Huelva registra al año entre 20 y 30 varamientos de cetáceos en la Costa

El catedrático de Zoología de la UHU José Prenda achaca los hallazgos de hace dos semanas a los daños que causa la actividad humana en los delfines y ballenas y al temporal de esos días, que arrastró los cadáveres hasta las playas de la provincia
La aparición de cuatro cetáceos en las playas de Huelva en una misma semana, tres de ellos muertos, ha sacado a la luz el grave problema de esta especie en el Golfo de Cádiz, ya que, lejos de tratarse de un varamiento masivo fuera de lo común está dentro de las cifras normales que se barajan en la provincia onubense. Y es que en Huelva se producen entre 20 y 30 varamientos de cetáceos cada año, y en los últimos 20 años se han registrado hasta 277 varamientos en el litoral onubense, según los datos facilitados a diariodehuelva.es por el catedrático de Zoología de la Universidad de Huelva José Prenda. Lo raro en este caso es que coincidan en el tiempo, algo que Prenda achaca al temporal de esos días, que pudo arrastrar los cadáveres de los animales hasta la Costa de Huelva. Con respecto a las causas de su muerte, apunta los daños que ocasiona la actividad humana a estas especies, como la actividad militar, las prospecciones geológicas y el mismo tráfico marítimo, que asusta a los cetáceos y hace que huyan, perdiéndose en muchos casos de su grupo y ocasionándoles incluso daños cerebrales que les llevan a la muerte.
De acuerdo con los datos facilitados por Prenda, el primer varamiento registrado en la provincia de Huelva y del que hay constancia fue en el año 1996, y la tendencia de los últimos años es de entre 20 y 30 cetáceos varados en el litoral anualmente. Así, en el año 2000 hubo 22 varamientos, otros 28 en 2001 y 20 en 2002, y tras un descenso en los años siguientes, llegó un repunte en el año 2010 con 30 casos, otros 20 en 2011, 14 en 2012, y unos 24 en 2013, el último año registrado en la base de datos. La especie más frecuente es el delfín mular, del que se han registrado 70 varamientos en los últimos 20 años, un 25% del total. También han aparecido en las playas de Huelva delfines listados, unos 50, y de tipo común, otros 40. Esto explica que estos días atrás apareciera un delfín, lo que por desgracia no sale de lo común. Del resto hay una menor proporción, y en relación a los grandes cetáceos encontrados recientemente en Huelva, sólo habían aparecido antes 9 ballenas rorcuales y 3 yubartas, siendo esta especie más típica del norte. Con respecto a la cría, era un rorcual aliblanco, y habían aparecido antes en Huelva otros 16.
El catedrático de Zoología explica que lo ocurrido en Huelva hace apenas dos semanas no se trata de un varamiento masivo, ya que “esto ocurre normalmente con más ejemplares y de la misma especie, como el caso de los zifios en Nueva Zelanda, que son decenas y algunas veces centenares”. En ese caso son varios, pero de diferentes especies, por lo que “buscar una causa única es bastante difícil, ya que habría que tener una necropsia de todos los ejemplares y algunos estaban en avanzado estado de descomposición”. Sin embargo, a excepción del rorcual que llegó vivo, posiblemente débil por algún problema de salud, el resto estaban ya muertos, por lo que “lo más probable es que estuvieran a la deriva y que el temporal de esos días los arrastrara hasta la orilla”. A esto se suma el daño de la actividad humana en los cetáceos, y Prenda plantea que “seguramente los que se han encontrado muertos estuvieran directa o indirectamente relacionados con la actividad humana”.
En este punto, Prenda concreta que uno de los factores principales que perjudica a los cetáceos son los contaminantes, “les afecta al sistema inmunitario y hace que sean más sensibles a patologías infecciosas”, lo que explica que algunos animales estén débiles por alguna enfermedad y lleguen al litoral. Pero “también les perjudica mucho el tráfico marítimo, hay muchos problemas con los barcos, y aquí un punto negro de accidentes con cetáceos es el Estrecho de Gibraltar, pero también hay mucho tráfico por la zona de Huelva”. Otro de los problemas es el uso de sonidos en el mar, ya que “la contaminación acústica en el mar es muy alta ahora mismo, y cualquier actividad humana que introduzca sonidos extraños tiene efectos negativos sobre los cetáceos". Así, "especialmente graves son las maniobras militares con sónar, las prospecciones geológicas para buscar yacimientos petrolíferos y de gas o para conocer la estructura del fondo marino, ya que en todos estos casos se utilizan dispositivos que emiten sonidos”, detalla Prenda. Esto transforma un medio bastante silencioso como el mar en ruidoso, y el sonido se transmite mucho mejor dentro del agua, lo que afecta especialmente a animales como los delfines y ballenas, con un sistema auditivo muy sensible y que precisamente se comunican entre ellos por el oído. Estos ambientes los perturban, hasta el punto de que “pueden salir huyendo asustados y acabar perdidos y desorientados, e incluso sufrir hemorragias internas y daños que les lleven a la muerte”.
Otra interacción negativa es la pesca. Prenda señala que “las más afectadas por la pesca son las tortugas marinas, pero muchos delfines también quedan enganchados en las redes”. Asimismo, “hay muchos cetáceos que, al hacerle la necropsia, tienen el estómago lleno de plástico”. Esto también afecta más a las tortugas, cuenta Prenda, porque éstas “se alimentan de medusas y al ver plásticos flotando en el mar lo confunden con ellas y se lo intentan comer, pero en los cetáceos también pasa, y tener basuras en el tracto digestivo les puede provocar la muerte”. De ahí la importancia de concienciar a la sociedad sobre esta problemática y sobre el cuidado del medio ambiente y la conservación de las diferentes especies.
Por ello, el catedrático de Zoología de la UHU insiste en la importancia de que salga a la luz este problema con los cetáceos, ya que “el Golfo de Cádiz es una zona con gran cantidad de cetáceos, hasta 23 especies diferentes, cuando en el mundo hay menos de 100, y la población vive de espalda a ello”, a lo que añade que es “fundamental que se sepa que están ahí, que viven cerca de nosotros, y que la opinión pública sea sensible sobre la forma de explotar el mar”.