viernes. 25.07.2025
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Pedro Alonso Niño ya tiene su homenaje en bronce junto al Monasterio de Santa Clara de Moguer

La estatua del navegante moguereño, obra del escultor Anselmo Iglesias Poli, lo representa trazando la ruta del viaje colombino a la luz de un farol

 

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La estatua de Pedro Alonso Niño.
Pedro Alonso Niño ya tiene su homenaje en bronce junto al Monasterio de Santa Clara de Moguer

El casco histórico de Moguer cuenta desde hace unos meses con una nueva joya patrimonial: la estatua del ilustre navegante Pedro Alonso Niño, figura clave del descubrimiento de América y piloto mayor de la expedición colombina de 1492. La escultura, inaugurada durante las Jornadas Moguer y América celebradas en marzo, ocupa un lugar de privilegio junto al ábside del Monasterio de Santa Clara, símbolo espiritual e histórico vinculado al primer viaje de Cristóbal Colón.

La obra, fundida en bronce, es creación del artista asturiano Anselmo Iglesias Poli, ganador del concurso de ideas convocado por el Ayuntamiento. Iglesias, autodidacta y fundidor de profesión, ha capturado con gran detalle el momento en el que el navegante moguereño estudia las cartas náuticas a la luz de un farol, rodeado de los instrumentos propios de la época: un reloj de arena, un compás, un cuadrante astronómico y la carta de navegación que él mismo diseñó. Pedro Alonso Niño aparece vestido según los cánones del siglo XV, con casaca, sombrero y calzado de época, sentado sobre una mesa desde la que imagina la ruta que cambiaría la historia.

La estatua forma parte del proyecto escultórico “Navegantes”, posteriormente redefinido por la Fundación Municipal de Cultura de Moguer. Se ha ubicado sobre un pedestal con forma de proa y vela de la carabela La Niña, propiedad de la familia del propio Pedro Alonso, una estructura realizada por la empresa local Modecons.

Este nuevo punto de interés cultural no solo refuerza la figura histórica del navegante moguereño, sino que también pone en valor la profunda relación de Moguer y su Monasterio con la gesta colombina. No en vano, el nombre original de la carabela Niña fue “Santa Clara” y fue en este convento donde Colón encontró apoyo clave para su proyecto, además de cumplir el célebre “Voto Colombino” en la noche del 15 al 16 de marzo de 1493 tras salvarse de un naufragio en el viaje de regreso.