Marian Molina Acevedo
La última entrevista es posiblemente la más difícil para localizar al personaje. Creo conocerlo algo bien, al personaje, sentir por él un afecto sincero a pesar de los desconciertos que le provoco y, sin embargo, ¿qué puedo decir de ella en una introducción que no haya dicho ya en otros diálogos con ellas soñados o ideados? Hace poco más de un año, con tiempo radicalmente diferente, corría el mes de julio de un verano templado, cuando hablamos dando un largo paseo por las playas de Mazagón y ella me desgranó un poco de su vida y sus sentimientos. Así que, con su permiso, le voy a robar aquellas palabras, para poder introducirme en su persona.
Se trata de una mujer iliplense que a los siete años recaló en Huelva donde ya establecería su sello inconfundible de onubense. Ante todo ella se defina como una madre de dos hijos maravillosos, niño y niña, trabajadora y empresaria, enamorada de su trabajo desde hace más de quince años. La veo bastante introvertida cara al exterior pero deliciosamente amable cuando rompe esa barrera natural del desconocimiento. Este, su carácter, le hace ser muy hogareña, amante de la vida familiar, de la tranquilidad y, como decía entonces, de la soledad compartida. Es una lectora empedernida y tiene como afición la pintura, aunque reconoce que solo se dedica a tirar trazos de óleo sobre el lienzo y jugar con los colores. Ahí, en los colores, reconoce su primera pasión por el verde, para todas las cosas y en todas sus gamas.
Marián Molina Acevedo realizó los estudios de Turismo e incluso llegó a trabajar en una agencia de viajes de la capital antes de que diera rienda suelta a su ilusión de toda la vida, Sentía el mundo de la moda y de la elegancia por dentro y quería vender moda elegante con vestidos y prendas que fueran de y para una sola vez. Prendas inconfundibles que dieran a la mujer que se acercara a su tienda un toque especial y a su clientela un carácter marca de la Casa. Montó su primera tienda, LOGO, en la calle Arquitecto Pérez Carasa 22, a finales del siglo pasado, en el año 1.999, pero pronto pasó a ser una tienda de multimarcas, poseyendo una mimada colección de firmas tanto nacionales como internacionales, así como una exquisita selección de prendas y accesorios. Sin embargo, en el 2.010 traslada su negocio a menos de cien metros en línea recta, a la calle Berdigón 36. La gente la conoce, su escaparate es puro espejo de moda y ropa de diseños cualificados, así como la calidad que ostenta toda su mercancía, sus marcas y les gustan ser asesoradas por ella.
¿ Qué me ha hecho seleccionar a Marián Molina Acevedo y convencerla hasta la extenuación para que se prestara a realizar este reportaje? Sin duda alguna, la mujer. Lo agradable que tiene vivir en una ciudad pequeña, como Huelva, y frecuentar una determinada zona de ella es que te cruzas, miras y observas a personas que, aunque no las conozca, por un motivo y otro, se te hacen familiares. Y en el caso de Marian me llamó la atención antes de conocerla personalmente. Es una mujer de mediana estatura, delgada pero formada, de aire abstraído en su pasar y con una aureola general que te hace mirarla y pensar que es una mujer bella. Luego, cuando la conoces, te ratifica en tu aseveración mental y vas descubriendo detalles de la hermosura interior que posee. Y es en la conjunción de la belleza exterior, de la hermosura interior y del manantial que arrolla en sus simples movimientos o en la forma de recogerse el pelo, donde descubre que estás ante una mujer sumamente elegante. Y que no te mire mucho, porque ¡ay, dichosos ojos!
Nos sentamos en un coqueto y agradable espacio familiar que ha puesto en la trastienda del local y desde el que se puede divisar la totalidad del mismo con sus percheros colmados de vestidos de temporadas y los anaqueles de bolsos, zapatos y tocados. Todo un lujo para la vista. Se sienta, cruza las piernas y me mira burlona abrillantando esos ojos luminosos de por si. ¡ Ay, dichosos ojos!
- ¿ Qué es para ti la elegancia, Marian?
