domingo. 08.06.2025
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El Recre vuelve a enredarse en las espinas de los impagos

El Recre vuelve a enredarse en las espinas de los impagos

El discurso económico prevalece otra vez sobre el deportivo, a pesar de su clara influencia en el descenso de la pasada temporada. El Decano no tiene medios para evitar los atrasos y, tras el fracaso del Trust, sigue sin aparecer una oposición viable a Pablo Comas. La respuesta del vestuario será clave para saber si el equipo podrá optar o no al ascenso.

El Recreativo vuelve a cometer el mismo error. Nadie parece haber aprendido nada ni dentro ni fuera del Nuevo Colombino. El fuego que consumió al Decano la pasada temporada sigue vivo y amenaza con provocar una tragedia aún mayor.

Los continuos impagos a técnicos y futbolistas, y el manejo erróneo de la situación por parte del vestuario y el entorno del club, fueron claves en el descenso a la Segunda División B, de una plantilla que ni por asomo era una de las cuatro peores de la categoría de plata. Ahora, la historia se repite peligrosamente.

La eliminación de la Copa del Rey y dos derrotas seguidas en la Liga han abierto otra vez la Caja de Pandora. Nadie habla de tácticas, alineaciones, cambios o jugadores como Keita, Dani Molina o Ernesto Cornejo, con poco o nulo protagonismo. El discurso público en torno al Recre gira alrededor de los impagos.

Los futbolistas y el cuerpo técnico encuentran en esta situación una excusa perfecta con la que justificar su rendimiento. Nunca dirán que pierden por no cobrar, pero convenientemente alentado por algunos sectores, ese mensaje cala entre los aficionados.

Nadie debe perder de vista que el responsable último de este embrollo es el dueño, o sea, Pablo Comas hasta que se demuestre lo contrario, pero a menos que se presente una alternativa de poder real y viable, nada ni nadie va a cambiar lo que es una evidencia. Comas no tiene dinero para evitar los impagos. Y sus socios del Fondo de Inversión, tampoco.

Como tampoco lo tiene el Ayuntamiento de Huelva, que en su día canceló la anunciada compra de acciones por un millón de euros; y como tampoco lo tiene el Trust, que sólo ha podido recaudar 23.000 de los 5 millones de euros que esperaba conseguir en su 'Campaña de Salvación'.

Sin solución a la vista y con el embargo de Hacienda privando al Recreativo de sus recursos más preciados -el dinero de la televisión, en el fútbol profesional; el dinero de los socios, en Segunda B-, no hay más margen de maniobra que esperar que las gestiones de la cúpula albiazul den sus frutos.

Aunque se agradecería que los directivos ahorrasen en promesas que no tienen en su mano cumplirlas, y más aún en excusas sobre transferencias imposibles y similares, pues sólo hacen que alimentar un círculo vicioso que únicamente beneficia a quienes prefieren llamar mentiras a los incumplimientos.

Aunque la clave no está en la respuesta del club y del entorno. La clave se esconde en el vestuario del Recre. Y los impagos, sobre todo cuando vienen de lejos, no son cualquier cosa. Es una situación muy difícil, que afecta al día a día de los futbolistas y sus familias.

Es cierto que en Segunda B se siguen pagando sueldos de locura, pero no en todos los casos, no en todos los clubes. Los profesionales pueden consolarse sabiendo que sus salarios están garantizados por la AFE, pero no podrán vivir de ellos durante los próximos meses.

Toda medida de protesta está legitimada, salvo las que afecten al rendimiento en el césped. Separar lo económico de lo deportivo -como hizo Pavón con buenos resultados en su fugaz paso por el banquillo el curso pasado-, se antoja lo mejor para todos. Repetir el error de la pasada supone invitar a la catástrofe.

Mención aparte merecen los empleados, a los que se les adeudan más mensualidades que a jugadores y técnicos, mientras trabajan al mismo nivel que cuando cobraban. Y ellos no están protegidos ante el club por la amenaza de un descenso administrativo o la suspensión de los derechos federativos. Como suele suceder en este país, la ley rara vez ampara al más débil.

Deberían ser la prioridad a la hora de cobrar, aunque pocos se acuerdan de ellos, dentro y fuera de la entidad. Injusticias de un deporte llamado fútbol que por el bien del Recreativo debe seguir girando en torno a un balón, y no sobre una moneda.

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