mapa de ruas perdidas en sus años y su soledad, se caían en el olvido de un pasado esplendoroso. El callejón de Chicarreros que desembocaba en Álvarez Quintero, paralela a la vez de Francos y se unían con Chapineros solo era posible contemplarlo en su esplendor las mañanas luminosas de Sevilla. Edificios decimonónicos y anteriores mostraban la Sevilla rancia e influyente de aquellos momentos en los que los últimos rescoldos de La Américas imponían aún su sello burgués eficiente. Zona de residencia mercantil donde las hubiera y todavía en esos rescoldos podemos ver el Hotel de Los Mercaderes o en donde hoy en día tiene su sede el Colegio de Abogados, en calle Chapineros, cuyo significado no es otro que el que trafica con chapina, tiendas de telares infinitos y almacenes de ignotos artículos.

Pero aquello es otra historia. Treinta y seis años después la zona sigue conservando su elegancia burguesa de siglos pasados, como una aureola de madurez enriquecida por el tiempo. Todo pasa y todo se transforma y Sevilla es la ciudad donde esto puede pasar sin que nada varíe un ápice. Los nuevos comercios, ley de vida, se asientan en la zona sin que sus nuevas fachadas mermen en ningún supuesto la historia de otros de estrechas puertas y pequeños ventanales por escaparates donde se siguen exhibiendo desde cualquier prenda sacra, o crucifijos de todo tipo y riqueza hasta antiguas y desusadas prendas de casa. Ley de vida. Pero de vida plena donde lo nuevo encoge con humildad su esplendor y rinde pleitesía a aquellas firmas que no se han dejado llevar por la fuerza del viento, de las calores y de los años.

Y así en el número 17 de la calle Álvarez Quintero, como en un cuento, nos encontramos un claro ejemplo de lo explicado. Se trata de un nuevo establecimiento en el que se nota que sus dueños han puesto todo su fervor, ilusión e imaginación. Su fachada es un compendio perfecto entre el modernismo liso sin disonar con la fachada isabelina sevillana. Trás los hermosos y amplios escaparates podemos dimensionar en su totalidad el carácter y espíritu de sus creadores. El interior minimalista conjuga como un guante con elementos barrocos como ricas lámparas y muebles de nobles maderas enriquecidas con los años. Yo diría que es un estilo muy definido al de la marca que se indica en la fachada. LENANÁ. Es una tienda que tiene que gustar a la fuerza, espaciosa, con visibilidad ni sobre cargamento. Es una tienda que pretende, y lo consigue, la capacidad de adaptación de los clientes a la misma, su personalización, su aceptación. Además, la introducción de estos elementos barrocos y rococós en el mobiliario sobre el minimalismo de su estructura, aparte de conseguir un grado intenso de armonía, el concepto confort consigue llevar al visitante al nirvana de la tranquilidad y el sosiego.

Pero, ¿qué es LENANÁ? ¿ Quienes están detrás de LENANÁ? Detrás de este nombre comercial, que también tiene su historia, se encuentran dos hombres que hunden sus raíces en las mágicas orillas de la costa de La Luz, aunque en extremos distintos. Son dos personas de carácteres afables, de una personalidad que van transmitiéndola en cada mirada riente y educada que suelen regalar; trabajadoras sin noción del tiempo y sobre todo que forman un equipo humano y profesional fuera de toda duda. Son José Calso y Jesús Lepe o Jesús Lepe y José Calso, por aquello que tanto monta…

No es mi objetivo realizar aquí una loa de estos dos personajes, ni mucho menos. Pero el conocimiento personal , que me ha traído como regalo su amistad sincera, me lleva a escribir con el corazón confundido con la razón. Y es que en este caso corazón y razón son conceptos idénticos e inseparables. Eran ya suficientemente conocidos, tanto en huelva como en Sevilla, en el mundo de los complementos y artesanias, de la decoración o de cualquier elemento susceptible de ser convertido en una obra de arte por medio de un pendiente, un collar o un anillo, al ser productores exclusivos de importantes firmas cuando montaron su primera tienda-taller en la calle Garci- Fernández, de Huelva. Habían decidido dar el paso de abrirse al público en general y exponer sus manjares decorativos. Ya pude definir entonces sus ingenios y creatividad cuando lograron transformar un espacio lóbrego de no más 30 metros cuadrados en una boutique de rancio abolengo y selecto aspecto con un aire y una disposición típicamente sevillana en su aroma que supuso todo un antes y un después en el comercio onubense.

