jueves. 28.03.2024
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Los comerciantes de la Calle Las Bocas se convierten en personal de limpieza ante la dejadez del Ayuntamiento 

Cada vez que entran o salen de sus negocios, crece su indignación al ver la basura, los excrementos, las manchas y los olores. Y lo peor de todo es que cada día se acumula más suciedad
Los comerciantes de la Calle Las Bocas se convierten en personal de limpieza ante la dejadez del Ayuntamiento 

Una calle limpia ofrece al ciudadano la posibilidad de disfrutar de ella. Pero cuando estas condiciones no se dan, el viandante la considera un lugar de paso. Por ello, los comerciantes de la Calle Las Bocas de nuestra capital y ante la nefasta gestión del servicio de limpieza pública y la dejadez por parte del consistorio, se han organizado para convertirse en personal de limpieza, ya que cada vez que entran o salen de sus negocios, crece su indignación al ver la basura, los excrementos, las manchas y los olores. Y lo peor de todo es que cada día se acumula más suciedad.

Sin duda, otro palo en las ruedas del comercio. No podemos olvidar que el estado de alarma decretado el pasado mes de marzo para combatir la crisis sanitaria del coronavirus hizo un gran perjuicio a las calles comerciales, donde la mayoría son pequeños comercios que no suelen tener un pulmón económico que le permita aguantar sin ingresos. No olvidemos que tuvieron que bajar las persianas durante dos meses, algunos para no volverlas a subir.

Los comerciantes de esta emblemática calle me manifestaban, todos y cada uno de ellos, su preocupación tras la vuelta a la actividad; pues durante el confinamiento los clientes han hecho un máster en compras online, lo que ha significado que grupos como Inditex, se hayan apuntado al cierre de las tiendas físicas al ver el aumento de las ventas electrónicas. Esto es considerado como una amenaza para la viabilidad del comercio local, ya que, en ciudades de tamaño mediano como Huelva, una tienda como Zara suponía un tractor para el tráfico local y su cierre daña a todas las tiendas colindantes.

Por eso entiendo su inquietud y el reproche hacía el Ayuntamiento por su falta de empatía y su desconsideración hacia este colectivo que se siente totalmente abandonado a su suerte, hasta el punto de verse obligados a limpiar sus calles para contribuir que la ciudad siga adelante y hacer más atractiva la calle para incentivar las compras y seguir con ese trato personalizado del el tú a tú y olvidarse de lo impersonal.

Por último, me trasmitían que los centros de las ciudades sin establecimientos y hostelería se convertirían en ciudades fantasmas, sin vida; y contra eso es lo que intentamos luchar, ya que el pequeño comercio es el que da vida a una ciudad, genera empleo y ayuda a mantener la economía de la ciudad. Algo que parece no entender desde el ayuntamiento con su alcalde a la cabeza.