La atención de Cáritas a la pobreza alcanza a 60.000 personas en la provincia
Cáritas estima que ha realizado este año más de 32.000 atenciones de las que se han beneficiado unas 60.000 personas -cuando un usuario busca ayuda se beneficia toda la familia, si la tiene-, lo que supone el 13% de la población provincial. A falta de un balance que contabilice las atenciones de prestadas por los 77 equipos parroquiales que trabajan en toda la provincia, el número de intervenciones se mantiene estable con respecto al año anterior. Se trata de una cifra nada desdeñable que da una idea de la situaciones de pobreza que se viven en Huelva. Para paliarla, 1.034 voluntarios aportan lo mejor de sí en una organización que cumple ya en la provincia 50 años trabajando con los más desfavorecidos.
La función de Cáritas es ayudar a los que no tienen nada y para ello disponen de varias casas de acogida. En el edificio que tienen en Cantero Cuadrado hay una casa de acogida para personas que están en la calle y otra para enfermos que no tienen dónde ir y un centro de día. La primera de ellas tiene 15 plazas que están casi siempre ocupadas porque "no hay un tiempo de estancia máxima. Aquí permanecen personas que no tienen casa o presos que han tenido un permiso de unos días y sus familias viven lejos, por ejemplo", señala el responsable de comunicación de la organización en Huelva, Raúl Vega. El funcionamiento es el de una casa porque "eso es lo que es -apunta Vega- y por tanto tiene sus horarios de comida, limpieza y sus normas internas".
En la casa de acogida para enfermos permanecen personas como un joven de un asentamiento de Palos que perdió su refugio por un incendio y tenía una pierna herida. Con ocho plazas disponibles -la demanda es mucho mayor, "pero los recursos son los que son", dice con resignación Vega- aquí llegan personas "para las que salir del hospital es una mala noticia porque no tienen donde ir".
El centro de día atiende a unas 800 personas a lo largo de todo el año, a razón de entre 60 y 70 personas diarias. Sus usuarios viven en la calle o en infraviviendas y acuden aquí a desayunar, darse una ducha, lavar su ropa o dejar sus pertenencias. Todo un refugio, un alivio, algo caliente que llevarse a la boca para afrontar el duro día en la calle.
Cáritas Diocesana dispone también en Zalamea de una casa de acogida para menores con ocho plazas. Conveniada con la Junta de Andalucía, aquí viven y se educan niños y adolescentes procedentes de familias desestructuradas, con problemas. Su nombre es muy significativo: 'Talita Qumi', que significa 'Levántate y anda', la frase que le dijo Jesús a Lázaro, "porque no podemos olvidar que Cáritas es iglesia", recuerda Vega.
La ONG tiene además un centro de formación y empleo donde se imparten cursos básicos, como el de pinche de cocina o camarera de piso. Fue gracias a uno de estos cursos cómo una de sus usuarias logró un empleo y normalizar su vida, algo que Vega rememora con especial cariño porque demuestra que Cáritas no sólo ayuda en situaciones límite (suministra alimentos a familias sin recursos y paga recibos de luz y agua), sino que puede lograr que personas salgan de la pobreza extrema en la que se encuentran.
Cáritas recibe financiación pública y privada a través de numerosas colectas y de las aportaciones de sus asociados, que no tienen una cuota fija, sino que donan lo que pueden en cada momento. Pero lo que realmente hace posible esta organización son sus más de 1.000 voluntarios. "Son el germen de nuestra entidad, tenemos mano de obra gratuita y en muchos casos muy cualificada, como es el caso de la casa de acogida para enfermos donde recibimos la ayuda voluntaria de profesionales jubilados del sector sanitario", concluye Raúl Vega.