jueves. 25.04.2024
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Carmen Martagón. 28 relatos en una maleta que nos hará pensar

Carmen Martagón. 28 relatos en una maleta que nos hará pensar

Pienso a través de la pintura imaginativa de su vida, que Carmen Martagón Enrique guarda la esencia de la niña de La Huerta Mena que con su maleta iba contenta y feliz al colegio cercano del “25 años de Paz”, así denominado por aquél entonces la antigua escuela pública modelo en muchas cosas de la didáctica onubense, de la Avenida Pio XII. Alegre, tímida, aplicada, buena estudiante. Consciente desde pequeña que la aplicación en el estudio y en las tareas era totalmente compatibles con los juegos infantiles. Aunque estos no fueron nunca su perdición. Prefería el calor del lar familiar, la reunión de mesa de camilla con su madre, sus abuelos y su hermano menor. El padre, transportista, pasaba muchas temporadas fuera de la casa. Así sin cambiar, porque nunca cambió su forma de ser, pasó al Instituto Femenino donde estuvo hasta los dieciocho años, al finalizar el COU. Y sus aficiones se repartían entre los deportes, le encantaban el baloncesto y el tenis hasta que un a lesión de rodilla le impidió su práctica, y estar con su abuelo, cuya figura se va a convertir en algo fundamental en su formación y orientación literaria futura. Además, hambrienta siempre de aprender y conocer, unas de sus delicias era sentarse a escuchar a los mayores en sus historias lejanas de guerras y postguerra, en aquella vida de entonces, aquellos años oscuros que marcaron a una serie de generaciones y los que vinimos detrás tanto trabajo nos costó arrancar de nuestra piel, de nuestras costumbres y de nuestros colores.

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La joven Martagón tenía in mente hacer periodismo, sin embargo un profesor de Filosofía en el Curso de Orientación Universitaria le hizo ver la conexión existente entre esta materia y la psicología como ciencia del conocimiento de nuestra psiquis y le metió el gusanillo dentro del cuerpo. Ella siempre dada a compartir y ayudar vió en ello una oportunidad de darse a los demás. Y así se presenta el año 1987 cuando Carmen no tiene duda alguna al elegir entre marcharse a Sevilla a estudiar Psicología o un medio novio algo anclado en un provincialismo obtuso que le había dado a elegir entre su futuro y un amor en precario y subyugado. Y llega a Sevilla con becas frutos de su esfuerzo académico y una maleta cargada de sueños e ilusiones. Desde su piso de estudiante en la Gran Plaza domina la ciudad. No le amedranta las distancias y se lanza a recorrer todos los rincones de la ciudad, a palpar el aire y el aroma de cada calle por muy recóndita que fuera. La Sevilla intramuros conoció de sus suspiros y de sus ojos negros desparramados entre los naranjos en flor de cualquier plaza de esa villa árabe, romana, visigoda o castellana. Esa Sevilla sabia y mágica de cantes sin cantor, de música sin instrumento, de cultura en el ambiente y de poesía entre los labios. Fue la mejor época de su vida y se integró tanto a y en ella, Sevilla, que hasta sus fiestas de primaveras las sintió como suyas. Y, así como de una película de final feliz se tratara, el fin de la licenciatura coincide con La Expo del 92 y se impregna de la nueva savia que inunda la ciudad y que sabe compaginar la innovación con la tradición. Así, enamorada de todo, de la vida, de su profesión , de sus amigos, consigue, al finalizar la Licenciatura, una beca de investigación en el Hospital Militar de Sevilla y es en Hispalis donde comienza su formación práctica laboral.

