martes. 23.04.2024
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Semana Santa es terapia

Pilar Enjamio subraya los efectos beneficiosos de la cultura y la religiosidad, tanto en personas creyentes como las que no lo son.

Cultura y religiosidad a la par un tándem perfecto para crear los efectos beneficiosos más positivos de toda terapia. Si pretendiera escribir acerca de la Semana Santa andaluza con una imaginería con una estética sin parangón no tendría libros suficientes para expresar tanto arte, autenticidad y sentimiento plasmado en cada Virgen o Nazareno capaces de crear las mas bellas saetas, pero me centraré en la parcela psicológica en una etapa intermedia entre la oscuridad del invierno y este puente al verano como es la primavera.

En los preparativos de cofrades, pasos, nazarenos, esa ilusión despierta de cualquier letargo y apatía depresiva, un impulso vital, una fuerza desmesurada y que es compartida por tantos. Se palpa en el aire, en las calles, en las iglesias, una emoción que va más allá de creyentes y no creyentes, de rivalidades políticas, todo se olvida en nombre de una Hermandad. He visto a gente de lugares lejanos, sin creencias, llorar ante el paso de una imagen, un saetero en el balcón y esa música que envuelve y tranquiliza porque esta vivencia vivida con tan grande magnitud se contagia va más allá de la cultura, se une la psique, el alma individual en un alma común. La mente no se permite preocupaciones e ideas fijas, obsesivas, aparece un rayo de fe, de luz, esperanza de que todo puede y va a cambiar, y por ello Semana Santa es motivación  para los que siguen la tradición de sus mayores que muchos ya no están pero se hacen presentes y se recuerdan más que nunca y se ríen emocionados reviviendo  cuando su padre de niño lo llevó por primera vez.

Es la  tradición de un pueblo que se transmite de generación en generación. Está muy, muy dentro, creando ilusión, paz, armonía, espiritualidad, sentido trascendente de la vida. Se vence el miedo ante cualquier situación con ese efecto que tiene la motivación de trocar pensamientos negativos en positivos, cambio de una era de monotonía a una etapa nueva de actividad distinta pero que llena plenamente, aliviando un estrés insano y creando una alegría que equilibra, una fuerza que había quedado dormida y brota nuevamente.

Si la mente determina nuestro comportamiento, el cambio de una aptitud mental y concienciación positiva habrá logrado nuestro objetivo constituyendo la mejor medicina, la que más cura. Cera, incienso, flores, recordarán algo grande... Pero ese olor a azahar seguirá envolviendo la ciudad y ya nada será igual.

Pilar 

María Pilar Enjamio Furelos. Psicólogo

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