Guillermo Sánchez: "En mi primera infancia quise ser santo y hacer milagros"

Me hace ilusión que se acerque por esta ventana pública un antiguo compañero de la Plaza San Pedro, cuando en la misma cohabitaban las redacciones de Canal Sur y Huelva Información. Ahí fue donde conocí a Guillermo Sánchez Martínez, nuestro protagonista de hoy, un periodista nacido en Sevilla en 1960. Ha trabajado en distintos medios de comunicación (prensa, radio y televisión). Es autor de las novelas "La levitación" (2012) y "Lluvia de almendras"(2021) y del ensayo "Y la Macarena se vistió de luto"(2020).

En su carrera profesional ha cultivado sus géneros periodísticos preferidos, la entrevista en la prensa (Diario 16 y Nueva Andalucía), la narración y la crónica en la radio (Radio Popular y Cadena SER en Sevilla, Málaga y Madrid) y el reportaje y el documental en la televisión.En 1989 formó parte de la primera platilla de Canal Sur Radio en Sevilla. En 1992 prestó sus servicios en Canal Sur radio en Huelva. Actualmente trabaja en Canal Sur Televisión, como periodista deportivo y especialista en historia de la Semana Santa de Sevilla.

En paralelo, prosigue su carrera literaria como narrador y ensayista. En 2012 publicó "La levitación", una leyenda histórica ambientada en la decadente Sevilla del siglo XVII. En 2020 salió a la luz un ensayo sobre la edad dorada de la Esperanza Macarena titulado "Y la Macarena se vistió de luto". Su última obra es "Lluvia de almendras". Con el telón de fondo de la primera circunnavegación del mundo, encabezada por Magallanes y culminada por Elcano, en Lluvia de almendras se relata el enfrentamiento entre España y Portugal en la llamada «guerra de las antípodas», uno de los episodios menos conocidos de la historia de la península ibérica.

Como comprobarán toda una autoridad en el mundo del periodismo de Andalucía, aunque estoy convencido que le hubiese gustado triunfar en el mundo del fútbol, donde por cierto lo hacía muy bien.

Cuando me pongo en contacto con Guillermo para realizar esta entrevista, con la amabilidad que le caracteriza acepta y este es el resultado:

R. - Que vivimos el momento decisivo, el de poner en marcha las conclusiones que hayamos sacado, distinguir en nuestras vidas lo importante de lo que no lo es tanto...

R. - Probablemente estemos en la recta final, eso creo, a eso aspiro, si las personas y los políticos se comportan con un mayor sentido de la responsabilidad.

R. - Me gustaría creer que hemos entendido que profesiones relacionadas con la medicina, con los servicios sociales o con la comunicación serán mejor valoradas por la sociedad y cuando hablo de valoración, hablo también de estabilidad profesional y sueldos, pero pregunte en Huelva, sin ir más lejos, a los médicos, a los asistentes sociales y a los periodistas...

R. - En pleno confinamiento, gracias al salvoconducto de mi empresa para desplazarme a mi centro de trabajo, tuve la oportunidad de ver calles desiertas y me sentí el desafortunado último habitante de un planeta destruido... Sí, tuve miedo de que todo pudiera convertirse en una historia cierta. En el desenlace de mi primera novela, "La levitación", hablo de la epidemia de peste que sufrió Sevilla en 1649. Nunca creí que viviera algo parecido...

R. - Cada medio de comunicación se ha retratado, de manera que sus lectores, oyentes y espectadores sabrán en adelante si han sabido ganarse o no su confianza. En la misma medida, las redes sociales han demostrado que pueden ser tan necesarias como extremadamente peligrosas...

R. - Como ha ocurrido con los medios de comunicación, cada cual se ha ganado o ha perdido la confianza de sus votantes.  Y en este sentido, la naturaleza humana y la política, es decir, muchas personas y muchos políticos, me han defraudado por las mismas razones, por sus faltas de luces, por su egoísmo, por su insolidaridad, por ponerse al servicio de sus intereses y no de las personas.

R. - Una bonita experiencia profesional y personal. Me encontré con una ciudad acogedora y desde un punto de vista periodístico, tuve la oportunidad de vivir el principio de lo que pudo ser el final del Recreativo de Huelva. Me costaba entender que una ciudad tan futbolera y tan tradicional, de ciento cuarenta mil habitantes, pudiera quedarse sin fútbol en la élite. Y fíjese dónde hemos llegado...

R. - Fui feliz en sus playas, en sus calles...y en su estadio. Uno siempre tiende a la nostalgia de los lugares en los que halló la felicidad.

R. - A veces tengo la sensación de que estamos en una ciudad por acabar, que no respondió al crecimiento industrial que podía esperarse de las apuestas de principio del siglo XX, y que ahora está dando pasos necesarios para hacer fuerte su actividad portuaria y vivir más de cara al mar, como hizo siempre...

R. - Diré algo que nunca confesé: en mi primera infancia quise ser santo y hacer milagros, cosas de niños salesianos, jaja...Luego quise ser futbolista. Hice una prueba por los alevines del Betis y un gran entrenador de cantera, Mani, me dijo "grande, tú dedícate a otra cosa"... Ya de mayor le agradecí el consejo porque entonces fue cuando hice realidad mi verdadero sueño, ser periodista.

R. - Personalmente, mi padre, "Zamorita", que era futbolista de la antigua tercera división y llegó a jugar un partido con el primer equipo del Betis...Tenía dos trabajos y nunca le faltó tiempo para jugar conmigo. En el aspecto profesional, José María García, sí, "Súper García", Joaquín Durán, Iñaki Gabilondo... En la literatura, mi profesor en el Instituto, el escritor onubense de Paymogo, José María Vaz de Soto, que me enseñó otro camino a seguir...