martes. 23.12.2025
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Juan Ramón Jiménez, la voz eterna de Moguer que sigue iluminando la literatura universal

El poeta onubense, Premio Nobel de Literatura, nació un 23 de diciembre de 1881 y su legado continúa vivo 144 años después de su nacimiento

Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí.
Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí.
Juan Ramón Jiménez, la voz eterna de Moguer que sigue iluminando la literatura universal

Juan Ramón Jiménez vuelve a ocupar hoy un lugar destacado en la memoria cultural con motivo del aniversario de su nacimiento. El poeta de Moguer nació el 23 de diciembre de 1881 y, 144 años después, su figura sigue siendo una referencia esencial de la literatura española y universal, así como uno de los nombres más universales vinculados a la provincia de Huelva.

Considerado uno de los grandes renovadores de la poesía en lengua española, Juan Ramón Jiménez dedicó su vida a la búsqueda de la belleza absoluta a través de la palabra. Su obra, marcada por una profunda sensibilidad y una constante evolución estética, abarca desde el modernismo inicial hasta una poesía pura y depurada que influyó decisivamente en generaciones posteriores.

Entre sus títulos más conocidos destaca Platero y yo, publicada en 1914, una obra convertida en símbolo literario y emocional de Moguer y de toda Andalucía. Sin embargo, su producción poética va mucho más allá, con libros fundamentales como Diario de un poeta recién casado, Eternidades o La estación total, que consolidaron su prestigio internacional.

En 1956, Juan Ramón Jiménez recibió el Premio Nobel de Literatura, un reconocimiento que situó definitivamente su nombre entre los grandes autores del siglo XX. El galardón llegó en un momento personal difícil, marcado por el exilio y la enfermedad de su esposa, Zenobia Camprubí, compañera inseparable y figura clave en su vida y obra.

Hoy, en la efeméride de su nacimiento, Moguer y la provincia de Huelva recuerdan a un poeta que convirtió su tierra, su infancia y su mirada interior en materia universal. Su legado permanece vivo en bibliotecas, aulas, calles y lectores, reafirmando que la palabra de Juan Ramón Jiménez sigue siendo, más de un siglo después, un refugio de belleza y pensamiento.