jueves. 25.04.2024
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Vaguear en verano puede llevar al fracaso escolar

Vaguear en verano puede llevar al fracaso escolar

Los niños que no practican en verano “pierden” dos meses y medio de aprendizaje.

Las vacaciones de verano y cómo se pasan se están convirtiendo en causa de desigualdad en las aulas. Son los niños que interrumpen totalmente su aprendizaje en los meses de verano los que luego tienen que luchar más durante el primer trimestre del curso, sin llegar nunca a recuperar terreno frente a aquellos que se involucran en actividades educativas durante el verano, por mínimas que sean.

Este fenómeno, conocido como "achivevement gap", se produce todos los veranos generando una pérdida de conocimientos que se mantiene durante el curso escolar y vuelve a incrementar en verano. Esta pérdida es acumulativa e irrecuperable a lo largo de los cursos de la Educación Primaria, produciendo una brecha difícilmente salvable cuando los alumnos llegan a Secundaria. Según un estudio de los sociólogos Kart Alexander y Doris Entwisle de la Universidad Johns Hopkins más de la mitad (65%) del desfase curricular entre estudiantes de Primaria se explica por diferencias de aprendizaje durante el verano.

“El verano es para descansar”, arguyen muchos padres que no son conscientes de los efectos que el desaprendizaje estival tiene en los resultados académicos de sus hijos el próximo curso.

En general, durante el verano todos los niños experimentan una pérdida equivalente a un mes de aprendizaje, siendo las matemáticas y la ortografía las asignaturas más susceptibles de ser olvidadas, según Harris Cooper profesor de Psicología y Neurociencia en la Universidad de Duke. En el caso de las matemáticas los estudiantes pueden llegar a perder 2,6 meses en cálculo matemático, ya que en general no suelen practicar sus habilidades matemáticas fuera de la escuela. En el caso de la lectura la pérdida es menor, equivale a 2 meses, tanto en comprensión lectora como en reconocimiento de palabras, porque la práctica de la lectura está integrada de forma más natural en el entorno de un niño, y los padres tienden a ser más conscientes de la importancia de la lectura y a insistir a los niños en que lean durante las vacaciones.

Para evitarlo, es preciso organizar las rutinas estivales de los niños para compaginar su tiempo de ocio con el repaso de conocimientos adquiridos durante el curso. Los expertos recomiendan hacer las “tareas” de una forma diferente, evitar los deberes “convencionales”, intentar ser creativos y aprovechar las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías y nuestra disponibilidad de tiempo.

"Es cierto, además, que los padres cada vez disfrutan de vacaciones menos largas en el verano, por lo que se puede hacer cuesta arriba tradicionales sistemas de refuerzo como los libros que implican que luego hay que corregirlos. Hay métodos, como Smartick que permite hacerlo desde casa, en el ordenador y, además de corregirse solo, los padres reciben un pormenorizado informe de cómo ha ido cada sesión".

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