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Y llega nuevamente a Huelva donde pronto se hace un hueco importante en el mundo de la Psicología. Primero entra a trabajar AONUJER, donde se encuentra y enfrenta con los problema psicológícos derivados de la adicción y todas sus variedades y matices que la enriquecen profesional y humanamente. A la par también colabora y trabaja con la asociación de mujeres CAMINAR. Tiene tanto trabajo que decide abrir consulta propia en la calle San Cristobal de nuestra ciudad en 1,996 y que mantiene durante seis años. Hay razones personales que priman sobre lo profesional y tiene que compatibilizar su trabajo con los frutos de matrimonio. Dos hijos que le quitan muchas horas de sueños y les regalan emociones que no quiere perderse. Así que en 2003 deja incluso su puesto en Desarrollo Local de Empleo en el Ayuntamiento de Huelva, después de tres años en el mismo, por no poder compatibilizarlo con la educación de sus hijos. Sin embargo, y con un horario mucho más funcional para sus intereses, aprueba y consigue plaza en la Comunidad Campiña-Andévalo, con sede en Beas. Luego trabaja, por plaza conseguida por oposición, como Agente Local de Empleo en el Ayuntamiento de Gibraleón hasta que se produce el sonado despido colectivo de 2.012.

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Su amor por la escritura comienza de una forma atípica y siempre al lado de su abuelo,. Ya en el colegio solía ganar los concursos escolares de redacción que se presentaba. Tenía la pluma presta y la imaginación viva. Y, si ello fuera poco, el abuelo, al que le encantaba la lectura y el cante, la introdujo en el embriagador y mágico mundo músical de las letras cantadas. Siempre había canciones en la cabeza del gran padre y ella a su lado las escribía en un cuaderno cuantas letras recitaba.

carmen06Ella era una esponja auditiva y sensitiva de todas esas historias que de la boca del abuelo salían, fuera de su imaginación, fuera de su realidad histórica. Y ella los recogía, los redactaba y los guardaba. Así en su época sevillana su afición por la escritura creció enormemente. Aparte de su Diario, escribía sobre todo lo que le sucedía, sobre las calles o plazas que la encandilaban o sobre situaciones humanas curiosas. Conserva montones de carpetas con aquellos escritos que quizás algún día se decida a releer y publicar. Porque para Carmen Martagón la escritura es una forma de vivir. Dice ser muy blanca y positiva escribiendo. No descarga sus penas en sus escritos, sino que pretender mostrar la soluciones a los problemas cotidianos de la vida.

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Y así nace “Equipajes sin Nombre”. Se trata de un libro de 28 relatos sobre temas sociales. Trata de la persona, de sus sentimientos. De la locura o de la cordura. De todas aquellas situaciones vivenciales en las que las personas estamos expuestas en nuestro devenir por la vida. Cada relato se encuentra perfectamente encajado en una ambientación diferente según lo requiera la situación. La portada del libro es de Rocío Escudero y se ha basado en una foto atemporal con olor y color vintage en el que la modelo, que por cierto es una preciosa chica que resulta ser su hija, a través de su atuendo y de los motivos de la imagen te transporta a otra época. Ha intentado y lo ha conseguido, traducir todo aquello que Carmen Martagón pretende transmitir en su obra. Algo vintage y sencillo, en definitiva. Esta obra, por cierto, será presentada por la autora Carmen Polanco este jueves 30 de marzo, a las 7,30 horas de la tarde, en el Salón Rojo de La Casa Colón. El público asistente se va a encontrar con un libro hecho para remover las conciencias. Ella espera que emocione, que sea un libro que enseñe, que sirva para algo más que para ocupar un lugar desocupado en una librería. Sin lugar a duda, quién conozca el trabajo y la sensibilidad de Martagón, sabe que esto es imposible.cmar3Pero el trabajo literario de Carmen Martagón no termina con la publicación de esta su opera prima. Ella sigue escribiendo. A mano como siempre, con una hoja nívea de papel blanco que nunca le deja de emocionar y a través de ella compartir lo que escribe. Le gusta ser leída, ser compartida. Tiene necesidad de compartir y capacidad para hacerlo. Pero no le obsesiona publicar. Aún así tiene dos novelas rescatadas en el tiempo. Una ambientada en Huelva, otra sobre un personaje de la misma. Además, en su labor infatigable, está realizando en Sevilla un curso sobre Escritura Descriptiva y por ello el fin del mismo será la finalización de una novela que ahora está cociendo cachito a cachito. Entre sus ilusiones futuras no deja a un lado la posibilidad de publicar un libro de poesía. En fin, esta señora de las letras, aplicada y trabajadora, como aquella niña de allende, es Carmen Martagón Enrique. Un lujo tenerla entre nosotros.