El juicio del crimen de Asunta y el recuerdo al caso Bretón

Ambos trágicos sucesos tienen paralelismos desde el punto de vista psicológico. Pilar Enjamio analiza el juicio que ha mantenido este país en vilo durante una semana.
Si cualquier tragedia o asesinato nos conmueve y nos hace sentir escalofríos cuando se trata de un menor inocente, que no tiene culpa de hallarse en una situación de adultos egoístas, con nula empatía, se magnifica al máximo. Tanto José Bretón como Alfonso Basterra son cerebros de un crimen diseñado y estudiado con anterioridad con un componente obsesivo con una finalidad muy clara.
En el primer caso, la fijación en una idea de reconciliación con Ruth y haciéndole daño con esos dos seres que ella amaba, sus hijos. En el segundo caso, la obsesión de Basterra por una vuelta a la relación con Porto y así asegurarse su futuro económico y esta adopción impuesta por los abuelos para no desheredarlos, ya que no existía control en la pareja había tocado a su fin.
En ambos casos, había habido conductas agresivas con respecto a la pareja, pero con un componente totalmente diferenciador. En el caso la pequeña Asunta, el tándem perfecto, unión de mezquindad con transtorno mental y plan conjunto de la pareja. Los gestos infantiles de Rosario se sucedieron durante el juicio con una impresionante puesta en escena pasando del vestido rojo y risas en chalet con su hija muerta a un luto riguroso y ensayo de lloros y lágrimas con un Basterra que se comportó tal cual es, agresivo cuando no se le da la razón.
Si bien nos sorprendieron las fotos fetichistas y con atisbos de componente erótico en la menor al sumar otros datos como las dosis más altas de sedación las noches dormía en casa del padre, la presencia de ADN Basterra en la ropa interior de Asunta, hablamos claramente de una conducta de parafilia y perversión acentuada en el selfie funerario con ese componente obsesivo-compulsivo-repetitivo del encuadre perfecto, y si unimos la afirmación de Porto del puritanismo de su marido y que era más amigo que marido es un comportamiento normal en cualquier conducta desviada estimulos mayores no alcanzables en la pareja como fetichismo, sadismo...
Selfie realizado también por Rosario pero con una connotación psicológica dispar el fin de una adopción impuesta, y Asunta le recordaba a sus padres pero en ambos con una falta de dolor y pena ante la muerte de una hija y consecuentemente rechazarían cualquier connotación relacionada con el contexto de la muerte.
Si analizamos los gestos la desperación máxima de Rosario llegó cuando una amiga y su madre afirmaron Asunta era una niña sana y feliz lo que ella nunca fue y vino de nuevo a la luz esa rivalidad entre dos conductas infantiles. Recordamos cuando Charo reproducía en Asunta el comportamiento dee su madre con ella... suelta el pelo, quita la mano... y a través de este mecanismo psicológico de desplazamiento se aliviaba. Al enfrentarse a Asunta, creía enfrentarse a su madre a quien definía como encantadoramente odiosa pero le era imposible retar.
Su apatía durante el veredicto solo puede interpretarse como sedación a la que fue sometida y no a tranquilidad por ser acusado también Basterra. Sí sorprendió cuando su abogado dijo que recurriría su actitud altiva, con desafío mirando a ambos lados, como diciendo... no cantéis victoria... esa misma actitud superior ante una funcionaria cárcel... No te olvides que yo aquí estoy de paso.
La protección y justicia por el menor no ha estado totalmente garantizada en algún medio donde se ha sustituido profesionalidad por morbo y atrevimiento de la ignorancia de quien sin ser profesional actúa como tal, pero nos hemos sentido orgullosos de un jurado popular altamente profesional que ha argumentado cada respuesta y su decisión final.
Quizás en el fondo de toda esta historia teñida de la más cruel realidad se hallen innumerables secretos del pasado reflejados en la simple narración de un blog.
María Pilar Enjamio Furelos. Psicólogo