martes. 16.04.2024
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Abrir una fosa: No siempre es posible reparar a la familia

Tampoco aparecieron en el pozo de la Finca del Aguaucho sevillana las 27 mujeres de Fuentes de Andalucía que, según todas las fuentes orales fueron vejadas, torturadas y asesinadas antes de arrojarlas a ese pozo.
Abrir una fosa: No siempre es posible reparar a la familia

"Me voy sin saber", decía Luís Vega este 14 de julio de 2019. Tenía la esperanza, toda la esperanza, de que recuperaría el cuerpo de sus padres asesinados en el verano de 1936 por los militares golpistas para darles un entierro digno. Esto pasaba en Paterna de Rivera (Cádiz) cuando enterraban a las diez personas encontradas en la fosa común del cementerio municipal. Él creía que estaban alli sus padres pero las pruebas de ADN no han confirmado esa posibilidad. Hay otras 30 personas del municipio asesinadas que tampoco han aparecido.

Tampoco aparecieron en el pozo de la Finca del Aguaucho sevillana las 27 mujeres de Fuentes de Andalucía que, según todas las fuentes orales fueron vejadas, torturadas y asesinadas antes de arrojarlas a ese pozo.

Cuando se plantea abrir una fosa o exhumar los restos que, presuntamente, fueron arrojados en ella, debíamos ser, quizás, más responsables o crear menos expectativas a los familiares.

Hay tantas fosas por abrir! (708 sólo en Andalucía). Cuando, por fin, se abre una, damos por hecho que el resultado va a ser siempre positivo, que aparecerán los restos de las personas que, según las fuentes orales y/o documentales, deben estar ahí. Se da por supuesto que se identificarán y podrán devolvérsele a los familiares que lo hayan solicitado y a los demás. Pero cuando aparecen restos en una fosa, es un porcentaje muy pequeño de ellos el que consigue identificarse a través de las pruebas de ADN. Y esto último es muy frustrante.

Partimos de la estrategia fascista de aniquilamiento que los militares golpistas aplicaron y que consistía en asesinar al mayor número posible de personas y borrar hasta su identidad, sacarlas de sus casas, llevarlas en un camión a un pueblo cercano y acabar con ellos. Ni siquiera en la mayoría de los casos se inscribía su "fallecimiento" en el Registro Civil. Los primeros meses con los bandos de guerra de Queipo de Llano los desaparecidos eran miles.

Muchos eran asesinados en cunetas, al pie de una carretera, en un prado......  A partir de la primavera de 1937 con los Consejos de Guerra

Sumarísimos "de Urgencia", al menos hay referencias documentales en muchos casos del lugar de fusilamiento.

Si bien es cierto que las tapias de los cementerios eran lugar común para estos crímenes de lesa humanidad y los asesinados acababan en la mayoría de los casos en una fosa dentro de ellos, la estrategia de dispersión por pueblos vecinos y los años que han pasado con el consiguiente deterioro de los restos junto a las condiciones del terreno, así como la escasa documentación, hacen muy dificil exhumar e identificar.

Parafraseando al profesor Lorente, exhumar no es identificar. Y yo añadiría, previamente, abrir una fosa no es encontrar los restos.

Creo que debemos, al menos desde el movimiento memorialista, poner en valor la localización de una fosa y su exhumación, si procede, pero separándola de la identificación, aunque ésta deba intentarse en todos los casos. Y ayudar a los familiares a aceptar que es incluso probable que sus mayores no estén ahí.

Abrir una fosa es lo mejor que podemos hacer por la víctimas del franquismo, para recuperar la memoria y como símbolo de reparación. Acariciar los restos como hacen los arqueólogos, individualizarlos, ordenar sus miembros y extraerle el ADN, sea cual sea el resultado final, es el mejor acto de reparación, además de una prueba histórica indiscutible de las matanzas cometidas por los militares fascistas.

Hay que intentarlo. Intentarlo siempre. Y después, aceptar el resultado. Y vivir la emoción compartida del entierro de los que sí han aparecido, de los vecinos.

Yo me emocionaba al ver el vídeo del entierro de Paterna de Rivera. "Me voy si saber", decía Luis Vega llorando. Pero estuvo en el entierro de las diez personas encontradas en la fosa y dignificadas. Seguro que le ayudó compartirlo. Ojalá.

Concha Morón Hernández. (Exvocal del Comité Técnico de Coordinación de Exhumaciones de la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía)