Alan no estará por Navidad: se ha suicidado por acoso

¿Alguien hizo algo para poder evitar la tragedia? Hay que educar para no crear monstruos...
Si esperabais otro título, lo siento. Uno es persona fundamentalmente y primeramente, sin etiquetas de blanco o de color, gordo o delgado, homosexual o heterosexual, rubio o moreno, europeo o americano. Ni siquiera en Navidad se deja de adjetivar y no se ha quitado la vida un joven transexual, se ha quitado la vida Alan, una persona normal con características individuales como todo ser humano.
Dejemos los conceptos de enfermedad o no enfermedad, patológico o no patológico, para los profesionales. Y la homosexualidad o transexualidad no es una enfermedad, es una opción en la vida y biológicamente el nivel hormonal así lo demuestra. Yo sí puedo hablar porque he vivido en mi consulta la angustia y el dolor extremo de grandes personas prisioneras en un cuerpo que no era el suyo y sus tentativas de suicidio afirmando sentir una situación de muerte en vida y desear una operación aún a riesgo de exponer su vida.
Es alarmante, decepcionante, hipócrita, sangrante, por una prevención que se escapa por no existir, y los episodios de acoso eran de años atrás pero ¿alguien hizo algo? Y por eso nos hallamos ante la triste noticia en una etapa de celebración como la Navidad, donde un joven tendría que celebrar su auténtico carnet de identidad, el sueño se había cumplido, pero ha sido tan brutal el acoso que no pudo más y se fue.
Hay que educar para no crear monstruos, establecer medidas coercitivas, sí, reglas basadas en el respeto al otro, a su ser e identidad. Y yo me pregunto en estas fechas dónde está la conciencia, y cómo se puede ser feliz basando todo en materialismos, en un ordenador mejor o peor, en el traje de fin de año y no en la solidaridad y el cambio hacia buenas actitudes con respecto a uno mismo y a los demás. Alan se fue a un lugar donde no se valora el cuerpo ni lo externo, sino donde se valora lo esencial: su alma.
María Pilar Enjamio Furelos. Psicólogo