Eugenia Jeréz Martín
Por motivos personales esta entrevista es la única que he tenido que realizar fuera de Huelva. Nuestra elegante onubense de hoy se encontraba en su tierra por cuestiones profesionales y le era imposible desplazarse a nuestra ciudad para realizarla.
De forma, que... Alá va a la montaña. Me hospedo en un hotel equidistante del Barrio Bajo y del Barrio Alto, al centro de la villa de Sanlúcar de Barrameda, Hotel Alcoba, desde donde puedo abrazar con mis ojos el encanto de la burguesía y vieja aristocracia esparcidas por la Casa de los Medina Sidonia y, a la vez, parte de El Bajo Guía donde Cádiz estrecha la mano de su tierra hermana, Huelva, a través del Coto de Doñana.
Espero que me busque en la cafetería del Hotel la entrevistada, mientras apuro sorbo a sorbo el color dorado de perlas inimaginables de La Manzanilla del lugar. Es hora del aperitivo y nada mejor que el vino local para hacer boca. A las doce en punto aparece por el hall la figura deslumbrante de quién espero. Rojo y negro, Embutida en un elegantísimo vestido negro cortado más arriba de la rodilla y frunce alto por debajo del pecho trazado éste en línea simétrica con una tiranta en el lado derecho que deja ver la rotundidad vital de sus hombros y otear el moreno de su piel, realzando su cuello de cisne, Zapatos color rojo y bolso de piel en igual color como accesorios a un rostro bello y enigmático donde sus ojos contorneados con el rímel negro, en fuerte y grueso trazo, se deslizan como una serpiente encantadora y sus labios rojos intensos, dibujan una boca que puedo calificar de las más embaucadoras que he conocido. Es simplemente todo una mujer, una gran dama de cabello rubio intenso. Rojo y negro.
Me pregunta si quiere que hagamos la entrevista allí mismo o si la hacemos caminando mientras me enseña el noble pueblo donde Colón inició su tercer viaje al Nuevo Mundo y Magallanes y Juan Sebastián El Cano su primera circunnavegación, en pleno apogeo económico de la zona por medio de los Duques de Medina Sidonia. Opto por levantarme.
Se llama Eugenia Jerez Martín. Es abogada, está casada y reside en Huelva , donde estudió la licenciatura de Derecho y que, tras pasar por un despacho de Abogados con otra compañera, conoció a las hermanas Susana y Mariola Barón montaron, junto a otra Letrada, Elena Rosario, un bufete en pleno corazón de Huelva, donde se palpa el latir del transcurrir de la ciudad, muy cerca del punto cero que señala La Placeta, en la calle Méndez Núñez, frente de la Iglesia donde salen algunas de las más señeras y reconocidas cofradías onubenses.
A pocos metros de donde pasamos transcurrieron los primeros años de Eugenia Jerez. En el barrio de El Pinar, entre el colegio del mismo nombre y el instituto Francisco Pacheco, ambos separados por escaso metros y donde se otea con facilidad la última punta de tierra onubense desde Bonanza. Como augurio inesperado de futuro el Instituto dedicado al pintor de Sanlúcar de Barrameda está muy cercano a la avenida de Huelva y en la calle Puerto de Barrameda. Huelva y Sanlúcar de Barrameda. Rojo y negro.
Esta bella sirena de las dos tierras hermanas, reúne en sí lo bueno de ambas. Rubia, estilizada, distinguida, pero salerosa a rabiar y simpática a morir. Sin embargo, cosa del destino, no tuvo idea inicial de cursar sus estudios universitarios en Huelva y si en Sevilla. Pero el hecho de que sus amigas se vinieran con nosotros a estudiar Magisterio le hizo liarse la manta a la cabeza y seguir la línea costera de occidente al comienzo del nuevo milenio. Y no se arrepentiría de ello, pues aquí se quedó sin solución de continuidad y los onubenses tenemos la suerte de gozar de una profesional del derecho de primer orden. Estudiosa, metódica y preparada. Lleva a cuesta multitud de procedimientos, pero lo que en verdad la supera son los litigios penales. Le gusta buscar una solución a lo difícil. Es un reto para ella, Y digo yo que en algo de ello tendrá que ver D. Juan Carlos Ferrer, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Huelva, por conseguir que la mayoría de sus antiguos alumnos se enganchen a esta rama jurídica.
