viernes. 13.06.2025
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El entorno marítimo de Huelva sufre 30 terremotos desde la erupción del volcán de La Palma

El sismo de mayor magnitud acaeció el 6 de octubre a las 8 horas y 8 minutos de la mañana, de 3,9 de intensidad frente a la costa de Huelva. Además de los sismos en el mar se han registrado otros 3 terremotos menos comunes en la Sierra de Aracena, sentido por la población el último.
El entorno marítimo de Huelva sufre 30 terremotos desde la erupción del volcán de La Palma

Treinta días lleva el volcán de La Palma arrojando lava sin cesar y provocando un reguero de terremotos en la isla canaria. Pero ¿ tiene algo que ver su erupción con lo que ha pasado muy lejos de allí, en el Golfo de Cádiz y las costas de Huelva? Más allá de la llegada de la nube tóxica que se ha detectado por estas altitudes onubenses, no hay indicios suficientes para relacionar la erupción con los movimientos telúricos detectados en el entorno marino de Huelva e incluso tierra adentro.

De momento, todo ello es una coincidencia temporal. Pero los hechos acontecidos dicen que frente a las costas de Huelva y Cádiz se han producido una treintena de terremotos desde que el volcán palmero mostró todo su poder a la vez de creación y destrucción de casas, tierras de cultivo, enseres e infraestructuras.

El sismo de mayor magnitud acaeció el  pasado 6 de octubre a las 8 horas y 8 minutos de la mañana, de 3,9 de intensidad, al que siguió otro de 2,7 el día 8.

Los últimos terremotos registrados en esta muy activa área geográfica y geológica ocurrieron hace apenas 48 horas, de una intensidad de 2,3 y 1,7.

Pero al margen de estos movimientos telúricos han llamado la atención otros tres que se han producido fuera de la zona marina y muy hacia el interior de la provincia y que incluso han sido notados por la población.

El primero de esta secuencia sísmica se anotó el 1 de octubre al filo de la media noche (23.57) en Cortelazor y tuvo una intensidad de 1,7. Seguidamente se registró otro sismo en la vecina Santa Ana la Real. Fue el 10 de octubre a las 6.56 minutos de la mañana de una intensidad de 1,7. Y el 14 de octubre ocurrió el más sorprendente, de 2,7 en la escala Richter, en Aracena. Fue a las 21.35 de la noche y se sintió en varios pueblos como Valdelarco o Los Marines, muy cerca del epicentro. La zona no sentía un terremoto de esta magnitud desde los años 1969, primero, y 1989 después.

Con anterioridad a todo esto, a primeros de este mes de octubre, una cadena de terremotos con epicentro entre aguas portuguesas y a las puertas de Huelva y Punta Umbría dibujaron en ocho días la zona limítrofe entre las placas tectónicas euroasiática y africana. La imagen tan exacta del área afectada por esta decena de sismos explica a la perfección los riesgos de esta zona geográfica del mundo, una de las más activas geológicamente hablando.

El primer movimiento sísmico se produjo el 30 de septiembre y tuvo una intensidad de 3,2 en la escala Ritcher. El segundo llegó el 1 de octubre con 2,2 de intensidad, el 2 de octubre fue el tercero, con 3,4 de fuerza, el 3 de octubre ocurrió el cuarto, con 2,7, y el 4 de octubre el quinto sismo, con 2,2. El 5 de octubre se repitió el patrón con el sexto terremoto de 3,5 de intensidad y el 6 de octubre ya tembló la tierra más seriamente. Un sismo de 3,9 en la escala de medición. Este 8 de octubre a las 4,54 minutos de la madrugada  llegó el último, de 3,2 de intensidad.

Merecía la pena visualizar la secuencia y compararla con el dibujo geológico porque se aprecia a la perfección el corte marítimo terrestre conde se producen los sismos y las placas tectónicas activas desde hace miles de años.

El caso de Huelva, un hito

En Huelva,  a estas consideraciones se une otra hipótesis de científicos lusos.  El geólogo marino Joao Duarte, de la Universidad de Lisboa, ha buscado una explicación a esta cadena de terremotos ‘onubenses’. Su estudio concluye que la parte inferior de la placa tectónica de la costa de Portugal está deslizándose y alejándose de la parte superior. Según el científico, esta actividad geológica podría activar el movimiento de placas y crear lo que se denomina una zona de subducción. Un hecho que puede acarrear consecuencias a este lado del Atlántico.