- La elegancia es algo innato a la persona, sea hombre o mujer, pero este concepto puede y es desarrollado por esa misma persona. Me explico. Existen aspectos exteriores que complementan a la elegancia como es la educación general, la moda, el asesoramiento, la cultura y que la modelan, la enriquece. Tenemos el ejemplo de las actrices o actores del cine que en día a día te pueden parecer unos adefesios de mal gusto y en los actos promocionales, una vez debidamente asesoradas y esculpidas, van sumamente elegantes. Parecen otras. Con ello no quiero decir que se pueda convertir a una mona en seda, no. Hay que tener algo, un tic, o innato sin necesidad de mucho asesoramiento o en bruto que hay que educar. La persona elegante conoce a la perfección su cuerpo y sus gustos y ello le concede un toque especial que podemos llamar clase o elegancia. La elegancia, en suma, está en la sensibilidad de una persona para llevar cualquier prenda.
- ¿ Qué te pones o aconsejas para llevar por la mañana?
- Personalmente, no soy nada cuadriculada y me dejo llevar por mi estado de ánimo, pues no tengo un estilo muy definido y clasificado. Ni abuso de los jeans, ni de las faldas, ni del vestido. En realidad, me visto como se me apetece en cada momento, en función de mi estado de ánimo y en función de las responsabilidades u ocupaciones que tenga ese día. Pero te diré que, con independencia de todo ello, lo que me interesa es ir cómoda con una prenda que te haga sentir a gusto tanto por dentro como por fuera. Por dentro porque me siento a gusto y por fuera porque me gusto y creo gustar. En nuestro trabajo son muchas las horas de pie y tienes que elegir en función del día y así, puesto a elegir, me quedaría con la falda pues me siento más libre y más femenina a la vez con ella. En cuanto accesorios lo mismo te digo, va por época. Lo que no va por época sino que es fijo de plantilla es mi color favorito, el verde. Y los zapatos, cómodos, flexibles y medio tacón.
- ¿ Te cambias por la tarde o cuando has quedado después de trabajar con amigas?
- Si, suelo cambiarme y si he quedado previamente con más razón. Me gusta en estos casos, llevar unos pitillos con una buena blusa o un ponerme un vestido con una chupa de piel. Ya ves que soy muy difícil de definir, que me muevo a impulso.
- Marian, ¿ qué te pondrías para una cena de cierta formalidad o para un evento nocturno formal?
- Pues tendría que buscar en el armario y combinar algo, aunque lo tengo muy claro. Dependiendo de un caso u otro, un vestido largo o corto, de color negro, si es invierno, y si es verano algún color favorecedor con la piel morena, estrecho, que marca la silueta, con unos salones y cartera de mano a juego. El peinado sería de melena suelta, aunque me encantan los recogidos informales.
- Por último,¿ qué piensas de nuestra ciudad en relación con la elegancia en el vestir?
- Pues mira creo que vamos teniendo una evolución en este sentido muy positiva. Observo a chicas y señoras, por la calle, a la gente en general, con ganas de arreglarse, de gustarse y ser gustada. Esto antes, en verdad, se veía poco. Ahora va creciendo una conciencia de ir a la moda, pero no viendo la moda como algo frívolo, sino como una cultura que se puede adaptar al cuerpo. Transmitir a través de ese sentimiento que pones a la hora de vestirte lo que en realidad es tu persona. Hay que seguir trabajando en ello y es esa es nuestra labor ya que no nos debemos dedicar solo a vender el producto sino a asesorar a la cliente lo que, a través de nuestra visión profesional y del estudio de la persona, le es más adecuado llevar o refleja mejor su forma de ser o su carácter.
Media sonrisa enarca sus labios como diciéndome o pidiéndome la hora. Su martirio ha terminado. Odia las entrevistas y ser fotografiada, en este caso maravillosamente por Adolfo Morales, por ello no tengo más remedios que agradecérselo. La beso para despedirme y le miro a los ojos que se retienen eléctricamente en mi cerebro. ¡ Ay, dichosos ojos!