domingo. 05.05.2024
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El aviso de Ecologistas sobre la gestión cinegética y la enfermedad hemorrágica epizoótica

Acaba de darse a conocer que buena parte de la población de ciervos andaluces y algunos ejemplares de vacas, en el campo de Gibraltar y en la sierra morena de Sevilla, (y ahota también en Huelva) están afectadas por la enfermedad vírica conocida como hemorragia epizoótica, EHE.
El aviso de Ecologistas sobre la gestión cinegética y la enfermedad hemorrágica epizoótica

Coinciden hoy 2 hechos que desde Ecologistas en Acción interpretamos como estrechamente relacionados, la constatación de la presencia de la hemorragia epizoótica en ciervos de Andalucía y la aprobación del Reglamento Europeo de Restauración de la Naturaleza.

Sólo actuaciones ambiciosas de restauración de la naturaleza europea puede hacer frente a los episodios cada vez más frecuentes de epizootias, enfermedades trasmitidas por animales, que en casos como la COVID generaron una pandemia mundial de consecuencias por todas conocidas.

Acaba de darse a conocer que buena parte de la población de ciervos andaluces y algunos ejemplares de vacas, en el campo de Gibraltar y en la sierra morena de Sevilla, (y ahota también en Huelva) están afectadas por la enfermedad vírica conocida como hemorragia epizoótica, EHE.

Esta enfermedad afecta especialmente a la población de ciervos, pero también afecta al ganado vacuno y con menos incidencia a ovejas y cabras, es infecciosa pero no contagiosa, es decir, precisa de un vector de trasmisión animal, en este caso los mosquitos comunes, y no se trasmite a humanos.

No podemos olvidar que siendo las especies de cérvidos las más afectadas por la EHE, la gestión cinegética tal y como se desarrolla actualmente, con altísimas densidades, con cerramientos cinegéticos que reducen la variabilidad genética, las traslocaciones ilegales, la alimentación suplementaria que aumenta la transmisión de enfermedades, etc, así como los efectos del cambio climático expresado en términos de sequías recurrentes, contribuyen a la difusión de esta enfermedad por toda Andalucía, así como a la aparición de otras enfermedades emergentes.

El origen de la enfermedad es norteamericano y sólo recientemente ha llegado a Europa como una muestra más de la capacidad de traslocación de agentes portadores de enfermedades que presenta el sistema de economía global en la que estamos instalados.

Pretender que las medidas terapéuticas van a librarnos de este tipo de enfermedades es pecar de optimismo tecnocientífico, sólo medidas profilácticas basadas en las barreras de contención y trasmisión que ofrecen los ecosistemas sanos serán capaces de impedir que nuevas oleadas de elementos infecciosos escapen de su área natural o que cuando lo hagan, encuentren espacios desestructurados que les permitan dispersarse con facilidad.

De ahí la radical importancia de que Europa obligue a restaurar la naturaleza que tanto hemos dañado, recuperando ecosistemas salvajes con mínima intervención humana, que con su compleja trama de interrelaciones dificulta que ninguna especie se descontrole, sólo así podremos tener alguna esperanza contra estas invasiones bárbaras.

Favorecer la restauración de la naturaleza tiene muchos más beneficios que costes, por ejemplo, permitir que el lobo controle a los ungulados enfermos eliminaría la propagación de enfermedades, que finalmente acaban en el ganado, con consecuencias económicas y sanitarias de alto coste. Facilitar, mediante la restauración de los hábitats y la recuperación de refugios, la presencia de murciélagos es la mejor garantía de control de los mosquitos que en el caso del ciervo se convierte en compañero letal.

Y no se trata de hacer sólo estas relaciones simples de causas y efectos sino de dejar a la naturaleza que se reestructure y haga lo que sabe hacer mejor que nadie, equilibrar poblaciones manteniéndolas sanas mediante su autocontrol.

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