No todo es malo si eres jugador del Recreativo

Vaya por delante que los jugadores del Recreativo de Huelva tienen todo el derecho a cobrar puntualmente sus nóminas. Del mismo modo, el Decano está obligado a tener a todos sus empleados al día. Y es evidente que los futbolistas trabajan para cobrar y que en una categoría de 'sueldos normales' como la Segunda División B, cualquier retraso en los pagos por parte de un club afecta a la vida cotidiana de sus trabajadores.
Igualmente, el Recre está obligado a proporcionar unas condiciones de trabajo 'decentes' a sus profesionales, lo que incluye campos de césped aptos para entrenar y jugar, instalaciones adecuadas y vestuarios con agua caliente. De todo ello se han quejado, y con razón, los integrantes del cuerpo técnico y la primera plantilla recreativista. Y si han decidido luchar por ello, les asiste la ley y la razón.
Dicho lo cual, tampoco hay que caer en el catastrofismo. Ser jugador del Recreativo de Huelva hoy por hoy no es plato de buen gusto en lo económico, pero incluso en la actual situación de crisis, también tiene sus ventajas. Especialmente si se compara la realidad del conjunto onubense con la de muchos de sus compañeros de la categoría de bronce.
Para empezar, los sueldos en el Decano son más altos que la media de la competición, aunque eso es un flaco consuelo si no se cobra con regularidad. Otro tanto sucede con las instalaciones. Pocos clubes en Segunda B tienen un estadio como el Nuevo Colombino o una Ciudad Deportiva propia. Un valor que queda en gran medida anulado por la falta de mantenimiento, consecuencia a su vez de la falta de liquidez de la entidad.
El Recre también es 'top' en lo que se refiere a los auxiliares deportivos que trabajan con la plantilla. El equipo onubense dispone de un cuerpo técnico completo, que además de los habituales primer entrenador, segundo, y los preparadores físicos y de porteros, incluye a un analista y un readaptador, todo un lujo para muchos equipos de esta división.
Sobre el papel, el Decano debería destacar igualmente en lo que se refiere a los auxiliares no deportivos: médicos, fisioterapeutas, jardineros, utilleros, oficinistas, etc. Cierto que muchos clubes de Segunda B no disponen de tanto personal, pero a la hora de la verdad el Recre presenta carencias en este aspecto, sobre todo en el tema médico. Al menos los jugadores no tienen que lavarse su propia ropa, cosa que sí sucede en otros lares.
Otra de las ventajas de ser un recreativista son los viajes. Puede que el autobús del Recreativo no luzca el escudo y los colores del club, pero al menos no se suele viajar el mismo día del partido, algo habitual en la Segunda División B. Pese a las penurias económicas de las arcas albiazules, el club prefiere asumir el coste para que los profesionales pudieran descansar y afrontar los encuentros lejos de Huelva en plenitud de condiciones.
Por último, vestir la camiseta del Recreativo para un futbolista de Segunda División B es lo más parecido a jugar en el fútbol profesional. Casi ningún club en la categoría de bronce concita tanta atención social, mediática y deportiva como el Decano. Y a casi todos los profesionales les gusta el afecto de los fans, las atenciones de los medios de comunicación y figurar en la agenda de los directores deportivos de otras entidades.