El trabajo de una enfermera onubense durante la pandemia en fotografías

Esther Lagares Abad tiene 38 años, es de Huelva y desde que era una niña soñaba con ser enfermera. Un sueño que vio cumplido desde muy joven. Al cumplir los 23 entró a trabajar en el Hospital Juan Ramón Jiménez y desde entonces ejerce su profesión poniendo el alma y los cinco sentidos en cada uno de sus pacientes.
Al igual que otros muchos profesionales, durante los dos últimos meses Esther se ha tenido que enfrentar a un panorama nunca visto hasta el momento en el hospital: una pandemia.
"La enfermería es un trabajo donde disfrutas mucho de lo que haces, concede grandes satisfacciones, pero también vemos la parte menos bonita de la vida y por ello debe gustarte lo que haces. Durante estos últimos meses nos ha tocado vivir esa dualidad de satisfacción y dolor. Pienso que sin vocación no se sobrelleva", explica la onubense.
Pero a pesar de la crudeza de la situación, esta enfermera no se ha venido abajo. No sólo ha combatido al enemigo mirándolo de frente por los pasillos del Juan Ramón, si no que, a través de su pasión por la fotografía, ha captado momentos inolvidables que hoy quiere compartir con los lectores de este diario.
Esther, que ha vivido sola todo el confinamiento, cuenta cómo ha tomado conciencia de la importancia de un abrazo, a la vez que, dice, "muchas cosas que parecían importantes han dejado de serlo".
Cada día, en su lucha como sanitaria contra el virus, ha sido consciente de ello. Por eso, a través de su cámara, se ha esforzado por recoger las emociones y sentimientos únicos de aquellos que han vivido de cerca los estragos del Covid-19: personal sanitario y enfermos.
"A través de la fotografía he intentado aportar una mirada desde el otro lado que permitiese a los demás tomar conciencia de la gravedad de este Covid-19. Mi objetivo fue fotografiar nuestro día a día, más allá de las curvas y cifras. La realidad de unos tiempos difíciles para poder reflexionar después sobre el futuro. El esfuerzo de lo que somos y hacemos".
-Después de toda esta experiencia, ¿Ha cambiado tu forma de entender y amar la profesión?
-No ha cambiado mi visión sobre mi profesión. Hemos estado ahí ante algo nuevo y desconocido. Algo en lo que hemos tenido que poner todo nuestro esfuerzo y energía debido a la magnitud de la situación. Pero volveremos a estar después de esto. Estuvimos ahí antes de esto y así seguirá siendo.
-¿Lo mejor del trabajo de una enfermera en esta situación de crisis?
-Lo mejor, la humanidad y la empatía . Nos crecemos y mejoramos ante estas situaciones.
-¿Y lo peor?
- Sin duda, la soledad en la que tienen que pasar su estancia algunos pacientes. A veces ... hasta el final .
"Estos dos últimos meses han sido especialmente duros en el trabajo por la carga física, pero sobre todo por la mental. A lo largo de los días hemos tenido que adaptarnos a una nueva y desconocida situación, con cambios permanentes de planes de actuación en función de la evolución de la enfermedad y aumentos de medidas de protección . Hemos vivido con miedo. Por nosotros, por nuestras familias, por lo desconocido. Pero a pesar de ese miedo, el estrés y la incertidumbre, he podido visualizar la unión y el gran trabajo en equipo ante un objetivo común por parte de todos los compañeros de la sanidad. El apoyo entre nosotros, sumado al apoyo social ha sido un empujón más que necesario", cuenta Esther a este diario.
-¿Qué historia te ha conmovido más?
-Quizás el caso que más me ha conmovido durante esta etapa profesional ha sido la de una paciente con solo algunos años más que yo, por su cercanía con nosotros, por conocer su evolución de la enfermedad. Por esas ganas de aferrarse a la vida aún cuando su evolución no sea buena, por las cartas de su hija. Porque aún sin ser creyente, he rezado por ella y su familia. Porque ella tiene todavía mucho que vivir, por compartir...