domingo. 05.05.2024
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María Luisa Domínguez Borrallo. La voz pasional del verso.

María Luisa Domínguez Borrallo. La voz pasional del verso.

” No hay un verso que no lleve una sonrisa,

   una lágrima o una gota de sangre.

  Todo poema es un desafío , un abismo

 que el poeta ha debido  de salvar”   No pongas nombre al olvido. M.L. Dominguez Borrallo.

La mañana había sido plena, intensa. Conversar con María Luisa es una terapia o puede convertirse en un amable y agradable laberinto llenos de sorpresas. En este caso ha sido uno de los placeres más grato que me ha podido traer el año y después de horas matinales sentados por la zona de la Plaza Niña, deambulando entre palabras y cafés, comidas ingeridas distraídamente y más dosis cafeinadas de sonrisas y sobremesas soñadas, todo se me queda con sabor a poco. Ahora, sentados sobre piedras calizas en el margen derecho del Odiel que baja nervioso camino a la ribera y al encuentro de su hermano moreno, la veo de perfil con el cabello enmarañado bailándole por la cara y se la ve absorta en su perfil mediterráneo lleno de vida y carácter. Ojos verdes, ¿o son melosos?; qué más da! Son ojos vivos, eternos y profundos pero suaves, acariciadores y amantes , a la vez. Y el río sigue su curso ávido y ella se entrega al horizonte en quietud callada. Soñando mil estrofas en su mente, acariciando palabras llenas de sentido y la posibilidad de estudiarlas, de juntarlas.as1.Si hay algo que define a Maria Luisa es la figura de su abuelo. No hay añoranza, porque se añora a lo que no se tiene. Hay recuerdos, muchas vivencias porque él, el abuelo, siempre está junto a ella. Sus primera palabras, las primeras construcciones gramaticales, los primeros versos. La mirada amorosa de Manuel hacia la nieta mientras aparca el libro, ¿Te gusta abuelo? Claro que me gusta y mucho. No mientas abuelo. los tuyos son más bonitos. Y el abuelo va y la atrae tiernamente a su pecho y acariciándole la infantil melena, le dice que la poesía es como un niño y ella ya ha parido su bebé. ahora tienes que cuidarlo y hacerlo crecer. Y la mujer que otrora se dejaba caer las horas junto al abuelo, no tiene más remedio que suspirar profundamente y rendir una mirada dulce y húmeda al cielo vestido de lunares blanco, de agradecimiento y amor eterno.as5Por tanto, pronto anidó el veneno de la poesía en esta mujer. Porque el poeta nace, no se hace, a diferencia del novelista o narrador. Y ella nació poesía. mamó poesía, crió poesía. En su juventud, cuando las clases de Administrativo, en la desparecida Escuela de Comercio de la calle Berdigón capitalina, se escapaba a la cercana plaza en la que esta mañana nos recogimos buscando el sol, La Niña, y con la guitarra de su amiga Carmen y demás compañeros haciendo de coro, cantaba y componía sus versos hechos noveles canciones. Y recuerda aquella Huelva tranquila y serena, sin maldad., sin prisas. Y las muchas horas atrapadas entre los libros de la cercana Casa de La Cultura. Horas y libros y su primer poema, “El Piano”. Después más horas de trabajo desgranando sobre el papel los sentimientos y las angustias, los amores y la esperanza. Quizá siempre la dicotomía entre lo blanco y lo negro prredominando siempre lo positivo. as3
