lunes. 13.10.2025
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Halloween gana terreno en los pueblos onubenses entre entusiasmo y división de opiniones

La celebración, cada vez más extendida, convive con el recuerdo de las tradiciones del Día de Todos los Santos

 

Recreación de Halloween
Recreación de Halloween
Halloween gana terreno en los pueblos onubenses entre entusiasmo y división de opiniones

Las calabazas, los disfraces y las luces anaranjadas se han convertido en una imagen habitual en los pueblos de la provincia de Huelva cuando se acerca el 31 de octubre. Lo que hace apenas unos años era una fiesta ajena, vinculada al cine o a la cultura anglosajona, ha terminado calando en colegios, asociaciones y familias onubenses, que se vuelcan cada vez más en preparar la noche de Halloween.

Calles decoradas, concursos de disfraces y pequeñas actividades para niños y adultos se repiten en numerosos municipios, donde el comercio local también aprovecha el tirón de una celebración que mueve cada vez más público. “Se nota que la gente lo espera. Cada año empieza antes la decoración y los escaparates se llenan de calabazas y telarañas”, comenta una comerciante dedicada a la venta de artículos de fiesta.

Sin embargo, la expansión de Halloween no está exenta de debate. Para algunos vecinos, esta celebración ha desplazado costumbres arraigadas del Día de Todos los Santos, como la visita a los cementerios, las reuniones familiares o la elaboración de dulces tradicionales. “Antes se hablaba del Tenorio y de las flores, ahora todo es miedo y disfraces”, lamenta una vecina mayor.

En cambio, otros defienden que ambas tradiciones pueden convivir. “Halloween es una oportunidad para que los niños se diviertan y salgan a la calle, igual que nosotros teníamos otras fiestas en nuestra infancia”, opina un padre joven. Cada año son más las familias que mezclan ambas celebraciones: se disfrazan, pero también mantienen la costumbre de recordar a sus seres queridos o preparar los dulces típicos de estas fechas.

El auge de Halloween refleja, en cierto modo, el cambio generacional y cultural de la sociedad onubense. Una tradición importada que ha sabido adaptarse al carácter local y que, entre calabazas y velas, ya forma parte del calendario festivo del otoño en la provincia.