Dentro de un cubiculo que concibió como taller podía verse a cualquier hora del día, fuera laborable o festivo, la cabeza lisa de Jesús Lepe trabajando el material como una antigua estampa del mercader judío en el zoco y la figura elegante y sobria de José Calso dando los retoque al templo de la creación textil y artesanal que había conseguido crear en aquellos ralos y escasos treinta metros cuadrados. El interés del público fue total y una auténtica y rítmica caravana de nuevas clientas entraban y se hacían con las preciadas mercancías salidas o traídas de las manos de estos dos artistas. En mi calidad de periodista les solicité en varias ocasiones que modelos no profesionales, amigas comunes, fueran fotografiadas con sus abrigos o modelos como auténticas reinas para mis reportajes. Y siempre resultó un resplandor de luces y colores en sus ediciones de la prensa digital.

Pero estos activistas del trabajo y de su profesión no tienen límites en sus inquietudes. Sacando tiempo de donde no hay más que 24 horas participaban en aquellos eventos o certámenes donde solicitaban su caché, dejaban sus prendas, acudían a Ferias de todo tipo y solo de vez en cuando, con los dos pares de ojos desorbitados, accedían a sentarse en la terraza del bar cercano a fumar un cigarrillo que se consumían entre volutas de creaciones calladas, creaciones nacidas en el secreto de la luz del cigarrillo, y añoraban la llegada del verano para poder descansar un tiempo.

Y pasó lo que tenía que pasar. La tienda de Garci-Fernández se les quedó pequeña y miraron hacia la calle comercial por excelencia de la ciudad y, en concreto, sobre un local en el que podrían crear todos los sueños creativos e imaginativos que poseen. En calle Rábida, 14, ante una inusitada expectación, abrieron su nueva tienda que fue acogida por toda la Huelva social como un milagro de la estética, del confort, de la belleza y de la elegancia. Las formas y las distancias entre los elementos, la riqueza de sus envoltorios decorativos, las paredes rústicas que bailaban también con lo barroco de lo decorativo eran algo que hasta ese momento desconocido por muchos. Una nueva forma de vender, una nueva forma de atender, una nueva manera de asesorar desde la confianza y la observación conjunta, una nueva forma de tratar para llegar a un final indisoluble, la amistad sincera entre el cliente y el vendedor.

Doy un vuelco a la narración para volcarme en la presencia de tantos clientes de Huelva, de tantos amigos diría, que no quisieron perderse ni por asomo la inauguración de LENANÁ en Sevilla y compartir con Calso y Lepe, o Jesús o José, la alegría que sentían. Por ello, entre copas y copas, entre bocados exquisitos. me fuí encontrando a muchos amigos comunes.

Entre ellos a la preciosa Jueza del Juzgado de Lo Penal núm, 3 de Huelva, Stella Sanjosé que no paró de alabarme su amor por los protagonistas, por lo espectacular de la decoración del establecimiento y el gusto exquisito y personal de todos los artículos. Ella fiel compradora de los productos LENANÁ es una de las muchas mujeres que ponen sus gustos al servicio del buen entender de estos caballeros. También cerca de ella, se encontraba Fátima Hani rodeada de personal femenino. La propietaria gala de Le Petit Café, en Huelva, iba radiante en un traje que no logré examinar debido a los muchos galanes que la rodeaban, pero si pude deleitarme con su rostro fresco parisino y esos ojos luminosos que posee. Nos saludamos y despedimos con dos besos que solo vimos nosotros.

Tengo que destacar la presencia en este Acto de mi musa particular. La psicóloga y modelo Cristina Fuentes. Aparte de ser mi fuente de inspiración desde el primer momento que la vi en la presentación de la nueva colección de la firma de ropa ecológica AIBY Craft, en Huelva, hace ya algún tiempo, es la imagen de LENANÁ. Cristina Fuente es una chica que posee todo lo que una modelo puede pedir. Es bella a rabiar, estilizada sobre un cuerpo realizado por la mano del Supremo, inteligente, y es propietaria de unos ojos y miradas que son capaces de cristalizar el tiempo y el silencio. Junto a ella se encontraba La Dama del Saber de la Elegancia Onubense. Carmen Calle. Con una trayectoria amplia y ser reconocida y solicitada por las clases “selectas” del País no sólo por la amistad que les une a casi todas ellas, sino por su capacidad en la elaboración de diseños de todo tipo, tanto en vestidos cuanto en telares o cortinajes. Gran modista además sus trajes son de una exclusividad que pocos se pueden permitir llevarlos. Puede tanto con la decoración de una casa como en dejar a una mujer como la princesa de cualquier evento. Esta señora. además, se ha convertido en una especie de fetiche para LENANÁ y ha puesto sus dedos y sus creaciones e ideas al servicio de estos dos artistas.

