jueves. 11.09.2025
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Mariola y Susana Barón Quintero. La metamorfosis del ejercicio de la Abogacía.

Mariola y Susana Barón Quintero. La metamorfosis del ejercicio de la Abogacía.

Mariola y Susana Barón Quintero son hijas de padres de Ciencia, pero la profesión de su padre les hizo adentrarse desde pequeña en el misterio de culturas lejanas al vivir parte de su infancia hasta los inicios de la juventud en países tan exóticos como Egipto o La India. Y bien es cierto que ello ha pesado de forma ricamente positiva en su formación e ideas. Las musas y aromas de esas culturas milenarias le hicieron tener una noción de la vida en general y de la persona humana en particular, más sensible, más creativa, más comprometida. De hecho ello se nota en el camino seguido hasta llegar al mundo del Derecho. Mientras Susana, dos años más pequeña que su hermana, estando frente al televisor una de esas tardes lluviosas de La India, sintió interés, sin comprender nada ,por el personaje de una película que llevaba un maletín y hablaba a una serie de gente que le escuchaban en silencio mientras él, el personaje, movía las manos con afectada vehemencia y seguridad y después, más tarde, comprendió que se trataba de un abogado actuando en Sala y Mariola, por su parte, no había visto tentada por el mundo árido y prosaico del Derecho. Su mundo estaba en los colores, en las imágenes, en el verso propio de la luz, quiso hacer Imagen y Comunicación hasta que su padre se lo quitó de la cabeza.

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Esa base onírica que forman sus conciencias infantiles se van a traducir en un serio compromiso con la realidad que han elegido asumir. La praxis jurídica. Ambas, tan parecidas en tantas y tantas cosas, poseen una formación académica similar al obtener la licenciatura en Derecho por la Universidad de Huelva. Pero mientras Mariola Barón tuvo muy claro desde el primer momento que se iba a dedicar al libre ejercicio de la Abogacía como una letrada de batalla y lucha, de lanza y espada, curtida en mil encerados judiciales, Susana, sin embargo, optó, en un primer momento, por la dogmática o lo académico. Hizo el Doctorado de Derecho Penal en Sevilla y realizó su Tesis sobre “La Publicidad engañosa” y, además, trabajó en la Fundación de la Facultad de Salamanca y Huelva, además de impartir clases en la Universidad onubense. Y cosas de la vida, es el destino y la simbiosis existentes entre ambas hermanas, los que la va a llevar a mundo del ejercicio.

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Ese germen creativo del que hablé en un principio sigue latente en Mariola Barón. Para ella, el Derecho es una forma de ayudar a los demás y tiene una carga importante de creatividad en la medida de que puedes ayudar a los demás utilizando tu saber y tu creación. Es muy fácil cuando me lo explica. Se impone como obligación el estudio diario general del derecho, las novedades legislativas y jurisprudenciales, y cuando toda esta sabiduría jurídica es de su pleno dominio le da la forma adecuada y creativa, tanto en una contestación por escrito o en una Vista Oral, que dentro de los estrictos márgenes que la legislación española le admite, le permite utilizar esas armas indoloras del verbo para variar el sentido estricto de la norma en otro más amplio y factible para los interese de su cliente. En este sentido como en tantos otros, Susana Barón apuesta igualmente por el estudio continuo, por estar al tanto de la novedades jurisprudenciales y de las diferentes reformas legislativas y reglamentarias que son el pan nuestro de cada día.

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Pero con diferencia lo que más me llama la atención de ellas es su vocación por el estudio y saberse preparada y al día. Y ello no le viene de nuevo. Mariola, haciendo la carrera y ante la ausencia de prácticas jurídicas de la mayoría de nuestras facultades de Derecho, ocupa los veranos intentado dar un significado real a la teoría aprendida durante ese curso y realiza durante tres años una especie de “pasantía” con un querido compañero mio de promoción, en los que aprender moverse entre papeles, citaciones y autos y encontrar una explicación a tantas y tantas doctrinas y procedimientos que no eran más que meras palabras se convierte en un bálsamo para su aprendizaje. Pasantía que realiza ,ya como letrada, una vez que realiza su “Jura”, en el año 1.998, en otro conocido despacho del centro urbano y en donde entra en contacto real con el verdadero sabor del ejercicio, con sus primeros procedimientos, sus primeros turnos de oficio y sus primeras guardias. Así estuvo hasta que marchó a trabajar con su ex-suegro, el inolvidable, D. Juan Mora, con el que estuvo hasta prácticamente el nacimiento de su primera y única hija. Ahora, goza de un pleno, satisfactorio y positivo estado de divorcio.

