El Ciudad de Huelva se hace comunista

Fue Sergio Scariolo quien hizo fortuna con la expresión 'baloncesto socializado'. El hoy seleccionador nacional de España se refería a un estilo de juego donde el entrenador cuenta por igual con todos los integrantes de un equipo y, en consecuencia, las diferencias estadísticas entre los titulares y los suplentes son mínimas. No hay estrellas, sólo obreros.
Una filosofía que el Ciudad de Huelva ha llevado aún más lejos. De la mano del técnico Pedro Vadillo, el conjunto capitalino ha pasado del socialismo al comunismo, pues las aportaciones de sus doce jugadores no pueden estar más igualadas. Es el baloncesto sin clases.
Sirva como ejemplo, el ránking de anotadores. Las diferencias entre los dos máximos encestadores -Alejandro Alvarado y Javi Blanco (9,3 puntos de media ambos)-, con respecto a los dos jugadores que menos han visto el aro contrario -Manu Ortega (3,4 puntos) y Alfonso Márquez (2,6 puntos)-, son insignificantes en relación al resto de equipos.
Y la igualdad se extrema aún más si consideramos el grueso del plantel: Pablo Salguero (7,6), David Blanco (7 puntos de promedio), Fran Tayllefert (5,8), Fernando Bellido (5,6), Álvaro García (5,2), Pablo Recio (5), Juanma Márquez (4,4), Jesús Pardo (4), Manu Ortega (3,4) y Alfonso Márquez (2,6).
Como acertadamente define el propio club en sus redes sociales, todos juegan, todos anotan, ninguno es imprescindible, todos son válidos. Es el paradigma de la igualdad trasladado a una cancha de baloncesto. Y al contrario de lo que sucedió en política, este comunismo funciona, pues el Ciudad de Huelva es el líder destacado de la Primera División Nacional.