Francisco Javier Real, el cura de la IA: "La iglesia tiene que lanzarse a la pastoral de Instagram y TikTok"
El sacerdote onubense asume una misión pionera en la Diócesis de Huelva: integrar la fe en el lenguaje de las redes sociales y las inteligencias artificiales para acercar el Evangelio a los más alejados.

Con un pie en el altar y otro en las redes, Francisco Javier Real es el nuevo director de la Delegación de Evangelización Digital de Huelva, la primera de este tipo en España. Su nombramiento marca un hito dentro de la Iglesia, que busca ahora “habitar el continente digital” sin miedo ni prejuicios. Real lo asume como un regalo, pero también como un reto lleno de “santa inquietud”.
¿Qué supone para usted ser el primer director de una Delegación de Evangelización Digital en España?
Realmente lo vivo como un regalo, pero también con respeto e incluso un poco de temor reverencial, porque la Iglesia siempre ha buscado encarnarse en cada época, usando los medios y los lenguajes de las distintas culturas. Hoy vivimos en un mundo digital, -tecnolíquido, como sostienen algunos autores- y la Iglesia tiene que anunciar el mensaje del evangelio haciendo uso de las nuevas tecnologías, de las redes sociales y de las IAs. Este es el lenguaje de la gente de la calle y la Iglesia tiene que aprender a manejar y expresarse en este lenguaje. Que mi diócesis, Huelva, haya dado este paso pionero es motivo de alegría y también de cierta “santa inquietud”: estamos abriendo camino, aprendiendo mientras caminamos. Y esperamos que, siguiendo nuestro ejemplo, otras diócesis se animen a recorrer, de manera coordinada, esta misión digital.
¿Cómo nace esta iniciativa en la Diócesis de Huelva y qué objetivos concretos se han marcado a corto y medio plazo?
La iniciativa parte de la diócesis, con su obispo Don Santiago al frente, y la inquietud personal de este sacerdote, que desde que han existido las redes sociales digitales las ha usado para acercarse a aquellos que estaban más alejados. De hecho, mi tesina de licenciatura, allá por el año 2005, y mi tesis de doctorado, las he realizado sobre este tema que me atrae y me inquieta. Partiendo de todo esto, nos dimos cuenta de que no basta con “estar en redes”; hay que evangelizar en ellas con intención, lenguaje adecuado y coherencia. A corto plazo, queremos tomar contacto con aquellos fieles diocesanos que ya está haciendo una labor en las redes y formar equipos parroquiales y diocesanos, generando contenido de calidad y estableciendo presencia en plataformas clave. A medio plazo, aspiramos a crear una identidad digital eclesial que no solo comunique eventos, sino que acompañe, escuche y cree comunidad.
¿Qué tipo de perfiles buscarán formar dentro de esta nueva delegación? ¿Va dirigida solo a sacerdotes o también a laicos?
Va dirigida a todos. La evangelización digital no es un “ministerio exclusivo” del clero. Buscamos formar laicos, jóvenes, catequistas, religiosos, agentes de pastoral… Queremos ofrecerles herramientas para comunicar la fe en su día a día digital. También formaremos a sacerdotes, porque ellos siguen siendo referentes, pero con el mismo objetivo: que cada bautizado se sienta corresponsable en esta nueva misión.
¿Cuál cree que es el mayor reto al que se enfrenta la Iglesia en el mundo digital?
El mayor reto es pasar de una lógica de “difusión de contenidos” a una lógica de “encuentro y comunión”. Muchas veces usamos las redes como un tablón de anuncios moderno. Pero el Evangelio no se comunica solo con imágenes bonitas, sino con relaciones reales, aunque sean digitales. Además, debemos aprender a habitar las redes con la sabiduría del corazón cristiano, sin caer ni en el espectáculo ni en la ideologización.Tenemos un gran tesoro en nuestras manos y la gente está sediento de él: el mayor reto es conseguir que las personas, sobre todo los alejados, vuelva a redescubrir el “amor primero”, tenga un reencuentro con el evangelio en el mundo digital, porque a veces muestran reticencias en “pisar las iglesias físicas”. Lo que pretendemos es ser esa voz que clama en el desierto digital, mostrando dónde está el agua que calma la sed del hombre.
¿Cómo se imagina una parroquia “digitalmente viva” dentro de cinco o diez años?
Pues realmente no me gusta la idea de una parroquia digital. El ser humano es un ser social que necesita del contacto físico. Cuando hablamos de una pastoral digital hacemos referencia a una pastoral de primer contacto o de primer anuncio. Pero el fin del encuentro digital es el encuentro físico en el mundo real. Y una auténtica evangelización tiene que ayudar a las personas a experimentar a Jesús en comunidad. Por eso, lo ideal es que las redes, las IAs sirvan de primer contacto, pero que nunca sustituyan algo tan necesario para el hombre como es el encuentro.
¿Las redes sociales pueden ser auténticos espacios de encuentro con Dios?
Sin duda. Dios habita donde hay verdad, belleza y amor, aunque sea en 280 caracteres, en una foto, un video u otra forma de comunicarse digitalmente. He visto conversiones iniciadas por un vídeo de TikTok y amistades cristianas nacer en un chat de Instagram. Las redes, como cualquier plaza pública, pueden ser lugares de superficialidad o de profundidad, según el corazón con que se habiten.
¿Cómo puede un cristiano marcar la diferencia en un entorno muchas veces marcado por la superficialidad, la polarización o la desinformación?
