Huelva, referente del turismo medioambiental de Europa
Huelva es la quinta esencia en materia de turismo de naturaleza. El escenario en el que convergen una constelación de rincones únicos de enorme diversidad y valor medioambiental en el que la joya de Europa, el Parque Nacional de Doñana, se erige como el mejor referente y emblema de la riqueza que atesora Huelva, donde un tercio de su superficie está protegida.
Ahí se enmarcan los dos Parques Naturales, ocho Parajes Naturales, cuatro reservas, un Paisaje Protegido, dos Parques Periurbanos y cinco Monumentos Naturales; amén de cien kilómetros de vías verde para recorrer a pie o caballo y 80 kilómetros de costa sin urbanizar.
Doñana es un tesoro único en el mundo y así lo certifican el sinfín de acreditaciones y figuras de protección internacional que dan muestran del tesoro que albergan sus más de 108.086 hectáreas: Red Natura 2000, Humedal Ramsar, Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad son alguna de las acreditaciones que glosan este capital medioambiental.
En su interior hayamos un mosaico de dunas móviles, cotos, marismas y 32 kilómetros de playa virgen para disfrutar del Mar Atlántico. Pero sobretodo, se trata del rincón donde habitan dos de las especies más amenazadas del planeta: el águila imperial y el lince ibérico. Unas fronteras rodeada por el Parque Natural que, a modo de colchón, preserva y acoge parajes de belleza indescriptible como las dunas del Asperillo, los pinares y lagunas de Hinojos y las del Abalario.
Pero el paraje almonteño es para los amantes de la ornitología lo que Egipto para un arqueólogo o Grecia para filosofo; ese escenario de obligada visita para todo el que desee conocer la enorme amalgama de especies avícolas que cruzan el continente hacia Europa. Pero no es el único. Para completar la experiencia podemos dejarnos caer por marismas del Odiel, las de Isla Cristina o Hinojos; por zonas como el Río Piedras y la Flecha de El Rompido; así como las Lagunas de Palos y las Madres; el Portil; o el Estero de Domingo Rubio.
La oferta para disfrutar de estos paisajes se ha visto incrementada en los últimos lustros. Desde las vías de senderismo, pasando por rutas a caballo, en camello e incluso viajando en un ultraligero, disfrutando a vista de pájaro de estampas únicas.
Esta riqueza natural es extrapolable al norte de la provincia, donde a lo largo de más de 180.000 hectáreas se extiende el Parque Natural de Aracena y Picos de Aroche. Un escenario tapizado de una extensa masa forestal creada al calor de la alta pluviosidad que configura un paisaje plagado de amplias dehesas donde se cría una de las delicatesen de nuestra gastronomía: el cerdo ibérico.
Visitar la sierra es embaucarnos en una riqueza forestal sin par. Un paisaje que, a cada paso, nos descorcha su mejor amalgama de colores para dibujar de un sinfín de tonalidades en función de la altitud y la humedad. Desde las dehesas con sus encinas, pasando por bosques de robles rebollos, castaños o chopos, fresnos, sauces, alisos que hayamos en los cauces de ríos como el Múrtigas. A su cobijo anidan una simpar suerte de mamíferos y una avifauna donde destacan cigüeñas negras, buitres y milanos.
En el sotobosque también hayamos una enorme riqueza forestal donde tienen su hábitat más de 500 especies de setas, gran parte de ellas comestibles. Es con las primeras lluvias de otoño y con el despertar de la primavera cuando podemos disfrutar de una jornada de senderismo buscando estas exquisiteces gastronómicas. En Aracena también podemos hacerlo en las Jornadas Micológicas y también en octubre en la Feria Regional del Jamón. Pero este tesoro natural no sólo la encontramos sobre la faz de la tierra, también en su interior. La Gruta de las Maravillas es un ejemplo de cómo el subsuelo también nos ofrece otro tipo de obras de arte de la madre naturaleza. Desde que en 1886 existan referencias históricas de su existencia, esta cueva nos ofrece una galería de ‘arquitectura’ con formaciones kársticas de estalactitas y estalagmitas que superan la belleza que haya podido plasmar jamás el hombre en un lienzo.
El río tinto y el ecosistema de Marte.
La riqueza natural de la provincia es poliédrica. Ahí está el Río Tinto para atestiguarlo.
Sus aguas son únicas en el mundo por el efecto de los metales pesados, la falta de oxígeno y un PH muy ácido que han dado lugar un ecosistema en el que, sorprendentemente, encuentran su hábitat una serie de microorganismos que podrían ser el origen de la vida en la tierra. Su semejanzas con el planeta Marte ha permitido que gran parte de los robots enviados al planeta rojo por la NASA fueran previamente probados en este espacio, precisamente para medir su robustez en este ambiente hostil. Todo el cauce del Tinto ofrece paisajes de enorme belleza que centenares de prestigiosos fotógrafos han inmortalizado.
La estampida de la naturaleza.
Además del atractivo medioambiental, en Almonte uno de los acontecimientos más hermosos y singulares tiene lugar a finales de junio, coincidiendo con la Feria de San Pedro, en cuyo preámbulo se celebra la Saca de las Yeguas. Una tradición con más de cinco siglos de historia, si bien su primer asiento documental data de 1504, fecha en la que el duque de Medina Sidonia regularizó la actividad.
Se trata de la traída del paraje natural del millar largo de potros y sus yeguas que durante el invierno han tenido como ahijadero las marismas almonteñas. La Saca es una de los espectáculos naturales que más expectación turística despierta. Miles de cabezas de ganado y potros galopando a las faldas de sus madres en un recorrido en el que se van despojando de su libertan y se adentran en la civilización. Los yegüerizos son los encargados de conducir los equinos hasta el pueblo de Almonte, donde se procederán a cortar las crines y se le prepararán para, en un futuro, estar al servicio de un jinete.
