Bernardo Romero y Nicolás Ríos nos enseñan a ser Choqueros

Nicolás Rios era el encargado de presentar este original acto que rezumabachoquerismo por los cuatro costados.
Nicolás, acompañado de su hijo y de su bella esposa, miraba socarronamente a uno y otro lado. Sabe de la materia, conoce al autor como la palma de su mano y es una persona que se siente deHuelva, no desde el nacimiento, sino desde el corazón y el sentimiento. Para él, experto gastrónomo para su satisfación personal y reconocimiento de amigos y entendidos, otea desde su altura la llegada de los invitados y se congratula ver gente de la tierra, gente sencilla y sin doblez que arriman sus hombros profesionales para el bien cultural de esta provincia.Por ello no me cogió de sorpresa el tono de experto que utilizó cuando tomó la palabra. Hizo Nicolás un repaso sobre aquellas materias de las que sabe, de las que ha vivido y de las que ha contribuido a hacer realidad. Tras realizar un repaso a la figura de su amigo, Bernardo Romero, y hacer un refrito de las chanzas y anécdotas bernardianas refiriéndose a él como” más de Huelva que las habas con chocos”, realizó toda una variedad de comentarios y glosas sobre la cocina de Huelva vista por Bernardo Romero. Como he dicho, conoce a la perfección a Romero. De hecho, junto a Remedios Rey, con la ayuda de laDiputación Provincial, le ayudaron a editar la verdadera y auténtica biblia gastronómica onubense, el libro de La cocina de Huelva. Refiriéndose a él, dijo que Bernardo Romero es un chef indescifrable, cuyas recetas difícilmente pueden ser copiadas pues podrán conocerse los ingredientes, pero nunca las cantidades. Bernardo es el cocinero de “las mijitas“, mijitas de esto o de lo otro. Y esa es su autentica diferencia, su verdadera realidad, su cocina parte del corazón. Por último, hizo Nicolás Rios un repaso por las cocinas históricas de aquellos bares que marcaron nuestra juventud y consiguieron tener un caracter telúrico en nuestros corazones, como El Compostela o La Esquinita te Espero, o el todavía de pié y renovado BarCasa Miguel.
Y me queda Bernardo Romero. Pero nada voy a decir de él en la tarde de ayer. Me quedo con el calor de su abrazo, la sinceridad bondadosa de esos ojos hinchados, las risotadas jugosas de una voz que ha sabido beber y comer, reir y hacer mucho reír, de hablar y callar. Bernardo es simplemente Bernardo. Por ello, me quedo con imagenes de cincuenta años atrás, cuando lo conoci con unos pantalones grises desmadejados y con rodillñeras de plástico al igual que su chaleco azul de cuello de cisne desbaratado, su camisa alguna vez blanca y de cuellos relajados ,por doblados, que mal llevaba una corbata roja de elástico flojo y casi deshilachado por los múltiples abrazos o agarrones, según los casos, que recibía. No voy a hablar del Bernardo Romero profesor, escritor, gastrónomo o diseñador de viñetas….Bueno no, me quedo con aquel chaval de perenne sonrisa socarrona que en su uniforme del colegio francés se pasaba las horas muertas de las clases o del temido Salón pintando caricaturas o dibujos varios con ese bic azul de punta gorda sobre cuaderno de inmaculadas hojas cuadriculadas y pasta semi plastificadas que pedía a laseñorita Manolita a principio de mes y que tanto disgusto le daba a su padre. Ya entonces era especial. Ya era ese lider, pasivo y activo, que se imponía desde la risa, desde el silencio de sus gafas de cristales de multiples ventanales.. Berbardo Romero, maestro, siempre estaremos contigo.