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Pero su signo es la libertad y su meta siempre conseguir lo que quiere. Su propio Despacho profesional. Complementando esta acción paralela, Susana siguió su particular curricular por la enseñanza hasta que se colegia en 1.999, a las puertas del nuevo siglo. Le llegan los primeros casos de oficio que ha de atender mientras continua su labor académica en Salamanca. Pero el destino y ese novio que después se convertiría en su marido y del que tendrían dos hijos, le hizo replantearse la situación y volver a su tierra. Vive en Mazagón, tierra adorada de residencia de sus padres, y comienza a trabajar con otra compañera durante medio año, en el que va madurando en este mundo y en su praxis, adquiriendo profesionalidad y aplomo y sobre todo, que es lo más importante, vertiendo todo el caudal teórico que acumula al terreno fértil del ejercicio. Su hermana es su referente. Siempre han estado unidas e incluso el periplo académico es similar. Hasta ambas realizaron estudios como expertas en Criminología. Y, como no podía ser de otra forma, precisamente cuando Mariola Barón da a luz a su hija después de un embarazo conflictivo para olvidar, montan. ¡ por fin !, su despacho profesional propio en la calle 3 de Agosto capitalina donde estarían y madurarían una década para que en el año 2.013, junto a otras compañeras, Eugenia Jeréz Martín y Elena Rosario, montaran, más que un despacho al uso, lo que yo llamo un centro integral de Estudios Jurídicos y que Mariola Barón, por su parte, denomina “Despacho de emociones”.

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Entramos en un momento de la charla, que no entrevista, cargada de connotaciones y apreciaciones subjetiva pero de un interés, al menos para mi, mayúsculo como son las relaciones clientelares, las formas del profesional onubense y la carencia casi total de una oratoria brillante en la gran mayoría de los abogados españoles. En éste último punto suelto amarra diciendo que falta una asignatura de Oratoria y Formas en la carrera de Derecho. que es triste ver el espectáculo lamentable que muchos de nuestros abogados, muchos de ellos cargados de una sabiduría jurídica envidiable, se pierden en el desatino oral, en el barbuceo primario y en la carencia absoluta de medir o acompañar teoría con voz, con modulación de la misma y gesticulación al compás de la dicción. Mariola es la primera en apelar que el abogado además de serlo tiene que parecerlo. La abogacía no es algo que simplemente se estudie, sino que es consustancial a la persona y que empieza desde el mismo momento que te enfrentas al cliente. Debes de transmitirle seguridad , conocimiento y confianza. Hacerle llegar las posibles opciones jurídicas que se extienden sobre su caso y todo ello acompañado de una formación jurídica que le sea evidente, como igualmente evidente deber de serle tu profesionalidad. Para ella, el trabajo en Sala es sumamente importante. Tienes que exponer tus ideas, adaptar rápidamente tus conclusiones al desarrollo de la Vista. Tienes que teatralizar, en definitiva, todo el caso que llevas. Hacerlo vivo. Que el juez o la jueza, e incluso tu compañero de la otra parte, vean que lo estas viviendo como propio, con seguridad y un aplomo profesional que no merece duda alguna. La oratoria, la modulación de la voz y del ademán pausado o crespo en unión al estudio en profundidad del juicio hace que tanto su Señoría como tu cliente te escuchen y, el cliente, te respete por tu trabajo con independencia del Fallo.

