jueves. 25.04.2024
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Opinión

La carta de una profesora de francés que enamora a Huelva

La carta de una profesora de francés que enamora a Huelva. María Reyes Gutiérrez Domínguez pone en valor la vida en la ciudad del Tinto y el Odiel frente al marketing de otras zonas.
Zona de terrazas en el centro de Huelva.
Zona de terrazas en el centro de Huelva.
La carta de una profesora de francés que enamora a Huelva

Regreso de Huelva a Málaga. Voy a empezar por presentarme: Soy profesora de francés desde hace 26 años en un colegio jesuita de la barriada malagueña del Palo.

Viví en Huelva desde los dos años hasta los dieciocho, y desde entonces he vuelto en innumerables ocasiones a visitar a mi familia y amigos. A veces, para pasar un período largo de vacaciones, y en otras ocasiones aprovechando puentes y fines de semana.

Mi vinculación con Huelva ha determinado parte de mi vida, ya que estudié en la Escuela Francesa de Huelva, actualmente Colegio Molière.

Mis padres son de Sevilla, y yo idealicé esa ciudad durante todos los años de mi infancia y de mi adolescencia. En mi mente, era la ciudad familia, grande y hermosa, en ella estaba todo lo que mis padres habían dejado atrás cuando vinieron a Huelva, inflé un globo del tamaño de sus añoranzas y jugaba a lanzarlo fuerte, a esa ciudad encantada.

Cuando terminé el antiguo C.O.U por supuesto que mi meta fue estudiar en Sevilla, y mis padres me dieron esa oportunidad, a pesar de que éramos muchos hermanos.

De este modo, estudié Filología Francesa, durante cinco años en Sevilla. Más tarde, empecé a trabajar en Málaga que es donde ahora vivo.

Desde entonces, no he dejado de venir a Huelva y durante todos estos años los sentimientos de añoranza, la lejanía de la familia, han ido cambiando mi visión de la ciudad. Paradójicamente, Huelva ha pasado a ser para mí, una ciudad llena de encanto, con el tiempo he aprendido a apreciar todo lo que antes no veía. El amor que siento hacia mi madre y toda mi familia y amigos, ha hecho que desee mucho volver, igual que de pequeña el amor de mis padres hacia su familia sevillana, hizo que yo quisiera estar siempre en Sevilla.

Las ciudades las hacen las personas, al igual que un atardecer es más hermoso si lo contemplas al lado de la persona que amas.

Huelva, vista con los ojos del amor, es una ciudad donde encuentro sosiego y calma. En un mundo de prisas, de estrés, de ciudades colapsadas por un tráfico incesante, Huelva ofrece vivir el presente disfrutando de tertulias en pequeñas terrazas salpicadas por toda la ciudad, con tapas estupendas a precios no desorbitados.

Huelva son sus barrios, cada uno con sus peculiaridades, es ciudad de acogida en la que muchos inmigrantes viven, prestando sus servicios y buscando un bienestar que les permita vivir con la dignidad que todos merecemos.

En mi juventud, todo lo sentía como opresión, incluso el veraneo obligatorio en Punta Umbría

El paso del tiempo ha cambiado mi manera de ver y sentir. Y lo que antes era cárcel de cristal, ahora lo siento como retorno, acogida y libertad.

Valoro la belleza de las playas de una provincia que no se vende, que no se presta a los engaños del marketing, y que preserva la naturaleza con una oferta turística justa con el medio.

Cuidemos la ciudad del ahora, del minimalismo, mejoremos el transporte público, que nos haga posible venir cada vez que necesitamos ver a los que amamos.