sábado. 20.04.2024
El tiempo

Montoya trata de zafarse del crimen de Laura Luelmo un año después del asesinato

Se cumple un año del asesinato en El Campillo de la joven profesora zamorana Laura Luelmo. El principal acusado, Bernardo Montoya, ya no se autoinculpa. Y hasta ha pedido su libertad.
Montoya trata de zafarse del crimen de Laura Luelmo un año después del asesinato

Todo fue a peor desde el primer momento. Se perdió su pista una tarde fría del 12 de diciembre de 2018, tras un puente bullicioso de la Constitución. Laura Luelmo llevaba poco tiempo ejerciendo su pasión en el IES Vázquez Díaz de Nerva: ser profesora de Dibujo.

Buscó una casa para vivir y el destino y las recomendaciones la llevaron al número 13 de la calle Córdoba de El Campillo. Pocos metros más abajo vivía Bernardo Montoya, un individuo con un amplio historial delictivo, entre los que está el asesinato de una anciana, y hoy principal encausado por su detención ilegal, agresión sexual y asesinato.

Cuando los familiares de Laura Luelmo denunciaron su desaparición hicieron constar que este Bernardo Montoya la miraba mal. Y sobre él pende una enorme acusación: atacó a Laura Luelmo cuando regresaba a casa de hacer la compra y luego la tiró al paraje de La Mimbrera.

Aun hoy muchos se preguntan por qué un individuo como Montoya campaba a sus anchas por El Campillo y toda la comarca. Pero eso es otra cuestión.

Hasta él mismo llegó a pedir perdón. Pero luego vinieron las estrategias de la Defensa y las versiones contrapuestas del crimen. Porque una ex pareja de Montoya, J. C. G. también figura como investigada en esta causa que instruye el Juzgado de Instrucción de Valverde. Y es que Bernardo Montoya la señaló como partícipe en la muerte de Laura.

Un año después del crimen, el investigado y principal acusado ya no se incrimina con tanta prisa y su defensa busca lo que llama desórdenes mentales del acusado del horrendo crimen que conmocionó a España entera y que ha cambiado tantas cosas en El Campillo.

Busca atenuantes. Parece que esta estrategia quiere dibujar dos Montoya: el hombre y el monstruo. El segundo presa de un trastorno mental. Para eso harán falta pruebas, datos médicos peritos y convencer al juez o a un jurado popular, que puede acabar dictando veredicto de culpa, o no.

Primero Montoya se autoinculpó del crimen en una fugaz declaración televisada. Un mes después, en enero de 2019 ya apuntó a su ex pareja como autora y también llegó a decir que Laura se golpeó la cabeza con la puerta del coche para evitar su rapto y que le había golpeado la cabeza contra el suelo.

Más allá del crimen de una joven con toda su vida por delante está el truculento espectáculo que montaron algunos medios de comunicación: publicación de material sensible, fotos de Laura comprando en el súper antes de que fuera asesinada…

Sus padres dijeron ¡Basta!, ante tanta filtración de fotos y datos de autopsia. La familia se sentía al pairo de unos medios que sobrepasaban todas las líneas rojas de la intimidad de la víctima y que podían acabar afectando a la investigación del crimen.

La familia de Laura busca la prisión permanente para el autor del crimen. “El Estado ha fracasado al no ser capaz de garantizar el derecho a la vida y a la integridad de Laura”, rezaba su misiva.

Y en esa carta dieron un dato secundario de este caso: “Los maestros interinos acceden a sus sustituciones en condiciones muy difíciles, con imposición de incorporarse en 24 o 48 horas a su nuevo puesto de trabajo, en destinos en los que nadie les alquila una casa para tiempos tan cortos e inciertos”. En estas condiciones llegó la joven zamorana a Nerva. Sin tiempo, sin datos, ni conocimiento del entorno ni de sus vecinos, ni buenos consejos que le alejaran de aquella funesta calle campillera donde se agazapaba el monstruo.

Hoy, el presunto culpable de los delitos de asesinato, detención ilegal y agresión sexual ha pedido en varias ocasiones su puesta en libertad. Petición que ha sido rechazada por el Juzgado. Mientras, su abogado, Miguel Rivera, pidió una prueba médica para demostrar supuestos problemas de erección y demostrar que no cometió agresión sexual alguna, así como ha solicitado pruebas testificales y el análisis del teléfono de Montoya para que se estudien los mensajes de su expareja.

La autopsia realizada en el Instituto de Medicina Legal (IML) de Huelva acreditó que Luelmo sufrió abusos sexuales, además de un fuerte golpe que le provocó la muerte entre los días 14 y 15 de diciembre, es decir, entre dos y tres días después de su desaparición, recoge E. Press.

Los agentes de la Guardia Civil, entre los que se encontraban expertos de la Unidad Central Operativa (UCO) y del Servicio de Criminalística, creen que Bernardo Montoya maniató el miércoles día 12 a la joven maestra para meter su cuerpo en el maletero de su coche, con el que la llevó a la zona conocida como Las Mimbreras, a las afueras de El Campillo.

Asimismo, los investigadores creen que la joven maestra pudo morir malherida en el paraje donde un voluntario dio la alarma al hallar ropa de mujer. En el marco de la investigación, se han recopilado distintas pruebas y análisis en la casa del presunto asesino, en su coche, entre otras pesquisas, al objeto de determinar qué ocurrió entre el 12 de diciembre, el día de su desaparición, y el momento en el que la autopsia dató su muerte, entre el 14 y el 15 de diciembre.

El Campillo y Nerva recuerdan a la profesora con cariño: el pabellón multifuncional de la primera localidad pasó a denominarse Laura Luelmo, así como el aula de dibujo del instituto nervense donde la joven impartía clases.