Marismas del Odiel: 40 años cuidando el corazón verde de Huelva
Declaradas Paraje Natural el 19 de octubre de 1984, las marismas se han convertido en un símbolo de conservación, refugio de aves y espacio esencial para el equilibrio ecológico de la provincia.

El 19 de octubre de 1984, la Junta de Andalucía aprobó la declaración de las Marismas del Odiel como Paraje Natural. Cuatro décadas después, ese conjunto de humedales que se extiende entre Huelva, Aljaraque, Gibraleón y Punta Umbría se ha consolidado como uno de los espacios más valiosos del suroeste peninsular.
El reconocimiento llegó en un momento en que la conciencia ambiental apenas comenzaba a abrirse paso. Las marismas, amenazadas entonces por vertidos industriales y la presión urbana, encontraron en aquella declaración un escudo que las ha protegido hasta hoy. Gracias a ese paso, el paraje pudo incorporarse más tarde a la Red de Reservas de la Biosfera de la UNESCO y convertirse en un ejemplo de recuperación ecológica.
Hoy, las Marismas del Odiel son un espectáculo natural. Miles de aves migratorias las utilizan como refugio y zona de descanso: espátulas, flamencos, garzas reales, cormoranes o águilas pescadoras conviven en un paisaje que cambia con las mareas y las estaciones. Para los onubenses, el paraje es también un lugar de identidad: un símbolo de equilibrio entre naturaleza y progreso.
Sin embargo, los retos no han desaparecido. Los expertos advierten del impacto del cambio climático, del aumento de la temperatura del agua y de la reducción del caudal del río Odiel. “La conservación es una carrera que nunca se gana del todo”, recuerda Antonio Gómez, técnico del espacio natural. “Cada generación tiene que volver a defender lo que la anterior consiguió”.
A lo largo de estos 40 años, el Paraje Natural de las Marismas del Odiel ha demostrado que la protección del medio ambiente no es una moda, sino una necesidad. En sus aguas y en sus silencios se refleja la historia reciente de Huelva: la de un territorio que aprendió a mirar su entorno con respeto y a entender que su futuro depende, en buena parte, de seguir cuidando su corazón verde.