Otra de nuestras onubenses ilustres con la que pudimos hablar brevemente fue con nuestra cubana de Huelva, Yasury Mayari. La grandísima diseñadora de ropa ecológica sigue en su lucha particular contra la corriente, no ya de ropas realizadas fuera del mercado nacional, de las multinacionales y el tratamiento de productos inorgánicos para la creación de prendas de vestir. No obstante, ella sigue en su mundo creativo y su marca AIBY Craft arrancando aplausos por media Europa y América del Norte. Por otro lado, la vi totalmente cambiada en su look. El pelo corto al flequillo, bastante más delgada y con cara hermosa y relajada embutida en un perfecto traje negro coronando los lóbulos de sus orejas unos preciosos pendientes rojo y verde. Tenía prisa un compatriota cubano la esperaba en Huelva para acudir a la inauguración del Festival Iberoamericano de Cine.

Otra de las invitadas, Claudia Alfar Adame, diseñadora de Complementos Flamencos y Mantones en su firma de venta on line Azaranda, lucía bellísima en un traje complemento en piel negra. Esta guapa licenciada en Derecho, sevillana de corazón y semanasantera por pasión, sigue en escalada por hacerse un hueco importante en el difícil mundo de lo Flamenco en una ciudad donde últimamente están saliendo demasiados “aficionados” al mismo.

Quién tampoco podía faltar era Alexandra Muñoz. Nuestra hermosa onubense siempre ha sido el alter ego en los desfiles y trabajos fotográficos de LENANÁ poniendo toda su capacidad y habilidad a la hora de peinar y maquillar a las modelos y reflejándose como un perfecto complemento al diseño telar de LENANÁ. Para esta ocasión llevaba un precioso vestido corto estampado de talle alto y mangas que le hacía resplandecer en su maravillosa figura.

Y entre las muchas caras conocidas que entraban y salían del nuevo local no podía dejar de escapar a “mi ojito derecho”, que estaba acompañada por su compañero. Me refiero a Raquel Morales y que en breve puede convertirse en “Chica LENANÁ” en Huelva. Sería el fichaje más grandioso de estos dos empresarios por su gran experiencia en el sector, por lo delicado de su trato y por lo exquisito de sus formas. Esta morena de ojos cristalinos y profundos, que evocan la profunda sensación del verbo amar, con un rostro pincelado por la mano mágica de la ventura, es todo un éxito en el negocio donde esté. Siempre va elegante porque es elegante, así que la tarde noche de este viernes no fue una excepción con un traje verde de seda de inigualable caída que hacía sobresalir sin pretenderlo aún más su perfecta figura femenina.

Y no podía cerrar este espacio de visitantes sin hacer alusión a dos grandes señoras de la moda. Una, sevillana, que no pudo acudir por tener abierto su local, Caviar, en la cercana Plaza de San Salvador, Paul Macias y Marta Durán, onubense, economista metida en tareas de diseños de mantones y mantoncillos, que si quiso estar con sus amigos Jose y Jesús y a la que le robé un momento para visitar a mi siempre querida Paul Macías.

Y ahora si. Ahora me tengo que despedir haciendo alusión a unas personas sin las cuales nada de esto hubiera sido posible. José Celso y Jesús Lepe serían dos grandes trabajadores posiblemente sumidos en el anonimato si estos señores progenitores no hubieran inoculados en sus corazones el espíritu de superación, de grandeza y de ingenio que les ha servido siempre como vereda invisibles en su largo, difícil y tortuoso camino andado para llegar al día grande de hoy donde los corazones de todos manan lágrimas imparables de emoción. Gracias a los señores Lepe y a los Calso. Pero permítanme una última debilidad. A usted, señora. A usted, cuyos ojos cansados siguen vivos y bondadosos como solo una madre puede tenerlos. A usted, que con solo esa expresión de paz y poder puede impulsar el valor del más cobarde. A usted, señora, Doña Justa Mora, le dedico estas humildes palabras.