viernes. 29.03.2024
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Los rastros de la toma franquista de la aldea de Las Chinas

Aunque no encontraron resistencia, la Columna Redondo protagonizó diversos incidentes
Los rastros de la toma franquista de la aldea de Las Chinas

En la mayor parte de las poblaciones serranas, las tropas que secundaron el Golpe de Estado de 1936 contra la II República no encontraron excesiva resistencia. Fueron tomados uno a uno para el bando sublevado los pueblos de la comarca sin entrar en combate, salvo en contadas excepciones. Las noticias del golpe de Estado y de la inminente llegada de tropas rebeldes desde la cercana Sevilla, impulsó a los militantes de izquierda a refugiarse en los campos o en zulos caseros, ante la escasez de recursos para hacerles frente y, sobre todo, ante el temor a la represión que se estaba desencadenando en los territorios no leales al régimen democrático.

Así sucedió en la aldea de Las Chinas, que comparten Galaroza y La Nava, en la que los milicianos de la Columna Redondo no encontraron fuerzas de oposición republicanas, por lo que no tuvo que emplearse a fondo.

Sin embargo, se produjeron un par de incidentes que tuvieron su importancia y que forman parte de los rastros o consecuencias de la toma de la aldea por parte de las tropas franquistas.

Los encargados de tomar La Sierra para el bando llamado “nacional” estuvieron capitaneados por el comandante Luis Redondo, quien al proclamarse la Segunda República se retiró del Ejército por disconformidad con el nuevo régimen. Se adhirió a la Comunión Tradicionalista y estuvo implicado en la ‘Sanjurjada’, el intento de golpe de Estado de 1932. En 1934, por indicación del higuereño Manuel Fal Conde, organizó el Requeté carlista, que puso al servicio del golpista Queipo de Llano inmediatamente después de que éste se hiciese con la ciudad de Sevilla.

Queipo le encargó la conquista de diversos territorios, entre ellos la Sierra onubense, a la que llegó en agosto de 1936, tomando localidades como La Umbría, Puerto Moral, Corteconcepción, Alájar, Santa Ana la Real, Almonaster, Cortegana, El Repilado, Linares de la Sierra, Fuenteheridos, Cortelazor, Los Marines, Jabugo, o Castaño de Robledo, y emprendiendo posteriormente camino hacia Campofrío y la Cuenca Minera.

Junto a estas tropas viajaba Bernabé Copado Agenjo, sacerdote jesuita autor de numerosas crónicas sobre la contienda fratricida y que actuó como cronista de las andanzas de Redondo, las cuales relató en una  publicación que se hizo famosa en aquellos años, denominada ‘Con la columna Redondo'. Combates y conquistas, Crónica de Guerra’, impreso en Imprenta Gavidia de Sevilla en 1937.

En relación a la toma de Las Chinas, en este libro tan sólo se  indica que se acercaron a la aldea tras tomar Jabugo, cuando iban en dirección a Galaroza, concretamente el 24 de agosto de 1936. Copado dice que allí se encontraron parapetos en la carretera y que apresaron a dos personas que se hacían pasar por requetés para pasar desapercibidos.

Para complementar lo que pasó en Las Chinas, acudimos a la hemeroteca, concretamente a los artículos de Enrique Tello Mazzariego publicados en el periódico ‘La Unión’, quien insiste en la ausencia de disturbios en la toma de la aldea. Relata que la columna partió desde Cortegana antes del amanecer del día 24 de agosto, en dirección a El Repilado, al mando del capitán García de Paredes, a quien Redondo había confiado el mando de la operación. Tras tomar El Repilado y Jabugo, se pusieron en movimiento “hasta llegar a las inmediaciones del puente existente a la entrada del cruce de la carretera de La Nava”, el Puente del Infierno.  Se pararon y el Requeté se  desplegó para controlar el lugar, “sumamente estratégico para defenderse y combatir”, ya que “desde las lomas se dominan perfectamente la carretera y la entrada del puente”. Se recoge que encontraron instalados parapetos construidos con piedras y troncos de árboles, pero desprovistos de fuerzas que combatieran, circunstancia que aprovecha Tello para denominar como cobardes a las milicias republicanas y revelar que estaba asistiendo a un auténtico paseo militar.

No dice nada reseñable sobre el paso por Las Chinas, deteniéndose en el “recibimiento entusiasta con vítores a España y al Ejército” que se brinda a la columna en Galaroza. Hasta aquí los datos consultados, que han de complementarse con otras fuentes transmitidas hasta el día de hoy. Los “nacionales” entraron en la aldea por el acceso más cercano a La Nava, encontrando a los vecinos en sus tareas habituales. Incuso uno de ellos, Pepe ‘Azuquita’, contaba a sus hijos que los vio mientras trabajaba su huerta y que le llegaron a preguntar que para qué cultivaba calabazas, respondiendo que “se las echaba a los guarros”.

Existen varios testimonios que hablan de un muerto en la toma franquista de Las Chinas. Al parecer, se trataría de un muchacho que presentaba una discapacidad intelectual y que se acercó a las tropas creyendo que eran republicanas. Su grave error le costó muy caro, ya que los soldados franquistas no le  perdonaron esta equivocación y le fusilaron en el acto. De confirmarse el relato, esta sería la primera víctima mortal fruto del golpe de Estado en Galaroza, y abriría el camino de una brutal represión que se cobró la vida y el sufrimiento de muchos cachoneros.

El segundo episodio es más liviano, aunque de ser cierto sería uno de los restos que se mantienen de aquellos tristes días y que aún no ha sido borrado. El historiador Omar Romero de la Osa recogió una información por parte de una vecina de Las Chinas, a la que su madre, que entonces contaba alrededor de 95 años, le había explicado historias de su infancia y juventud.

Este testimonio oral indica que, a  pesar de la nula resistencia a la toma militar, algún disparo extraviado o de advertencia pudo haber impactado en un lugar relevante. La campana de la iglesia habría recibido este disparo, que aún es visible sobre el metal.

No se trata de la campana principal ubicada en la espadaña, sino de una auxiliar que contiene una inscripción de 1778. Probablemente, sea lo único que queda de la pequeña capilla que existió en la aldea, y que Emilio R. Beneyto recoge en su libro ‘Aspectos históricos de Galaroza’ como un templo del primer cuarto del XVIII que tendría el privilegio de ser la primera en dedicarse a la Divina Pastora en toda la provincia de Huelva. El edificio habría estado en pie hasta el primer tercio del siglo XX, ya que la actual construcción se atribuye al mecenazgo de María Teresa Vázquez, en los años 40 del siglo pasado.

El investigador Mario Rodríguez, en su trabajo ‘La Guerra Civil en Aracena’, recoge un tercer incidente digno de ser destacado. Al parecer, en los alrededores de Las Chinas se  apoderaron las tropas franquistas de un camión blindado que habían dejado averiado los milicianos de Nerva.

Sin embargo, la crónica de Enrique Tello ubica esta aprehensión en los alrededores de Jabugo, en su artículo publicado en ‘La Unión’ el día 28 de agosto, aunque la crónica está fechada el 24. Este blindado habría sido expuesto posteriormente en la plaza principal de Aracena como una especie de trofeo de guerra.

Estos datos extraídos de la investigación de fuentes escritas y orales muestran los rastros de la operación militar de la conquista de la pequeña aldea de Las Chinas y nos revela el inicio de los trágicos días que sucedieron al 24 de agosto de 1936.