miércoles. 24.04.2024
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¿Vive Matalascañas sus últimos lustros como playa?: así ha quedado tras las borrascas de mayo

Una histórica e inusitada sucesión de borrascas atlánticas a un mes del verano deja muy tocada la playa de Matalascañas. Los temporales del último lustro confirman las peores previsiones de la Estrategia para la protección de la Costa.
¿Vive Matalascañas sus últimos lustros como playa?: así ha quedado tras las borrascas de mayo

Una histórica e inusitada sucesión de borrascas atlánticas nada menos que a mediados de mayo, a un mes del verano, deja muy tocada la playa de Matalascañas.

Los temporales del último lustro confirman así las previsiones de la Estrategia para la protección de la costa (2014): la playa almonteña perdería 21 metros de línea de orilla en 30 años y 66 metros a finales de siglo si no se actúa sobre la zona.

Y ha vuelto a ocurrir. Nuevamente el mar se ha llevado por delante gran parte de la playa de Matalascañas. Solo que esta vez no han sido los temporales de invierno (Elsa, el último en diciembre de 2019), ni siquiera las borrascas atlánticas de comienzos de primavera de 2018 (Emma), más previsibles, y que dañaron por igual desde Ayamonte hasta las costas de Doñana.

Esta vez ha sido en mayo. A las puertas del verano (falta un mes para la estación de la canícula). Una sucesión de borrascas, históricas, sin nombre, se ha presentado sin avisar y ha engullido por enésima vez la playa almonteña. En el resto del litoral no ha sido tan dañino. Pero ha ocurrido al oriente de Huelva.

La subida de las aguas no se quedó en Torre la Higuera ni en la Playa de Castilla. No. Penetró por todo el territorio marismeño por los caños, inundó marismas y se paró en los límites de la aldea de El Rocío, a las puertas de la zona de La Vera y otras áreas que lindan con las arenas colmatadas y los arroyos taponados por todo tipo de residuos, agrícolas, y forestales.

No han tardado los políticos (esta vez ha sido el PP) en iniciar su particular campaña exigiendo el plan de regeneración del litoral para evitar que la playa de Matalascañas se quede sin arena.

Mientras, al Ayuntamiento de Almonte no le había dado tiempo siquiera para culminar y desarrollar  una inversión de urgencia anunciada solo quince días antes de la nueva acometida de las aguas y que alcanzaba los 500.000 euros.

O los vecinos de Matalascañas, tan acostumbrados a reclamar la construcción de espigones que controlen, a su juicio, el oleaje e impidan que las aguas lleguen al paseo marítimo. El colectivo vecinal quiere un aporte extraordinario de arena para garantizar al menos 30 metros de playa con la marea alta, justo los que perdería la zona si se cumplen las previsiones de subida del mar.

La situación de Matalascañas se agrava y cada lustro va a peor. Y no es nueva. Se conoce técnicamente desde que la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar presentara hace casi seis años en Huelva la Estrategia para la protección de la Costa que, por primera vez, estudiaba todo su frente costero con el objetivo de solucionar sus problemas históricos de erosión, aportando diversas alternativas de alcance.

Y el tiempo apremia. En el horizonte 2050, debido a la suma de la fuerza de los temporales más las consecuencias del cambio climático, el avance de la línea de orilla será tan significativo como contundente.

Centrando el fenómeno en Matalascañas los augures de ingenieros y técnicos no son buenos: La playa almonteña perdería 21 metros de línea de orilla en 30 años y 66 metros a finales de siglo. Esta hipótesis es la más optimista que manejan las autoridades.

La realidad le va dando la razón al estudio presentado en 2014. Viendo la situación que presentaba la playa de Matalascañas el pasado fin de semana se podría decir que acierta de pleno en esa particular quiniela mareal e incluso acelera las consecuencias y la agonía de la urbanización almonteña a la que acuden decenas de miles de personas cada año a pasar el verano.

La mayoría de los residentes y propietarios de segundas viviendas y chalés son almonteños, del Condado y de Sevilla. Es una playa onubense muy vinculada al ritual sevillano de acudir a la playa en cuanto pueden, de ahí los enormes atascos que se forman en sus accesos los fines de semana.

Según la Estrategia para la protección de la costa, “las tasas erosivas que se estiman se situarían en una horquilla entre 0,7 y 2,5 m para todo el frente de la playa de Castilla; siendo de mayor importancia en el tramo más al norte entre la playa del Parador y la de Matalascañas, y reduciéndose algo más debajo de ésta última debido al giro que hace la costa, reduciéndose su capacidad de transporte”. "El panorama futuro, con la subida del nivel del mar debido al cambio climático agravará la situación; incrementándose el grado de vulnerabilidad de la playa de Matalascañas. Estas razones hacen que este tramo de costa sea el prioritario de actuaciones”, añade el informe.

El estudio de Costas reconoce que la situación es compleja y difícil de abordar debido a que para salvar Matalascañas de forma permanente habría que actuar en todo el sistema litoral en el que se encuentra inmersa: desde el canal de Huelva hasta la desembocadura del río Guadalquivir. Hay dos salidas:  un vertido de arena de 2.100.000 m3 o pensar en la construcción de espigones cortos que retrasasen el movimiento de arena hacia el sureste.

Desde el observatorio de una de las organizaciones que mejor conoce el movimiento natural del estuario del Guadalquivir aportan otra visión de conjunto. Juanjo Carmona, portavoz de WWF en el área de Doñana, recuerda que las probabilidades de regresión y erosión no son nuevas en las costas de Huelva. Y añade que el problema es “la intensidad con la que hemos ocupado la primera línea de costa en las últimas décadas. Así, ahora nos encontramos con un litoral ocupado, con una subida del nivel del mar debido al cambio climático y con una prevalencia de mayores tormentas en diferentes momentos. Una triple conjunción que hace muy complicado buscar una solución a este tipo de problemas”.

Porque los temporales, según las previsiones científicas, van a ser continuos (de hecho ya lo están siendo) y no estarán más localizados en los puntos de costa sino que el proceso afectará a todo el marco litoral de Huelva. Con este panorama, Carmona entiende que “no podemos pensar que soluciones de ingeniería van a poder solucionarlo. Lo único que harán es trasladar el problema de un punto a otro del litoral”.

La incesante regresión de la playa de Matalascañas y otras zonas litorales obliga, a juicio de WWF, a debatir sobre su futuro, a afrontar los retos y “reestructurar la primera línea de costa y, sobre todo, no ocupar lo que en estos momentos queda libre”.