jueves. 16.05.2024
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Valentina Palamarchuk: "Que nos aseguren el cielo porque la radiación no tiene fronteras"

Valentina Palamarchuk (Gayvoron, 1987) ha vivido toda su vida a caballo entre Ucrania y Andalucía. Ahora es profesora de inglés en Jeréz de la Frontera y relata en primera persona cómo vive desde el distancia el sinsentido de la invasión rusa.
Valentina Palamarchuk: "Que nos aseguren el cielo porque la radiación no tiene fronteras"

Valentina Palamarchuk (Gayvoron, 1987) ha vivido toda su vida a caballo entre Ucrania y Andalucía. La primera vez que pisó nuestra tierra tenía 11 años y lo hizo acompañada de sus padres, migrantes ucranianos que, como tantos otros, buscaban un futuro mejor para su familia. En el momento en que se publica esta entrevista, las fuerzas rusas tratan de hacerse con el control de Odesa, la ciudad costera donde cursó estudios de Relaciones Internacionales tras acabar la secundaria en un intituto andaluz. Cuando conoció a su marido en Huelva decidió que su futuro y el de sus hijas estaría ligado para siempre a esta tierra. Ahora es profesora de inglés en Jeréz de la Frontera y relata en primera persona cómo vive desde el distancia el sinsentido de la invasión rusa y las incontables vulneraciones que está sufriendo su pueblo.

Imagino que lo primero que sentiste al escuchar las noticias sobre la invasión fue preocupación por tu familia, ¿qué tal están?

Mi familia está desperdigada. Parte de ella está todavía en Ucrania pero, afortunadamente, también tengo familia en Estados Unidos o Bielorrusia, de donde era mi madre. Gracias a dios, la que se encuentra en Ucrania está bien porque viven en una zona donde el conflicto aún no está presente pero la situación es inestable y la incertidumbre es terrible.

Al principio se pensaba que las tropas rusas entrarían solo en Donetsk y Lugansk, para ayudar a las autoproclamadas repúblicas populares pero ahora están bombardeando zonas estratégicas, no solo en el este sino que están avanzando en todas direcciones.

Una vez que te aseguraste de que familiares y conocidos estaban bien, imagino que esa incertidumbre dió paso a una gran impotencia por el poco margen que nos dejan a la sociedad civil una invasión decidida en los despachos.

Realmente la impotencia llegó más tarde, primero apareció la incredulidad. La tarde antes de estallar el conflicto había hablado con mi tía que vive en Ucrania y no pensamos nunca que fuesen a entrar sino que era solo una muestra más de fuerza por parte de Putin. Después vino la ira por lo que se acabó convirtiendo en una guerra en toda regla y una especie de optimismo y esperanza al ver la resistencia de las fuerzas armadas ucranianas que impedían a las tropas rusas avanzar a la velocidad que ellos habían planteado. Pero la realidad de la potencia rusa, cuya inversión en armamento solo el año pasado fue de más de 500 millones frente a los 5 que destinó Ucrania, genera mucha impotencia. Esa maquinaria viene a destrozarlo todo.

Hace unos días el presidente Zelenski pidió ante el Parlamento Europeo “que no dejasen a Ucrania sola”, ¿cómo valoras el papel que está jugando la Unión Europea?

Tengo sentimientos encontrados. Como ucraniana querría que la Unión Europea se posicionara a favor del mi pueblo, pero no puedo prever lo que podría provocar la entrada de la OTAN de forma abierta en el conflicto. Entiendo que hay miedo a que el conflicto se extienda y Putin lo entienda como una provocación. Una de las teorías es que quiere volver a reconstruir la antigua URSS y eso incluiría a los países bálticos. Es un despropósito pensar eso a día de hoy en Europa pero no se puede descartar.

Lo que sí espero de la UE es que cierre el espacio aéreo porque la superioridad rusa está ahí. Si empiezan a bombardear se acabó. No se pide que entren las tropas pero sí que cierren el cielo que es algo que está en sus manos. Otra cuestión es que aseguren los corredores humanitarios para la población civil que ahora está escondida y atrapada en las ciudades ocupadas. Estas personas no tienen acceso a ninguna ayuda humanitaria, no tienen electricidad, alimentos, medicinas, ni pañales… Se está acabando todo.

Al margen de lo que haga la UE o los propios países, lo que es incontestable es la solidaridad que se ha disparado en todo el mundo por parte de la sociedad, ¿qué sientes al ver tantas muestras de cariño hacia tu país? 

Siento mucha emoción al ver tantas muestras de cariño y apoyo hacia el pueblo ucraniano. A pesar de ser un país que está lejos, que ni siquiera forma parte de la Unión Europea, la gente se está volcando en todas partes, cada uno con lo que puede. En el colegio de mis hijas están recogiendo alimentos y ayuda humanitaria para llevarla a quienes peor lo están pasando, en la farmacia estan recogiendo medicamentos, todo el mundo esta aportando.

Y en concreto en Huelva se han organizado numerosas colectas en colegios, asociaciones, empresas… incluso los jornaleros del campo están cediendo días de su trabajo para que ese dinero vaya destinado a ayuda humanitaria, ¿te esperabas un despliegue así de solidaridad en la provincia?

Si lo pienso, desde que llegué a España yo siempre fui muy bien acogida, en el colegio y por todos, amigos, familia, así que cuando ves algo así piensas que es normal que toda esa buena gente se comporte así. Aunque Ucrania está muy lejos, lo cierto es que tradicionalmente es un país de mucha migración, muchas personas viven o han vivido en España y en otros lugares y eso genera que haya contacto. Por ello, me gustaría dar las gracias a los onubenses y al resto de españoles por todas las muestras de cariño y por la convivencia que han demoestrado siempre.

A la vez quería pedirles que no pare ni se olvide toda esa solidaridad. Hasta que la guerra no termine el pueblo necesita ayuda. Necesita que acudan todos a las demostraciones en la calle, que se comparta la información en Internet. Visibilizar el conflicto. Hay mucha desinformación por parte de Rusia y Bielorusia. En sus televisiones no existe el conflicto, la guerra no existe para ellos. Esta guerra no traerá ningún buen final, ni para los ucranianos que la sufren ni para la población rusa que acabará padeciendo las sanciones cuando la mayoría está también en contra de la guerra.

Ahora mismo Ucrania es un país paralizado y necesita toda la ayuda posible, especialmente quienes se encuentran en trincheras o en campamentos en los márgenes de las fronteras porque no tienen a donde ir. Para esa gente la ayuda es vital.

A primera hora de la tarde del viernes, el ejército ruso atacaba la planta nuclar de Zaporizhzya, la mayor central nuclear de Europa reuniendo de urgencia al Consejo de Seguridad de la ONU. Valentina avisa: "Que nos aseguren el cielo porque la radiación no tiene fronteras. Rusia ha demostrado que le da igual todo".