lunes. 16.09.2024
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Noemí Camacho Montero

Hace un año con ocasión de la apertura de su tienda Puro Ego, en la calle Bocas, de Huelva, tuve la oportunidad de conocerla y entrevistarla. Muchas cosas fueron lo que me llamaron la atención de esta mujer de poco más de treinta años.

Su firmeza, su constancia, la claridad de metas e ideas a pesar de su juventud y, como no su belleza y elegancia. Recuerdo que de ella, en aquél artículo, decía entre otras cosas: "Los ojos de Noemí no han dejado de pulular durante toda la conversación. Cientos de diminutas estrellitas bailaban combinadas entre ellos y su boca. La felicidad y la seguridad son dos de las armas identificativas de esta joven y guapa emprendedora onubense..."
Escribí entonces lo que aprecié y sentí. No me equivoqué en absoluto y si algo tuviera que añadir ahora es su madurez, Ese afán de superación constante que tiene, ese deseo de mejorar y aprender le ha dado un aire que solo la edad puede ofrecer, la madurez. Y solo ha pasado un año. En Puro Ego, su tienda, es un torbellino humano y lo mismo te la encuentras atendiendo a dos clientes a la vez como si fueran uno, o tomando medidas a un traje, o marcando el ticket para caja o haciendo un pedido, o cerrando las cuentas del día. Inacabable e inalcanzable.


Noemí Camacho posee una belleza que duele. Duelen los ojos de apreciar como los satisfactorios rasgos físicos de su cuerpo y cara se alían mágicamente con una sonrisa y simpatía que te va embaucando poco a poco. Además esa madurez física y profesional le ha dado un equilibrio en su elegancia enigmática. Una elegancia lejos de cualquier arquetipo, natural y salvaje a veces, sosegada y serena, otras.
Poco, muy poco queda de aquella niña que hasta los dieciséis años paseaba sus libros escolares por las céntricas calles onubenses en su ir y venir a la plaza Niña, al colegio María Inmaculada. Y posteriormente al Instituto La Rábida. También lejos quedaron los años pasados fuera de su hogar, en Albacete, Murcia y su aventura vivencial en Grecia. En su corazón y en sus recuerdos quedan los aspectos positivos de esos años que, indudablemente, la forjaron como mujer. Y hoy no me arrepiento en absoluto de haberla nominada como una de las Elegantes Onubenses.
Sentada, con sus largas piernas cruzadas, y su morena melena, brillante y sedosa, abrigando sus pómulos. Me mira con esa endiablada forma de mirar y sonreír que posee.


- ¿Qué entiendes por elegancia, Noemí?
- Para mi el concepto de elegancia está compuesto de tres elementos. El visual, el Ser y el Estar. Me explico, pues por elegancia se entienden muchas cosas que no es. No se es elegante por el hecho de ser guapa y vestir bien, La elegancia está en un escalón superior a estas dos cosas. He dicho como primer elemento lo visual y con ello me refiero a lo que se percibe a primera vista. Es algo innato que no necesita explicación. Como segundo elemento, el Ser. Se es o no se es. No se puede adquirir, en todo caso mejorar, desarrollar. Es algo innato. Y en tercer lugar, Estar. La distinción es un elemento básico para definir la elegancia. El saber comportarte en todo momento, en vestirte por intuición para cada ocasión. Dejar un sello de distinción cuando te marches o estás, pero sin llamar la atención.
- Para mi gusto muy bien definido, Noemí. Pero dinos a que tipo de prendas acude para vestirte de mañana.
- Esencialmente, cómoda, En invierno, jeans y camisas suelta de color blanco y americana y todo ello con un buen bolso grande. Y en verano, para seguir la misma línea de comodidad y frescor, vestidos ligeros de colores más alegre y mis tacones, pero sin pasarme. Ten en cuenta que son muchas las horas que paso de pie.
- Y si después del trabajo has quedado con unos amigos para tomar una copa o ver una exposición, te cambias de traje o sigues con el mismo.
- Normalmente en verano si suelo cambiarme de prenda por la tarde por el calor que hace. En un caso como me planteas me pondría un vestido por debajo de la rodilla y ceñido al cuerpo. ¿El color? Soy mucho del bourdeos, aunque también me gustan mucho los verde kaki, gris marengo y los mostaza. Y todo ello con un bolso pequeño.
- ¿ Y para una cena con cierta formalidad o para un evento nocturno?
- Para ir a cenar elegiría un mono largo, flojo, nada marcado, zapatos de tacones a juego y cartera de mano de color combinado también, aunque mi preferido para estos casos es el negro. Y lo que si me pondría seria unos pendientes. Y para un evento nocturno optaría por un vestido ancho por la rodilla, tacones altos, cartera de mano y también unos pendientes.


- Noemí tu eres ya una profesional con años a tu espaldas, después de haber estado trabajando en Cortefiel o en tu ahora tienda durante cuatro años, ¿Cómo ves la situación de la mujer onubense con respecto a la elegancia?
- Se ha evolucionado bastante. He estado fuera unos ocho años pero desde hace cuatro que llegue es curioso. La gente viste bien aunque no sean elegantes. En verdad, no tiene nada que ver una cosa con otra, pues ya te he dicho que soy de las que pienso que la elegancia no lo hace un vestido o un abrigo de visón. Pero, por otra parte, noto y percibo más elegancia en las personas mayores que en las jóvenes, pues se han sabido adaptar a los tiempos y tendencias que corren pero conservando su estlo particular o su cultura clásica.
Se pone de pie y observo con deleite la elegante y sobria figura de mujer que tengo delante. Es completa, cuerpo y alma. Empresaria y trabajadora. Mujer y niña. Bella y espléndida. Noemí Camacho

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