Las lágrimas del héroe discreto del Recreativo

Finaliza el partido y la mirada de Juan Manuel Pavón no se dirige al césped. El técnico que ha llevado al Recreativo a un nuevo milagro busca entre la grada la complicidad de su familia. El abrazo con su padre, lágrimas en los ojos, simboliza lo mucho que han sufrido el preparador onubense y sus más íntimos para que esta película tuviera un final feliz.

Como buen hombre de club que es, Pavón difícilmente aireará a los cuatro vientos todos los sacrificios, sin sabores y traiciones que ha debido soportar. ¿Problemas deportivos? Todos los que quepa imaginar. ¿Problemas extradeportivos? Que le pregunten por la huelga de los trabajadores ¿Problemas económicos? Ahí están las veinte nóminas que se le adeuda.

Pocos confiaron de verdad en él. Dentro y fuera del Nuevo Colombino. Al final, Pavón ha tapado bocas y cambiado opiniones, aunque nunca alardeará de ello. Sabe que difícilmente continuará en el banquillo. Y no porque no quiera seguir. Si tiene que irse, se irá sin hacer ruido. Aunque nadie olvidará al héroe discreto del Recreativo.