Siendo luz suave y no foco cegador. No se trata de imponerse, sino de proponer con claridad y humildad. Un cristiano en el mundo digital debe practicar la ternura en los comentarios, la veracidad en los datos y la coherencia en los gestos. Frente a la polarización, responder con escucha. Frente al juicio fácil, con misericordia. Frente al narcisismo, con comunidad. En redes, el testimonio silencioso puede hablar más que mil discursos apologéticos.

¿Qué consejos daría a los jóvenes que quieren compartir su fe en redes sin caer en el postureo o el juicio fácil?
Les diría que se pregunten siempre: ¿esto lo publico por mí o por Cristo? ¿Por mostrarme o por compartir lo que he vivido? La autenticidad es la mejor estrategia. Y también les animaría a no tener miedo al humor, a la creatividad, a mostrarse tal y como son. No hace falta ser perfecto para evangelizar: basta con ser verdadero.
¿Qué papel deben tener los influencers católicos? ¿Son una oportunidad o un riesgo?
Son ambas cosas, como todo en la vida cristiana. Un influencer católico puede ser una gran oportunidad para acercar el Evangelio con frescura. Pero también puede correr el riesgo de reducir la fe a una marca personal. Por eso, deben ser conscientes de que lo que representan no es un personaje, sino una misión. Su influencia es valiosa cuando no eclipsa a Cristo, sino que lo transparenta.
¿La Iglesia necesita más presencia en plataformas como TikTok, Twitch o YouTube?
Sí, pero con discernimiento y calidad. No se trata de estar por estar, ni de copiar los formatos virales del mundo, sino de ofrecer una presencia significativa. Si ahí están nuestros jóvenes, ¿cómo no vamos a acompañarlos? Jesús se hizo presente en los caminos de su tiempo. Hoy, muchos de esos caminos pasan por un vídeo corto, un directo o un canal de YouTube.
¿Cómo puede la inteligencia artificial contribuir a la misión evangelizadora de la Iglesia?
La IA puede ser una gran aliada si se usa con ética y creatividad. Desde asistentes virtuales que ayudan a preparar catequesis, hasta sistemas que analizan cómo mejorar la comunicación pastoral. Incluso puede facilitar el acceso a la Palabra de Dios o generar contenidos formativos adaptados: desde videos generados con IA hasta canciones, pasando por contenido adaptado al receptor. La IA se presenta como una herramienta interesantísima, pero siempre debe estar al servicio de la persona y no al revés. La evangelización no necesita algoritmos perfectos, sino corazones tocados por el Espíritu.
En su opinión, ¿la IA es una herramienta neutral o conlleva riesgos éticos que la Iglesia debe vigilar de cerca?
No es del todo neutral. Como toda tecnología, la IA refleja los valores con los que ha sido diseñada y los intereses de quienes la programan. Por eso, la Iglesia no solo debe usarla, sino también discernirla críticamente. Debemos estar atentos a sus sesgos, al uso de los datos personales, a la manipulación emocional… y promover una ética que ponga a la persona en el centro, como propone el personalismo cristiano y la cibermoral.
¿Ve posible una pastoral del algoritmo? ¿Es compatible la lógica de Dios con la lógica del Big Data?
Creo que sí, pero debemos redefinir lo que entendemos por éxito pastoral. El algoritmo busca lo que genera clics; Dios busca lo que transforma el corazón. Una pastoral del algoritmo tendría que evangelizar desde dentro: conocer sus lógicas, pero sin rendirse a ellas. Que el contenido sea sugerente, sí, pero sobre todo verdadero. Que hable el lenguaje digital, pero con acento evangélico.
¿Qué distingue a una “cibermoral de comunión” de una simple ética digital?
La cibermoral de comunión no se conforma con reglas de uso responsable, sino que propone un estilo de vida digital centrado en la relación, la dignidad del otro y el bien común. No es solo “no hacer daño”, sino “generar comunión”, es usar las redes para hacer el mayor bien posible a los demás. Desde la cibermoral que propongo en mis investigaciones, lo digital no es solo un medio, sino un espacio moral donde también estamos llamados a vivir la caridad y la justicia.
¿Cree que la Iglesia está preparada para afrontar los desafíos éticos de la IA generativa o el metaverso?
Estamos en camino, pero aún falta mucha formación y reflexión. Aunque nos ha pillado todo muy rápido, y corremos el riesgo de llegar tarde o mal preparados, la Iglesia no permanece quieta. Hace poco ha sacado documentos muy interesantes, como Antiquaet Nova, centrados en la revolución que supone la IA para la humanidad y cómo responder ante este nuevo desafío, tomando conciencia de los riesgos, pero potenciando todas sus virtudes. Por eso insisto en la necesidad de una ética del usuario de IA, que no se limite a prohibiciones, sino que forme conciencias. El metaverso o la IA generativa son escenarios reales de vida humana, y ahí también debe estar la Iglesia, con criterio, presencia y testimonio.
En definitiva, la creación de la Delegación de Evangelización Digital en la Diócesis de Huelva marca un hito en la historia reciente de la Iglesia en España. Con visión, audacia y un profundo sentido pastoral, se abre un camino hacia una presencia eclesial más encarnada en el mundo digital, donde cada mensaje, cada gesto y cada encuentro virtual puede convertirse en una auténtica experiencia de fe. Este nuevo reto no es solo tecnológico, sino profundamente humano y espiritual: se trata de llevar el Evangelio allí donde hoy se encuentran las personas, con lenguaje nuevo, pero con el mismo Amor de siempre.