Elecciones del 20-D o la locura por el poder
Pilar Enjamio analiza una campaña electoral marcada por la incidencia de las redes sociales y por la difícil tarea de recuperar la ilusión de los ciudadanos.
Ya están al caer las elecciones a la Presidencia del gobierno de la nación, y se ha desatado una locura rayando en la obsesión falsificando encuestas en favor propio, atacando al adversario haciendo ver un peligro inexistente consecuente con la no votación en mayoría a una única opción. Las técnicas de marketing hacen milagros y el peso de la TV y los mítines se ve sustituido y acrecentado por la innegable trascendencia de las redes sociales, Facebook, Twitter, con una comunicación al instante y con enormes posibilidades de transmisión con debates de detractores y defensores, esencia vital en todo proceso político para continuar una trayectoria o abandonarla, abrir los ojos pero sumado a una trayectoria política real del pasado.
Trocar la apatía en ilusión participativa, la gravedad de problemáticas en esquemas solucionables, un todo es posible a pesar de que, instaurados en el poder, lo posible se transforma en imposible, las promesas en olvidos o interpretaciones erróneas. Jamás un partido político debe traicionar a sus electores para contentar al adversario olvidando los votos de quien le proporcionó el poder porque perderá el apoyo de los afines porque el contrario nunca lo tendrá.
El único argumento de ataque e insulto al adversario demuestra la carencia de contenidos de un programa que bastarían por sí solos defendiéndolos bien. Un debate o cara a cara televisado tampoco es tan importante debido al nerviosismo y variables extrañas de la situación no pudiendo reducirse una trayectoria a un momento y a sabiendas que en la actualidad todavía se ataca a la libertad de expresión en su auténtica definición y valor debido a la existencia de control político de algunos medios que no permiten el ataque dialéctico y los datos fiables y reales de cada opción política, asumir las negativas y las loables actuaciones que implican a todo un país y no el desequilibrio psicológico propio de etapas infantiles de no asumir, no querer ver la realidad de pérdida de votos conllevando no un avance sino un retroceso en las aspiraciones.
Un candidato tiene que tener carisma, dotes de persuasión y convencimiento, y un candidato desfasado y caduco debe abrir una senda a un candidato joven y sin pasados cuestionables, con proyectos claros y viables y con énfasis en la primacía de solución de problemáticas urgentes de una sociedad apática, desilusionada. Los análisis de gestos cobran gran trascendencia al afirmar o contradecir la comunicación, es decir, puede convencernos una frase, una idea, pero el gesto nos dice es una falacia, una mentira, lo interior, el esquema mental sale a la luz exteriormente y elevando en ocasiones levemente la voz autosugestionándonos de la crispación o enfado de cierta temática y coraje para reivindicar su desaparición..pero a la vez hablando con pausa,tranquilidad ante un oratorio e incluso permitiendo preguntas a la gente que escucha demostrando cercanía, populismo, comprensión, espontaneidad, y lo más importante, como colofón, LA VERDAD, y eso es algo único, la vía que no admite falsas interpretaciones.
María Pilar Enjamio Furelos. Psicólogo