- ¿Cómo entiendes la elegancia, Eugenia?
- La elegancia es una cualidad innata en la persona. Es algo que no se puede comprar como se hace con la ropa o los cambios estéticos en el cuerpo. La elegancia es una actitud frente a la vida integrada por dos condiciones fundamentales: el ser y el saber estar. Esto es condición sine qua nunc. Ser, nacer con esa dignidad que te hace mover, reír y llorar de una forma que solo el distinguido puede hacerlo. Y el Estar, la dignidad se traduce aquí en la capacidad permanente de la persona elegante de no desentonar en ningún sitio. Por ello, la elegancia la entiendo como algo simple sin abalorios o barroquismos isabelinos. En cuanto eso que se llaman colores elegantes, entiéndase el azul, negro, blanco, etc, son estereotipos que no me dicen nada. Y digo esto porque lo fundamental está en conocerte a ti mismo y saber donde se encuentran tus limitaciones. Yo, por ejemplo, no entiendo la elegancia sin llevar o utilizar el rojo, o mezclado con negro.
Y en la elegancia, entiendo que hay un componente de sensibilidad muy fuerte. Esta, la sensibilidad, es algo connatural con la persona elegante, póngase lo que se ponga. Ya le puedes tirar un retal de lona que la mujer elegante es capaz de convertirlo en un más que decente traje de diseño.
- Muy bien y dime qué sueles ponerte por la mañana.
- Me siento muy identificada con los pantalones, aunque no tiro mucho de los jeans. Me gustan holgados, cómodos y acampanados. Creo que visto normal, de calle. Mi vestido corto también me gusta, pues me encantan las minifaldas y los buenos zapatos no de mucho tacón ya que con mi altura pienso que llamaría la atención y nada más lejos de mi. Y por lo demás, pues una blusa a juego y una americana y en cuanto a los accesorios no soy mucho de ellos. En todo caso, mis anillos y una pulsera. Quizás me ponga también algunas perlas de Tous...perdón, por la publicidad, pero son las únicas que me gustan y utilizo ¡Ah, lo que no puedo pasar por alto es el bolso! Soy adicta a ellos.
Pero los día que tengo que celebrar en Sala Juicios me visto totalmente sobria. Traje de chaqueta y falda negro y camisa blanca, tal y como marca nuestro reglamento, mis tacones y mi toga. Y te voy a decir una cosa aunque sea impopular lo que te voy a decir...
Estamos sentados en una terraza cerca de Las Covachas, en el Barrio Alto, y la miro intrigado. Parece pensarse lo que va a decir y le doy tiempo a ello, mientras admiro la maravillosa construcción de estilo gótico tardío del siglo XV. Más allá se percibe el Auditorio de La Merced y un poco más lejos el Ayuntamiento, antiguo residencia de verano de los Duques de Montpensier, también conocida como Palacio de Orleans Borbón.
- Estamos en una sociedad machista, tanto por los hombres como para algunas mujeres, todavía. A una mujer le puede gustar vestir bien como un elemento más de su forma de ser, pero no como el elemento. ¿Me entiendes? No me gusta sentir miradas por mi forma de vestir o aspecto exterior. Soy una profesional del Derecho y lo que importa es el valor sagrado, para mi, que significa portar una toga y lo que llevo en mis carpetas. Eso es y esa es Eugenia Jerez, abogada. Todo los demás es una forma exterior de entender la vida. Hay mujeres u hombres que van cómodos de cualquier manera porque no le gustan los formalismos o se sienten bien de esa forma sin que por ello se le tilden de nada. Por tanto, señor mío, no cuestionemos lo contrario. Me hace mucho daño que los que me quieren pensasen otra cosa. Sin embargo, y te lo digo de corazón, lo que piensen los demás me la traen al pairo. Soy consciente de mis gustos y de mi personalidad.
Ahora, de forma más frívola, te digo que de seguro tardo mucho menos que prepararme que tú. O, al menos, si menos que mi marido. Y eso que me relaja mucho tratarme por la mañana la cara con mis cremas y demás afeites y cuidarme el pelo.
- ¿ Cambias tu forma de vestir por la tarde?
