'Como era en un principio', el nuevo thriller del periodista onubense Daniel Blanco

El moguereño Daniel Blanco Parra pertenece a ese pequeño grupo de personas que irradian luz propia y felicidad a partes iguales. Basta cruzar un par de palabras con el escritor para darse cuenta de que contar historias es, además de su fuerte, su vocación.
Blanco, del que Antonio Gala dijo que tiene un “estilo estremecedor”, es periodista, escritor y conferenciante, con más de cuarenta premios nacionales de relato. Es autor de El secreto del amor, Los pecados de verano, El Pintor de la corte y, ahora acaba de lanzar su última aventura literaria.
Como era en un principio es su nuevo thriller intimista. Una obra que recoge la corriente europea del domestic noir (el género literario de moda) y que se ha alzado como finalista del Premio Ateneo de Sevilla en 2019.
En este libro el autor aborda temas tan complejos como las relaciones familiares o la desmitificación de los padres.
-¿Cómo surge Como era en un principio?
-Toda novela empieza con una chispa y, en este caso, la chispa fue un hecho real, un detalle que podía no haber pasado de una pura anécdota, pero que me impactó tanto que supe que ahí estaba el germen de una nueva historia. El hecho es el siguiente: en 1987, a un familiar mío, su marido le regala un reloj de oro carísimo. Esta mujer presume de él hasta que cuatro meses más tarde y después de una cena íntima con los amigos, descubre que lo ha perdido. Lo busca en el trabajo, en la calle y en casa, pero nunca lo encuentra. Pasan 32 años y es en 2019 cuando esta mujer tiene ya edad para jubilarse cuando recibe en el trabajo un sobre, sin sello y sin remitente, con el reloj que había perdido más de tres décadas antes. Esto demuestra que no lo había perdido, sino que se lo habían robado, y que había alguien de su entorno con razones suficientes para hacerle daño. Y éste es el arranque de la novela: la aparición casi mágica de este reloj. Lo maravilloso, lo raro, lo fantástico está, a veces, más cerca de lo que nos creemos
-¿Tiene algo que ver la relación que tienes con tu madre con la que se refleja en la historia?
-A mí siempre me han fascinado las relaciones entre madres/padres e hijos por la intensidad, por la pasión y porque es muy fácil no estar a la altura. Es cierto que ésta es una novela sobre la desmitificación de los padres, de decir, sobre la valentía de poder hablar de que los padres no son perfectos o que hay padres que no se comportan como tales o de que se han equivocado. Me interesa este tema porque creo que nos marca para siempre, que es algo de lo que no podemos escapar. La relación que tengo con mi madre no se parece en nada a ese vaivén emocional de las dos protagonistas porque no hay ese toque de crueldad ni de ataque, porque la armonía en el hogar también es un logro, porque nos tratamos con amor, cariño y respeto. Sin embargo, con esta relación tan tortuosa de Como era en un principio quería hablar de esas guerras incansables y terribles que se declaran entre padres e hijos, de esas batallas que se van librando día a día, sin bajar la guardia.
-¿Qué es el domestic noir? ¿Por qué te has decantado por este estilo para tu cuarta obra?
-El domestic noir, que podríamos traducir como una novela de misterio de andar por casa, es una variante del género de las historias de intriga que está ahora muy de moda en Europa y en Estados Unidos y que se caracteriza por no tener policías ni detectives, es decir, es una persona normal la que se pone al frente de una investigación, y donde los sospechosos son las personas a las que más quieres o en las que más confías, con lo que se dinamita el último refugio del ser humano, que es el de la familia y los amigos. Me apetecía con esta novela poner a prueba una institución tan sólida como la familia, provocar un terremoto dentro de ese refugio íntimo, plantearles a los lectores la situación de cómo actuarían si, de repente, no pudieran confiar en nadie. Y es cierto que hay una trama de misterio (averiguar quién y por qué se llevó el reloj), pero en realidad es una excusa para hablar de los laberintos familiares y de las cosas importantes que decidimos callarnos. Como era en un principio es una invitación a conocer nuestra familia y de dónde vinimos.
-¿Qué te gustaría transmitir a los lectores con esta novela?
-La literatura, por encima de todo, debe ser entretenimiento, diversión, placer, y de paso, tiene que ayudarnos a entender el mundo que nos rodea y a entendernos a nosotros mismos. Con Como era en un principio, el objetivo estaba claro: diseccionar la familia, hablar de esa parte de la familia de la que no se habla y darle luz a esa parte miserable que todos tenemos. Es una novela sobre el fracaso, sobre la crueldad y sobre la envidia. La familia es un regalo, pero también puede ser una trampa. Puede ser refugio, pero también intemperie, puede ser alivio y herida. La familia es la primera comunidad en la que vivimos y a la que permanecemos atados toda la vida, ya sea a través del amor o del odio.
-¿Es de la que más orgulloso te sientes?
-Es a la que más cercano me siento, quizás porque está basada en un hecho real y habla de algo que nos concierne a todos, de un tema universal: la familia y las expectativas que volcamos en ella. Un autor siempre tiende a sentirse más identificado con su última novela porque es la más reciente y porque es, posiblemente, la que mejor refleja el momento vital que está pasando. Es verdad que, con el tiempo, me he dado cuenta de que ésta era la novela que quería escribir porque es la más personal, porque ahí están mis desvelos y mis preocupaciones, porque es la que aborda un tema más delicado y con más aristas.
-¿Cuál ha sido el comentario que más te ha emocionado por parte de los lectores tras acabar la obra?
