viernes. 26.04.2024
El tiempo

El ave Fénix de Doñana

El morito común es un ave que ha pasado de estar prácticamente extinguido a alcanzar las 6.000 parejas en Doñana en los últimos 20 años
El ave Fénix de Doñana

(Foto: SEO BirdLife)

Estaba prácticamente extinguido y ya hay más de 6.000 parejas en Doñana. Quien ha logrado esta 'hazaña' en 20 años es el morito común, una especie de ibi que anida en la cuenca del Mediterráneo, en Sudamérica y Australia. Ya a finales del siglo XIX comenzaron a desaparecer debido a la pérdida de su hábitat por la tala de árboles y en los años 40, tras la Guerra Civil, se acabó de esquilmar su población al utilizarse sus huevos como alimento.

La restauración del Lucio de la FAO (zona inundable de las marismas) posibilitó que siete parejas se asentaran en la zona en 1996 y a partir de ahí empezaron a crecer hasta alcanzar las espectaculares cifras de la actualidad. El investigador de la Estación Biológica de Doñana, Jordi Figuerola, explica que, pese a ser un ave muy sensible a los cambios de su hábitat, esta rápida repoblación se debe a su "temprana madurez sexual, ya que pueden criar desde el primer año de vida, y al elevado éxito reproductor, ponen entre tres y cuatro huevos por pareja".

Estos animales, que se alimentan de octubre a diciembre de las plantaciones de arroz de las marismas del Guadalquivir y el resto del año de insectos y anfibios, tan sólo sufrieron un parón reproductor en los años 1999 y 2005 debido a las escasas lluvias y la consecuente sequedad de la marisma. Cuando este ocurre, la colonia se esparce por otros lugares del Mediterráneo.

El hecho de que las marismas se inunden cada vez durante más días también favorece la reproducción de unas aves que "necesitan fases largas de inundación para criar", señala Figuerola. Estas buenas condiciones han propiciado que llegasen muchas aves de otros lugares del mediterráneo. Figuerola contabiliza más de 100 individuos en los primeros años. Y desde Doñana, el morito común ha ido extendiéndose a otros lugares como Badajoz y Portugal, "lo cual es muy bueno", dice este investigador.

Y su afán dispersivo no se queda ahí. En Doñana, se realiza un seguimiento de cada ave, marcándolas con una anilla, lo que ha permitido localizar a cinco individuos que han cruzado el Atlántico hasta llegar al Caribe. Figuerola lo explica en que probablemente se perdieron y consiguieron llegar con ayuda de los vientos alisios.