- Qué más quisiera!! La mayoría de los días me conformo con tomarme una tapa en algún sitio cercano para irme pronto al despacho a trabajar o, en caso de ser día de consultas, para preparar y atender las visitas señaladas. Y me marcho cuando es ya lo suficientemente tarde para no tener más ganas que irme a casa. Y allí, en casa, me desquito. Después de una buena y relajante ducha me pongo lo más cómoda que puedo. En verano una camiseta ancha y suave me basta y en invierno no puedo estar sin mi pijama, por supuesto de color rojo y negro.
Se nos ha hecho bien entrada la hora del almuerzo cuando bajamos del Barrio alto pasando por delante del Palacio de Medina Sidonia, donde se encuentra los famosos "Archivos de la Duquesa Roja", Isabel Álvarez de Toledo y por la iglesia de Nuestra Señora de La O. El aroma de esta ciudad es una mezcla aromática de la herencia inglesa con sus casas señoriales y sobrias, elegantes y reposadas en el tiempo, con el olor y esencia colombina de las calles y callejuelas de tierras de vides y mar. Llegamos a Bajo Guía y el olor y sabor de las salinas de Bonanza se cuela en los sentidos como recuerdo cercano al olor y sabor de aquél trozo de tierra que metros más allá divisamos. Huelva con su Coto de Doñana como único y exclusivo anfitrión. Es el paraíso físico y entramos en el gastronómico hermano.
- ¿Para una cena un tanto formal o un evento de etiqueta qué te gusta llevar?
Lógicamente tendría que ver de qué grado de etiqueta se trata. Si dijéramos que es media etiqueta como para ir a una boda con ceremonia nocturna o una cena con clientes importantes, o simplemente una cena de carácter personal especial, tiraría de fondo de armario, pues siempre hay algo donde elegir para estas ocasiones, Me gustan mucho los vestidos cortos pero con algo que llame la atención. Por ejemplo, me vuelven loca los flecos. Eso combinado con unos buenos zapatos de tacón según el color del traje y un bolso a juego me basta y sobra. En cuanto a los accesorios, como siempre, pocos; anillos y pulsera. Para un evento, quizás eche mano de un traje largo, color negro o rosa, y jugar con las transparencias y encajes. Zapatos acordes y bolso a juego y la cara preparada. Según me coja el cuerpo, me recojo el pelo o le doy un toque especial. Seré muy pesada con los bolsos pero creo que es el complemento ideal para llevar traje o cualquier tipo de vestido. Tan importante como el tejido que lleves que te vuelvo a decir que me gustan de líneas marcadas y sobria, nunca estrafalarios.
- Aunque llevas poco tiempo en Huelva cómo ves a la mujer onubense.
- No soy la persona más indicada para hacer una evaluación de la mujer onubense. A priori, me parece una mujer bastante linda y que sabe vestir. Lo que si creo que existe mucha uniformidad entre ellas, mucha moda de en cadena, muy reglamentaria. La tendencia marca esto y esto hago. La veo muy poco arriesgada y muy preocupada por el qué dirán. No quiero que me entiendas mal, porque este es un vicio de casi todas las ciudades que conozco, sea mayor o menor. Se lleva la media melena y las mechas pues todas de media melena y mechas ¡ Pues no! ¿Porqué no puedo llevar el pelo como se me apetece y, sobre todo, como yo me veo bien? Creo que tengo la suficiente madurez como para dejar a un lado cualquier mirada o comentario de mal gusto. Yo me visto para gustarme , no para gustar a los demás. Por lo demás, en la ciudad se ve un progreso importante de tiendas abiertas. Además de comercios pequeños que son los que me gustan y regentados por mujeres. Aquí te conocen, te asesoran, pones y quitas con toda confianza hasta dar con el tuyo. Y ejemplo de lo que digo los tenemos, para la mujer, en compañeras de este reportaje como Vanessa Arana con Lamé y Lourdes Alloza con Lulú-Can-can.
Una franja anaranjado atraviesa el cielo celeste líquido por la parte de mi tierra. Ha llegado la hora de dejar, muy a mi pesar, a esta abogada onubense de silueta normanda orlada con sabores anglosajones y sanluqueños. Eugenia Jerez Martín.