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Susana Barón va más allá. Está de acuerdo en todo lo dicho por su hermana pero hace hincapié en el aspecto psicológico del abogado. Hay que respetar, atender y detectar cuál es el problema del cliente. Con el cliente se crea una relación muy especial, somos algo muy importante para ellos. Creamos un nexo en el cual te conviertes, en ocasiones, hasta en uno más de los problemas de la familia en sí y siempre teniendo en cuenta que “su caso” es el único que existe. Está de acuerdo con Mariola en la presencia física del Letrado y en la importancia de la oralidad en un Juicio y que es una verdadera pena que esta capacidad no se practique en la Carrera. Aún recuerda su primer Juicio y que , aunque no lo exteriorizase, por dentro era un cúmulo amalgamado de nervios. Era de un tema de Derecho de Familia, unas Medidas Provisionales Previas compensatorias sobre alimentos y asegura que hoy lo hubiera hecho infinitamente mejor. Mariola Barón, por su parte, no reconoce nerviosismo en su ópera prima. Quizá demasiada ansiedad. Lo recuerda con mucho cariño por ser el magistrado D. Antonio Reinoso y Reino, todo un ejemplo de elegancia y sabiduría de la Judicatura nacional, pero no por el tema, Magistraura de Trabajo, que no tiene costumbre de tratar, y encima una demanda contra el INSS y la Mutua correspondiente peticionando la Incapacidad Absoluta por Accidente de Trabajo a su defendido.

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Se nos va haciendo tarde y debemos de concretar. Hay un tema puntual que me gustaría discutir que es el de la visión que tienen compañeros, clientes y la misma ciudadanía sobre la abogada bien vestida, personal y elegante. Mariola mira a su hermana y se le ahueca en los labios una especie de sonrisa lastimera. Es el puro machismo reinante, me dice. El mismo dicho de que la mujer del Cesar aparte de ser buena tiene que parecerlo lo podemos aplicar al abogado, lo de serlo y parecerlo, y esto tiene una connotación machista que apesta. Al abogado se le pide que vaya bien vestido, peinado, con modales profesionales y, en cambio, a las abogadas nos exigen que no vayamos vestidas como nos gusta vestir, que vayamos peinada de forma decimonónica y que nuestros modales sean femeninos y distantes. Y yo soy como soy. Una luchadora y una amante de mi profesión y de los intereses de mis clientes, vista como vista y me peine como me peine, que tiene una vida profesional que cumple y una vida personal que quiere vivirla en libertad y con plenitud. En Sala, además, suelo ir con vestimentas neutras, de colores negros, grises o beiges, zapatos poco llamativo y siempre con chaqueta negra. Si eso molesta lo siento mucho. No me preocupa en absoluto el que dirán. Me importa infinitamente más la impresión del cliente sobre como le he llevado el caso.

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Susana Barón es del mismo pensamiento. Ella cree en la profesionalidad, en su profesionalidad y esa, la profesionalidad, no se la va a quitar comentarios aburridos y banales vengan de donde vengan, Su vida está dedicada al estudio y a su vida familiar. A su marido y sus dos hijos y a la paz perenne de Mazagón. Goza tomando una cerveza en sus pocos ratos libre como otra ciudadana más, con sus amig@s y compañer@s y de esas interminables conversaciones que mantiene con su admirado maestro, el Decano de la Facultad de Derecho en Huelva, Juan Carlos Ferré. Eso si es importante,lo demás producto de papelera. Por otro lado, no tiene más remedio que sonreír cuando se las pueda tachar, a ella y a sus compañeras del despacho de Méndez Nuñez, como frívolas e inmaduras ¿Frívolas e inmaduras en un despacho especializados en temas tan peliagudos y crueles como lo son los de materia penal o de familia, con todo lo que acarrea el trato con presuntos delincuentes, las visitas a calabozos o la lucha para que unos padres no pierdan la patria potestad sobre sus hijos? Estereotipos. Somos un despacho de emociones que solo sueña en un tratamiento humanista del cliente sobre materias rugosas. Que busca utilizar todas las armas que el ejercicio de la profesión les brinda en beneficio de los clientes. Siempre el cliente. Lo demás no les importa,. Y a mi tampoco , queridas y admiradas Mariola y Susana Barón Quintero. Es más, os exijo que continuéis con la misma integridad y profesionalidad como hasta ahora. Gracias por ser tal cual.