sábado. 20.04.2024
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El Gobierno quiere frenar las emisiones contaminantes de la industria durante las olas de calor

El Gobierno quiere poner en marcha un plan que sea capaz de prever situaciones de alerta ante episodios climáticos extremos para mitigar los efectos nocivos en la salud de la contaminación atmosférica.
El Gobierno quiere frenar las emisiones contaminantes de la industria durante las olas de calor

El Gobierno quiere poner en marcha un plan que sea capaz de prever situaciones de alerta ante episodios climáticos extremos para mitigar los efectos nocivos en la salud de la contaminación atmosférica.

La red de avisos saltaría, por ejemplo, ante la llegada de una ola de calor para que la industria rebaje sus emisiones de partículas contaminantes durante esos días de altas temperaturas. Huelva sería una de las zonas más beneficiadas por este proyecto ahora en estudio.

Cada vez que se prevé una ola de calor, el sistema meteorológico de la Aemet emite una serie de avisos (amarillo, naranja…) que ponen en alerta a la población. Se trata de evitar que las lluvias torrenciales, los fuertes vientos o gran oleaje provoquen daños irreversibles o víctimas entre la población más expuesta.

Ahora el Gobierno quiere dar un paso más e implementar un sistema de alerta que avise a los ciudadanos pero también a la industria más contaminante, química, energética de la llegada de estos fenómenos de calor extremo. Se trata de evitar que la ola de calor coincida además en el tiempo con el aumento de partículas contaminantes fabriles en el ambiente o exceso de tráfico. La contaminación mata, ya se ha escrito.

Según la información facilitada por el Ministerio para la Transición Ecológica, investigadores de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III (ENS-ISCIII) junto con Técnicos de la OMS y de la Universidad Técnica de Dinamarca han diseñado un Plan Integrador para prevenir y minimizar los diferentes efectos en salud a los que se asocia el Cambio Climático, que han plasmado en un artículo científico recientemente publicado en Environmental Research.

En el artículo, titulado “A new integrative perspective on early warning systems for health in the context of climate change”, (Una nueva perspectiva integradora sobre los sistemas de alerta temprana para la salud en el contexto del cambio climático) sus principales autores Cristina Linares y Julio Díaz, sostienen que si los efectos del Cambio Climático en la salud son múltiples y se dan de forma conjunta, no tiene sentido abordarlos de forma individual.

Un ejemplo, según los autores, es que cuando en España se produce una ola de calor suele coincidir con la alteración de otros factores ambientales. “En estas condiciones no sólo sube la temperatura, sino también las concentraciones de partículas materiales en la atmósfera (PM), los NO2 (dióxido de nitrógeno) y el ozono, pero también en verano suele coincidir con incendios forestales y periodos de sequía. Por tanto, se trataría de un Plan que integrase y diese respuesta a todos estos fenómenos de forma conjunta y no quedarse únicamente en los efectos de las olas de calor”, destaca Linares, científica titular de la ENS-ISCIII.

Imaginemos que en Huelva se anuncia la llegada de una ola de calor intensa para la segunda semana de julio. En esos siete días se podrían implementar medidas para que las fábricas emitieran a la atmósfera menos carga contaminante y se podría restringir el tráfico rodado.

No sería descabellado pues las autoridades hacen continuas mediciones de la calidad del aire en Huelva con lo que se podría comprobar la efectividad del plan en estudio. Incluso está perfectamente documentado por contaminantes diarios con los datos que facilita la Unidad de Calidad del Aire de la Universidad de Huelva a la Junta de Andalucía.

El Plan propuesto consta de cuatro fases. La primera la constituye un Sistema de Alerta Temprana que, basándose en diferentes indicadores, serviría para detectar cuando se prevé que pueda producirse un evento con incidencia en la salud. La segunda sería la de cuantificación del impacto esperado, es decir, con modelos previamente elaborados se cuantificaría qué impacto en morbimortalidad tiene el evento que ha producido la alerta.

La tercera se centraría en la actuación, para lo que se pondrían en marcha los diferentes planes para minimizar el impacto: “por ejemplo, en el caso de una ola de calor producida por entrada de polvo del Sáhara se activarían no sólo los planes en salud relativos al calor y las situaciones episódicas de contaminación, sino también medidas tendentes a la reducción de las emisiones del tráfico e industria para que disminuyan las concentraciones de contaminantes de origen antrópico en la atmósfera. Si se prevé que se produzcan incendios forestales se articularían las medias de actuación para su extinción”, ha comentado Julio Díaz, jefe del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la ENS-ISCIII, en la web del Ministerio donde se ha publicado el resumen del trabajo.

La cuarta y última fase es la de aprendizaje del sistema. En ella se compararían los impactos predichos en la fase dos con los que se han producido realmente, y se valorarían cuáles han sido los puntos débiles del sistema de cara a incorporar mejoras tanto en los procesos de modelización de los impactos como en los de actuación.

Este tipo de planes son totalmente novedosos y, de momento, no han sido instaurados en ningún país, si bien han sido muy bien acogidos por la Organización Mundial de la Salud.

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ya ha tenido en cuenta este estudio en la elaboración del nuevo Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC, 2021-2030) y lo seguirá usando como base en la toma de decisiones en la materia.