-Justo ayer decía un escritor y crítico literario: “No volverás a ver a tu familia de la misma forma después de leer esta novela”. Y ese comentario me impactó y me ha dejado cavilando un par de días porque supe que mi novela había conseguido el objetivo que tenía al escribirla: hablar de lo que no se habla, enseñar la cara más amarga de la familia, mostrar que las relaciones, por muy apasionadas que sean, nunca son perfectas. A pesar de todo, me emociona mucho cuando alguien me dice que me ha leído. ¡Dedicar el tiempo a leer una novela de quinientas páginas ya es un acto de generosidad por parte del lector! ¡Agradezco que de entre todas las historias disponibles, hayan elegido la mía! Y me hace especial ilusión cuando los lectores reconocen a miembros de su familia en los personajes del libro porque eso quiere decir que los perfiles son universales. Lo importante es que los lectores cierren el libro con una buena sensación y que la historia, de una forma u otra, les haya hecho pensar, mirar a su alrededor con otros ojos.
-¿Quién leyó por primera vez el libro? (fuera del ámbito profesional: amigos, familiares...)
-Suelo ser muy maniático con esto de dar a leer mi novela antes de estar publicada. De hecho, no suelo hacerlo. Trabajo mucho en soledad y me fío de la guía de los editores. Es verdad que, en este caso, como quedó primera finalista del premio Ateneo de Sevilla entre más de 300 manuscritos, supe que Como era en un principio había gustado, que los miembros del jurado habían conectado con mi historia, pero no suelo ir pidiendo opiniones sobre cómo avanza mi novela. Medito mucho antes de empezar a escribir, pero una vez que he decidido el tono, la trama y la estructura, no me lo planteo más.
-¿Te causa respeto conocer la opinión que tienen los tuyos de tus obras?
-Quizás es eso lo primero que tiene que aprender un escritor, a tomar distancia de las opiniones de los demás, a no tomarse demasiado en serio ni las críticas positivas ni las negativas. Uno, en este caso yo, hace una propuesta con una novela y la entrega al mundo. Después, cada lector, dependiendo de sus gustos, del momento vital y de su currículum lector, la recibe de una forma. Evidentemente, me gusta que los lectores disfruten con mis historias y que me feliciten, pero no quiero alimentarme de eso, no quiero depender de eso. Intento, en este ámbito, ser más libre, pero insisto en la alegría que provoca el disfrute de un lector con tu novela. Con Como era en un principio, la recepción de la historia por parte de mi entorno quizás era más delicada porque está basada en un hecho real, pero creo que los que me rodean han entendido que mi trabajo es ése: inspirarme de la realidad, pero transformarla.
- Además de escritor, eres periodista y has ejercido varios años de ello, ¿Qué tiene el lado literario que no tiene el de la prensa? ¿Te planteas volver a trabajar en los medios alguna vez?
-El periodismo y la literatura tienen un territorio común, que es el de las historias y la palabra, el de intentar entender el mundo que nos rodea y quiénes somos. Evidentemente, el periodismo está vinculado a la actualidad y al interés común, y la literatura es más libre, tanto en la temática como en la estructura, y se le permite experimentar más. Trabajé muchos años en un periódico, en El Correo de Andalucía, y aquel hábito de escribir tres páginas diarias fue un entrenamiento intensivo para la literatura. No me dedicaría ahora a la escritura si no hubiera sido periodista, eso lo tengo clarísimo. No sé si volveré o no a los medios, lo único que sé es que estoy comodísimo en la literatura y que tengo muchas nuevas historias por contar. A medio plazo me imagino con nuevas novelas. He encontrado mi vocación.
-¿Es un buen momento para los escritores? ¿La gente lee más ahora durante la pandemia?
-Creo que, tras la aparición de la pandemia, el futuro es más impredecible que nunca para todos nosotros, no sólo para los escritores. No nos atrevemos a hacer planes a medio plazo, no somos capaces de aventurar cómo habrán cambiado nuestras vidas para siempre. Estamos improvisando, adaptándonos a toda velocidad a esta nueva situación. Sí está claro que la cultura nos ha salvado durante el confinamiento, nos lo ha hecho más llevadero, y es hora de agradecérselo a los creadores. Debemos apoyar la cultura desde todos los ámbitos, también desde el individual, yendo al cine o a conciertos, comprando libros. Esta situación ha demostrado que la cultura es imprescindible, que nos salva y nos alivia.
-Nuevos y próximos proyectos, ¿habrá alguno inspirado en tu tierra natal?
-Moguer aparece en todas mis novelas de una forma u otra, porque ahí están mi infancia y mis recuerdos, ahí sigue la gente a la que quiero. Moguer está en mis creaciones porque Moguer es parte de mí. Todas mis historias se desarrollan en pueblos que podrían ser el mío, y ahí están la vecindad, el cuidado y la compañía que se da en las comunidades pequeñas, y también el control, el cotilleo y el qué dirán. Me fascina el pueblo, como lugar para vivir y también sobre el que escribir, y me interesa mucho recuperar la manera de hablar de estos pueblos, las costumbres de nuestros mayores, como las de salir a tomar el fresco. Y con respecto a los próximos proyectos, ya trabajo en una nueva novela en la que se repiten varias constantes en mi carrera profesional: la mujer como protagonista, la ambientación en un pueblo y el ámbito de lo íntimo para entender no sólo a unos personajes sino también un país. Será una historia que se desarrolla en el siglo XX sobre esas heroínas han librado las mayores batallas en silencio, sin reconocimiento ni ayuda, y que han sido las mujeres de la generación de nuestros abuelos.