Y su cuerpo y alma de poetisa se casa con el verso. Participa, por ejemplo, en “Poetas verdes”, en Moguer; en “La semana cultural 2014 de la Universidad de Huelva”, en la “Celebración de bodas de Zenobia y Juan Ramón Jiménez”, también en Moguer. Colabora en “Encuentros de Poetas Arábigos-andaluces con Miguel Hernández” en Rosal de La Frontera; en “Mujeres Poetas en Primavera”, en Moguer. Pero una de las actuaciones que más la han llenado ha sido “Perforecital Blanco y Negro. Luces y Sombras” con otra compañera poetisa y que trata de un dialogo en verso entre la visión positiva y la negativa, intenso y bello que termina, en su fantástica puesta en escena, como un alegato a la relatividad, intercambiándose los chales.. Sin embargo, María Luisa Dominguez Bardallo ha conseguido tal madurez en su obra y tanta certeza rítmica y sentimental en sus palabras que no ha podido seguir los deseos del abuelo. Aunque estoy seguro que el abuelo Manuel, en su próxima lejanía, sentado en su butaca, lo comprenderá con una sonrisa amable. El viejo Manuel compuso multitud de verso pero su fin eran el fuego. El verso era algo tan intimo, tan suyo, que el uso del mismo sin su permiso le producía dolor. Era un canto a la intimidad de su intimidad.as6Y llega “No pongas nombre al olvido”, que parece una historia de desamor, pero no lo es. Se trata de una búsqueda, de un lugar en la sociedad, en el mundo dentro de ti. Una búsqueda donde la imagen de un hombre puede ser la soledad querida, sentida, deseada y a través de ella comenzar su reconstrucción.Es una obra profunda que encierra muchos sentimientos. Con este título, No pongas nombre al olvido, maravilloso bajo mi punto de vista, quiere María Luisa decirnos que somos como un edificio construido ladrillo a ladrillo, en el que cada uno de estos elementos vitales tienen una importancia grande en la totalidad del mismo y que sin uno de ellos , el edificio, puede derrumbarse. Queremos olvidar pero es contraproducente. Las experiencias no pueden ser amputadas. Nosotros somos lo que somos, positivo o negativo y por ello en ocasiones es necesario volver atrás, analizar los fallos para corregirlos, pues de todo hay que sacar algo positivo. No es cuestión de que ese edificio se tambalee. Es, en definitiva, para ella un canto a la mujer que sobrevive a sus circunstancias.asEl río va tomando el color de la tarde que se cae. Sólo el crepúsculo por el occidente mantiene un manto anaranjado sobre nosotros. Por un momento, María Luisa fija los ojos en mí sin decir palabra. Sus labios son carnosos y bonitos. Y sus ojos orlados por las sombras negras del llanto, del amor y de la vida enamora. Le pregunto que significado tiene el término AMOR en la poesía y sus labios carnosos y rojos se extienden sin abrirlo en una mueca cariñosa y amorosa. El amor es ella. Se siente incapaz de vivir sin amor. Tiene que enamorarse cada mañana de la vida y de sus cosas. En una mirada, en una piedra, en un rayo de sol. Para ella, al final lo que late es el corazón. Los caminos equivocados los marca el cerebro. Seríamos, dice con toda razón, mejor si nuestro destino se dejara llevar por el corazón. Nos levantamos y vamos camino del coche. El aire se ha vuelto frío y húmedo y tenemos que resguardarnos en nuestros abrigos. La poesía es un veneno que corre por las sangre del poeta, que no tiene cura ni antídoto. Echo el brazo sobre sus hombros por necesidad y por atracción. Y le canto aquello que esta mañana medio le recité…

De flor en flor vengo

como el mar de ola en ola,

de color de amapola el alma tengo

y llego de amapola en amapola.

En tu alcoba poblada de rocío

donde tú me mirabas,

me denegaron las entrada

para ver tu blanca cara poblada de estío

Dejaré por ti mi sangre correr hasta que dilatadamente sea un cadáver de espuma, viento, nada.

Y después,

cuando te haya visto,

me despediré de ti

como siempre,

con un beso

frío, anhelante…para que no te despiertes.

Nos abrazamos llenos de amor por habernos conocidos, de alegria por las horas vividas y la esperanza real de volvernos a ver. Nos montamos en el automóvil y los dos miramos hacia el mismo lugar. El abuelo Manuel nos dice adiós sonriente.

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