viernes. 20.06.2025
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Un empresario belga firma desde Bollullos una tesis 'Cum Laude' para mejorar el AOVE

Eddy Plasquy ha obtenido la calificación de “sobresaliente Cum Laude” a su Tesis Doctoral para “optimizar la recolección y gestión de la temperatura de la aceituna recolectada”. Se trata de un trabajo en el que analiza de manera minuciosa un novedoso método para que los pequeños agricultores puedan mejorar la calidad del AOVE.
Un empresario belga firma desde Bollullos una tesis 'Cum Laude' para mejorar el AOVE

El empresario bollullero de origen belga, Eddy Plasquy, ha obtenido la calificación de “sobresaliente Cum Laude” a su Tesis Doctoral para “optimizar la recolección y gestión de la temperatura de la aceituna recolectada”. Se trata de un trabajo en el que analiza de manera minuciosa y detallada un novedoso método para que los pequeños agricultores puedan optimizar la calidad del AOVE. 

      El gran valor de esta tesis radica en que todo los análisis se encuentran avalados por su propia experiencia y el del aceite de oliva virgen extra que comercializa bajo el nombre Del Cetino, que ha obtenido los más prestigiosos premios a nivel mundial y que han hecho de su producto uno de los más cotizados en Bélgica, de donde es natural. 

   Plasquy explica que uno de los handicap con los que se encuentran los pequeños productores es “la imposibilidad económica de invertir en la maquinaria” que redunda en que se perpetúe un método tradicional de cosecha que “pone en riesgo el producto final” y, por ende, “su valor económico”. 

      En su tesis, el empresario desarrolla un sistema de recolección que impide que la fruta toque el suelo, mientras que una cámara de frío en la propia finca permite mantener todas las propiedades organolépticas de la aceituna con independencia de su variedad: Arbequina, Picual o Verdial; manteniendo un nivel de acidez se mantenga en 0,15%.

     Junto a su pareja, Christa Grossiels, explota siete hectáreas de olivos en Bollullos de donde recolecta a penas 10.000 kilos de aceituna por campaña. 

     La historia de este doctor en Antropología por la Universidad de Lovaina es el premio a una sana obsesión por innovar y anteponer la calidad por encima de cualquier otro parámetro. En síntesis, su fe ciega en que el consumidor sabrá responder a este esfuerzo. 

     Sus comienzos arrancan en la campaña 2009/2010 entregando su producción a la cooperativa San Isidro de Bollullos. El aceite obtenido poseía una gran calidad, si bien era inviable la posibilidad de hacer aceites distinto en función de la variedad de aceituna. Para más inri, “la materia prima que accedían a la molienda se llevaban muchas horas almacenadas, e incluso días”. Por aquel entonces Eddy carecía de conocimiento profundos sobre la trazabilidad del producto. Sin embargo, su fino olfato para los negocios ya detectó que había variables que podían mejorarse. Para ello se interesó por la posibilidad de entregar las aceitunas por separado y elaborar su propio producto, una propuesta que fue descartada por cuestiones de operatividad de las grandes sociedades. 

     Sin embargo, el ciudadano Belga sondeó el mercado de su país natal y constató el buen precio al que cotizaban los aceites de olivan virgen con variedades especificas. El hándicap, sin embargo, radicaba en el hecho de que Huelva carece de cooperativas o almazaras para pequeñas producciones. Ante esta tesitura el empresario sondeó la posibilidad de adquirir su propia almazara. Su objetivo no era otro de que el aceite fuera directamente desde el campo al molino, eliminando con ello el tiempo que transcurre desde la recolección hasta que las cooperativas llevan a cabo la molturación. Sin embargo, la idea tuvo que ser descartada. Para producir un aceite que atendiera a los criterios de calidad que perseguía necesitaba una inversión de 100.000 euros, algo inviable económicamente para pequeñas producciones. Su siguiente movimiento fue buscar almazaras que alquilasen sus instalaciones. Encontraron una en Puerto Real, Cádiz, que ofrecía la posibilidad de molturar producciones modestas de entre 500 o 1.000 kilos. Conjuntamente, idearon una alternativa a los paraguas industriales que se despliegan sobre el árbol para evitar que la aceituna toque el suelo. Con ello lograron que toda las frutas del olivo cayeran suavemente sobre las cajas sin llegar a tocar el suelo. Así lo hicieron en 2013, aunque no podían recoger los 5.000 kilos en un solo día, lo que les obligaba a trabajar a destajo toda la noche para tener lista la producción y trasladarla hasta Cádiz. 

     Finalmente dieron con el Instituto de la Grasa de Sevilla, un Centro de Investigación de la Agencia Estatal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), cuya sede se encuentra en el Campus Universitario Pablo Olavide de Sevilla. La institución realiza conjuntamente con la Universidad de Córdoba y la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente el Master en Olivicultura y Elaiotecnia. Plasquy afirma con humor e ironía que cree que le aceptaron en el Master por ser el “bicho más raro”. En las instalaciones del CSIC pudo llevar su cosecha y que sus “especialistas” se encargaran de trabajar su preciada materia prima.

     Como alumno aventajado conoció a profesores que habían teorizado y constatado durante quince años como la frioconservación permite mantener todas las propiedades de la aceituna, de modo que el nivel de acidez se mantenga en 0,15%. A partir de ahí adquirió una cámara frigorífica para conservar la fruta que recolectan a lo largo de la semana. Eso les permite cosechar 1.200 kilos diarios y, al finalizar la semana, llevar los 4.000 kilos que duermen en las cámaras frigoríficas. 

     Eddy resalta que su éxito en Bélgica no es fruto de su conocimiento del idioma o sus contactos comerciales. “Existe consumidores que buscan productos de calidad”. El empresario afirma que hay una generación joven que está estudiando los métodos de producción y la mejora de la materia prima, “cambiando la mentalidad” imperante de producir más y priorizando los “productos de primer nivel”. 

   Nueva York, Japón y Buenos Aires se rinden a la calidad de sus productos

    Lejos de ser un eslogan o una estrategia de marketing, la calidad que promulga y persigue con absoluta devoción Eddy Plasquy y Christa Grossiels queda reflejada en los premios y reconocimientos obtenidos desde su moza creación. 

    Su producto ha obtenido la Medalla de Oro alzada en el prestigioso Concurso Internacional de Aceite de Oliva, en la que competen anualmente casi un millar de aceites procedentes de 28 países.

     El jurado reconoció a AOVE por ser “equilibrado, alegre y frutado”, además de poseer “un  gran cuerpo, un sabor suave e intenso y celestial olor a hierba fresca recién cortada”. En su fallo, los reconocidos expertos ensalzaron el proceso de recolección mediante un proceso artesanal que impide que el fruto toque el suelo. 

     El premio fue un enorme espaldarazo para la firma bollullera, no sólo por el eco mediático y el prestigio que entraña comercializar su aceite con el distintivo de la prestigiosa Medalla de Oro, sino por el hecho de que recompensa todo su esfuerzo, ratificando los expertos catadores la estrategia seguida a la hora de producir este manjar. Tras el han llegado premios en Japón, Córdoba, Buenos Aires...